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24 de abril de 2024

Recorremos, de la mano del profesor de la Universidad CEU San Pablo, la casa original del literato Pedro Calderón de la Barca, en la calle Mayor de Madrid

La casa de Calderón de la Barca, lugar de estudio de un 'calderonista' a la espera de ser convertida en museo

La Universidad CEU San Pablo ha creado la beca con el nombre del escritor para que un estudioso la habite mientras estudia su obra

Probablemente alguna vez haya paseado por la calle Mayor de Madrid sin percatarse que, en el número 61, vivió una de las más grandes figuras de la literatura española. Apenas una placa en la primera planta apunta que esa fue la residencia de Pedro Calderón de la Barca, donde vivió, escribió y murió.
Compuesta por cuatro pisos, Calderón, que había nacido en la ciudad en 1600, tuvo su residencia principal en la primera planta desde 1660. Donde ahora se sitúa la joyería El Artesano, hace cuatro siglos había una casa de comidas que Calderón frecuentaba: era ese su barrio predilecto, «el verdadero barrio de Las Letras», como señala Pablo Sánchez Garrido, profesor de literatura de la Universidad CEU San Pablo y nuestro guía por el inmueble.
La universidad, interesada por el destino de la casa original de Calderón, estableció la Beca CEU-Calderón de la Barca para que un calderonista pudiera residir en ella mientras llevaba a cabo sus estudios sobre el literato. Así, Martín Zulaica, profesor de literatura en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, trabaja en la actualidad en las Loas Sacramentales que Calderón escribió entre 1658 y 1665, y lo hace precisamente en el lugar en el que su sujeto de investigación las concibió y las escribió.
Zulaica abre las puertas de su casa a El Debate y el profesor Sánchez Garrido nos explica la importancia no solo de la futura casa museo de Calderón de la Barca, sino la trascendencia de esta figura histórica para nuestros días.
El profesor Pablo Sánchez Garrido, de la Universidad CEU San Pablo, en la puerta de la casa de Calderón de la Barca

El profesor Pablo Sánchez Garrido, de la Universidad CEU San Pablo, en la puerta de la casa de Calderón de la BarcaCarmina Martínez

−¿Dónde nos encontramos?
−Estamos en la calle Platerías, que era la denominación anterior de la actual calle Mayor. Según el plano de la casa de Calderón de la Barca, corresponde exactamente con el plano actual de la casa en la que nos encontramos. En esta casa compuso buena parte de su obra, sobre todo desde 1660, aproximadamente, cuando regresó de Toledo. Desde entonces hasta su muerte en 1681 se dedicó a escribir, y murió en la planta principal de este inmueble el 25 de mayo de 1681.
−¿Dónde está enterrado Calderón?
−Tras su muerte, ocurrida el 25 de mayo de 1681, Calderón de la Barca fue enterrado en la iglesia de San Salvador, adyacente a la plaza de la Villa, por voluntad propia, según dejó escrito en su propio testamento ológrafo. Fue después, una vez que la iglesia amenazaba ruina, cuando hubo que trasladar sus restos. Sufrió una serie de traslados posteriores a distintos lugares, desde la basílica de San Francisco El Grande al Panteón de los Hombres Ilustres pasando por la iglesia sacramental de San Nicolás. Finalmente, tras varios periplos, acabaron en la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores, perteneciente a la Orden o Congregación de San Pedro, a la que perteneció Pedro Calderón de la Barca como capellán mayor. Pero hay algunos restos todavía mezclados con la tierra en el lugar en el que estuvo la iglesia de San Salvador, donde queremos poner una lápida con su nombre.
−¿En qué parte de la historia entra en juego Ramón de Mesonero Romanos?
−Esta casa pertenecía a la familia de Pedro Calderón de la Barca, en concreto a su abuela, que la asoció a un patronato de la Iglesia de San Salvador y la legó «a cualquiera de sus nietos que fuera sacerdote». Calderón, que había tenido una vida muy ajetreada, había tenido un hijo fuera del matrimonio, había luchado en los tercios de Flandes, había sido militar, había sido excomulgado... sentó la cabeza en el año 51, ingresó como sacerdote y en ese momento se hizo propietario de este inmueble, donde vivió buena parte de su vida. Una vez que falleció, el inmueble pasó a su familia, donde pasó de mano en mano hasta que estuvo medio derruido y se planteó la posibilidad de derribarlo. En ese momento, Pedro Mesonero Romanos asumió la defensa del inmueble, como había hecho con la de Cervantes (aunque en ese caso, sin suerte, a pesar de contar con el apoyo de Fernando VII). En el caso de esta casa de Calderón de la Barca, la defensa fue aún más apasionada, para intentar evitar a toda costa su demolición. Intervino la reina Isabel II y finalmente el Ayuntamiento paralizó la demolición y se colocó, por instancia de la Real Academia Española, una placa que todavía hoy puede verse en la planta primera.
La placa que indica el domicilio de Pedro Calderón de la Barca, en la calle Mayor, 61 de Madrid

