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01 de mayo de 2024

La escritora bielorrusa Svetlana Aleksiévich (1948), premio Nobel de Literatura en 2015

La escritora bielorrusa Svetlana Aleksiévich (1948), premio Nobel de Literatura en 2015EFE

Svetlana Aleksiévich: «El 'hombre rojo soviético' sigue existiendo, sigue matando y sigue muriendo»

Tras escribir sobre la guerra de Afganistán o el desastre de Chernóbil, la premio Nobel de Literatura analiza la invasión de Ucrania, el comportamiento de Putin y el respaldo que tiene en Rusia desde el Festival Internacional de Poesía de Granada

La escritora Svetlana Aleksiévich vive en Alemania desde que tuvo que abandonar Bielorrusia en la época de la represión contra las manifestaciones democráticas de 2020. Premio Nobel de Literatura en 2015, dejó en su piso de Minsk un libro a medias dedicado al amor para partir al exilio alemán, que dedica a seguir escribiendo de guerras, una tarea que afronta «con la sensación de que el siglo XXI aún no ha empezado».
Entonces su galardón no la protegió, y ahora sirve para revestir de importancia su testimonio sobre la guerra que se lleva a cabo en ese rincón del mundo. Hija de maestros, la escritora y periodista nacida en Stanislav, en la Ucrania soviética, en 1948 ha dedicado parte de su trayectoria profesional a dar voz a las víctimas de enfrentamientos bélicos y a contar la II Guerra Mundial, la de Afganistán o el desastre de Chernóbil desde un punto de vista que aún no aparecía en los libros de historia.
Ahora, la nobel de literatura asegura que nos encontramos «en un punto inesperado de la Historia», algo que nadie podía haber imaginado, al tiempo que reconoce la dureza de mirar desde el exilio la actual invasión rusa a Ucrania. «Es muy difícil imaginar que todos nosotros, que nos considerábamos prácticamente el mismo país, ahora estemos en esta situación», ha apuntado la escritora, de padre bielorruso y madre ucraniana y con familiares en ambos lados del actual conflicto.
Svetlana Aleksiévich, que ya escribió un libro sobre la guerra en Afganistán (Los muchachos de zinc, 1989), ha explicado que no esperaba que la guerra llegara hasta Ucrania: «Nunca imaginé que fuera en mi casa. El sitio en el que vivía mi abuela ahora mismo está siendo bombardeado: la gente vive en circunstancias muy duras, tiene que esconderse en los sótanos. Ahora mismo hay misiles volando desde el territorio bielorruso hacia Ucrania, y luego las tropas rusas se retiran desde Ucrania a Bielorrusia para descansar y curarse».
La escritora y periodista, que a pesar de su exilio en Berlín continúa analizando la actualidad internacional, acaba de visitar Granada para participar en el Festival Internacional de Poesía y hablar de la cultura frente a la barbarie. Allí se puso frente al conflicto y habló en primera persona, desde su interpretación y su vivencia de los hechos.
«Tengo la sensación de que el siglo XXI aún no ha empezado», resume le escritora, que reconoce que los pronósticos de futuro que hizo hace un par de años han dado un vuelvo para presentar una realidad que «en nada se parece a lo que esperábamos». La bielorrusa se estremece cuando recuerda que el 60 % de los rusos apoya a Putin y, por tanto, la guerra. «Aunque no sabemos si son datos fiables. Es probable que nadie en Rusia conozca la verdad».

Próximo libro: sobre la guerra en Ucrania

«Yo misma tuve que salir corriendo de mi país, abandonar Bielorrusia, y en mi piso de Minsk se quedó el que estaba escribiendo, que trataba sobre el amor». Porque la nobel anunció hace años que quería dejar de escribir de guerras y centrarse en el amor, sobre todo después de haber analizado diferentes conflictos o un evento de la envergadura de la caída de la Unión Soviética.
Esas letras dedicadas al amor quedaron en suspenso, y Svetlana Aleksiévich empezó un nuevo proyecto para escribir un libro sobre la revolución bielorrusa con los testimonios de compatriotas que como ella también tuvieron que salir del país. «Y ahora estoy trabajando en una segunda parte sobre la guerra de Ucrania, hablando con los ucranianos», ha adelantado.
Cree que, aunque en El fin del 'Homo sovieticus' (2015) defendió el final del hombre rojo soviético, ese final no ha llegado. «Resulta que el hombre rojo soviético sigue vivo y sigue matando, y sigue muriendo. Al final la historia se repite, y el comunismo todavía no se ha acabado. Resulta que la libertad no llega tan rápido, y que el camino de la libertad es largo», ha añadido.
"El fin del 'Homo sovieticus'" (Acantilado), el libro de Svetlana Aleksiévich sobre la caída de la Unión Sovíetica

«El fin del 'Homo sovieticus'» (Acantilado), el libro de Svetlana Aleksiévich sobre la caída de la Unión Sovíetica

Svetlana Aleksiévich ha recordado aquellos años noventa durante la perestroika en el que vislumbró un futuro de libertad: «Y nos parecía que esa libertad y la nueva vida estaban a la vuelta de la esquina, nos parecía que la transición se hizo con poca sangre». «Pero resulta que no es tan fácil, que no es suficiente salir por la puerta de la cárcel, por la puerta de un campo de concentración, para ser libre», añade con tristeza.

Las mujeres de la guerra

Su libro La guerra no tiene rostro de mujer (1985) inicia ahora una «segunda vida», porque no ha pasado de moda, como demuestran las 100.000 mujeres del ejército ucraniano, pero también las que lo leen en sótanos o en trincheras.
Aleksiévich intenta mantener la libertad artística para reflejar su visión del mundo pero sabe que un Nobel supone obligaciones, como no poder encerrarse en casa a escribir un libro sobre el amor, ya que tiene que estar conectada con el pueblo. «La cultura sufre pérdidas durante las guerras porque tienes que estar en la barricada, y desde allí ves el mundo menos colorido», ha añadido la literata, que también reconoce que el sufrimiento no contiene toda la verdad sobre la vida.
Quiere escribir dos libros más en su carrera, uno pendiente sobre el amor y otro sobre el sentido del tiempo, la vejez y la muerte, pero ahora recoge testimonios sobre los crímenes humanitarios de Bucha (Ucrania) y llora cada día.
La nobel ha apuntado que la pandemia demostró que el mundo no es tan estable, aunque la guerra haya eclipsado parcialmente su impacto. «No hay mascarillas en la guerra. Al final, como miedo principal ha revivido el de un hombre hacia otro hombre y no tanto ante algo misterioso como un virus», ha apuntado. «En este mundo de la guerra, al final todo resulta más familiar al hombre, que sabe qué hacer, cómo vivir entre conflictos», ha resumido Aleksiévich, que espera una tregua para poder así, al fin, seguir hablando de amor.
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