La placa que indica el domicilio de Pedro Calderón de la Barca, en la calle Mayor, 61 de MadridCarmina Martínez

−Ahora el inmueble se encuentra alquilado por la Universidad CEU San Pablo. ¿Cómo comenzó esta iniciativa?
−Encontramos un artículo en La Esfera, una revista literaria de principios de siglo, con una fotografía de la casa. La pieza reivindicaba que este inmueble se dedicara a su destino natural: constituirse en casa-museo Calderón de la Barca. Este artículo se publicó hace más de un siglo. Nos interesamos por la situación actual de la casa y vimos que había distintas plantas en venta o alquiler, y tras ponernos en contacto con el Ayuntamiento de Madrid, la Universidad CEU San Pablo dio un paso adelante para asumir el inmueble. Así, decidimos constituir la beca de residencia Don Pedro Calderón de la Barca, que ofertamos públicamente para un investigador especialista en Calderón. La beca fue atribuida a don Martín Zulaica, profesor especialista en literatura española, que es quien reside en la actualidad en el inmueble
−Actualmente se encuentran a la espera de la iniciativa municipal para darle un uso cultural al inmueble. ¿En qué estado se encuentra la normativa?
−Hemos intentado que el inmueble fuera reconocido como Bien de Interés Cultural (BIC). Hemos tenido conversaciones con el Ayuntamiento y con la Comunidad de Madrid, pero han indicado que al no tener contenido relativo a Pedro Calderón de la Barca, puede ser complicado. No obstante, esto podría cambiar, puesto que la casa de Vicente Aleixandre tiene una situación similar y nos consta que está en trámites de ser reconocida como BIC. Entendemos que esta casa en algún momento debería tener ese reconocimiento y convertirse en casa museo Pedro Calderón de la Barca. No sé si lo lograremos en este siglo o habrá que esperar otro siglo más.
−Entonces ¿no queda nada de Calderón de la Barca en su casa?
−El testamento de Calderón se conserva. Es un testamento muy bien hecho, muy exhaustivo, y gracias a él podemos conocer que legó distintos objetos personales a familiares, a sacerdotes, a la Iglesia. Por eso aquí no se conserva ninguno de esos bienes.
−En su opinión, cuál es la importancia de Pedro Calderón de la Barca hoy?
−Es una de las grandes figuras luminarias de la literatura occidental. Ha influido en numerosos grandes escritores de la talla de Goethe, el Cervantes alemán: su Fausto está tomado en buena parte de una obra de Calderón de la Barca. También influyó en Lord Byron y en todos los románticos ingleses, como Mary Shelley, la autora de Frankenstein. Posteriormente, Albert Camus también tradujo obras de Pedro Calderón de la Barca y mostró su admiración por él. En España ha influido en muchísimos autores. En la actualidad podemos tomar de él grandes temas, como su apasionada defensa de la libertad (la libertad política, la libertad del pueblo), una tradición de defensa de la libertad que tenía una gran historia en el pensamiento español y que Calderón supo plasmar y recoger en esa gran obra que es El alcalde de Zalamea. También es ejemplar a la hora de plasmar la unión de clases sociales. En sus obras aparecen clases bajas y aristocráticas, y hay una unión de las distintas Españas que podría ser aplicable en la actualidad. También podemos encontrar en su obra también un anticipo de la actual distopía en La vida es sueño
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