Fundado en 1910

02 de mayo de 2024

Ana Albiol, escritora y coach

Ana Albiol, escritora y coachEditorial Espasa

Ana Albiol, escritora y 'coach': «Creo que Jesucristo fue el primer 'influencer'»

A través de su historia personal, Ana Albiol logra sumergir al lector en un proceso de reflexión y autoconocimiento gracias a su nuevo libro, A muerte con la V.I.D.A.

La escritora, coach y especialista en programación neurolingüística Ana Albiol ha publicado un nuevo trabajo, A muerte con la V.I.D.A., en el que a través de su historia personal logra sumergir al lector en un proceso de reflexión y autoconocimiento que lo lleva a empatizar con la propia autora, al tiempo que se cuestiona aspectos de su vida actual. El amor, el desamor, la estabilidad social, la espiritualidad, la trascendencia, el carpe diem, el valor para elegir vivir la propia vida y cambiar uno mismo son aspectos que aborda en un libro que no deja a nadie indiferente. El Debate ha podido hablar con esta joven autora sobre «cómo ir a muerte con la vida».
–Impulsa al lector a ir «a muerte con la vida». ¿Estamos ante una autobiografía o un libro de coaching o de autoayuda?
–La verdad es que es una mezcla de todo lo dicho. En A muerte con la V.I.D.A. hay autobiografía, ficción, humor, aventura, y hay mucho coaching y Programación Neurolingüística (PNL). Es un libro en el que se van formulando muchas preguntas, potentes y abiertas, para que el lector se conmueva, se interrogue y se pregunte, al tiempo que lee la historia.
–Es cierto que es un libro en el que, a medida que uno va leyendo y conociendo la historia, no deja de interpelarse.
–Yo, realmente, no tengo ningún interés personal en que se publique mi historia, porque no creo que sea una historia excepcional, ni mucho menos. Pero soy muy consciente que la única forma de atraer la atención del lector, sutilmente, es que lea una historia, a través de la cual, termine cuestionándose aspectos de su propia vida. Eso es lo que busco.
–La historia tiene mucha verdad, ¿por qué decide abrirse en canal?
–Porque no me veo haciendo un manual de autoayuda o un libro que dirija a las personas, eso no va conmigo. Creo que lo que puedo ofrecer al lector, con verdad y autenticidad, es compartir mi historia personal, porque más verdad que eso no hay nada y es a través de ese compartir con el lector cómo se logra que se identifique con su realidad. De este modo y de manera muy sutil la gente se pregunta, reflexiona sobre tu propia vida a través de la historia que comparto y es mucho más efectivo. Creo que si este trabajo fuese un manual de autoayuda habría mucha gente escéptica y por eso he apostado por compartir mi experiencia vital, con todos ellos.
–Habla de amor, de desamor, de engaños, de tradiciones, de cambio... ¿Cuál sería el mensaje que ha querido lanzar contándonos su historia?
–A mí me gustaría que la gente acabase de leer el libro pensando que está dispuesta a todo, con tal de no perderse a sí misma. Me gustaría que terminasen el libro con ganas de colocarse cada uno en su sitio, cogiendo las riendas de sus vidas; que empiecen a cuestionarse cosas para entender y encontrar su propia verdad y, sobre todo, que eliminen de sus vidas cualquier cosa que les haga daño o con lo que no se encuentran conformes o a gusto.
–Leyendo su historia, uno tiene la impresión de que usted es una persona en continua búsqueda.
–Es una búsqueda de mi propia verdad y de las cosas que me hagan sentir bienestar, certeza, calma y paz. Busco mi lugar, mi sitio y mi camino.
–¿El ser humano vive perdido en un mundo en el que está sometido a tanto estrés, velocidad, estímulos, tensión?
–Uno de los grandes regalos que me dan las redes sociales es poder conocer e interactuar con las personas y ver qué les ocurre y cómo están. A la gente la noto y la veo muy triste. Percibo mucha tristeza, mucho sinsentido y mucho cansancio por el ritmo vital que llevamos. La gente quiere parar, pero no puede porque el ritmo de la vida se nos lleva por delante. Tengo la sensación de que vamos corriendo delante de una bola de nieve, ante la que no podemos parar porque se nos puede llevar por delante. Y esto me ocurre también a mí porque, cuando me descuido, me veo corriendo sin poder parar y con el riesgo de ser atropellada por ella. Vamos tan rápido que no nos da tiempo a estar, a parar, a sentir, a disfrutar. Todo es correr hasta llegar a unos objetivos que no te dicen nada porque, normalmente, no son los que persigues los te gustan. Es todo un sinsentido, la verdad.

A la gente la noto y la veo muy triste. Percibo mucha tristeza, mucho sinsentido y mucho cansancio por el ritmo vital que llevamos

–Usted se apartó de esa bola de nieve viajando a Bali, pero la mayoría de las personas no tienen esa oportunidad. ¿Cómo puede uno hacer esa ruptura, recentrarse y reencontrarse con uno mismo?
–Lo primero que recomendaría es encontrar momentos de silencio. Es verdad que el lector ve que en mi vida se han dado grandes saltos y que he vivido grandes situaciones, pero uno puede romper con ese ritmo vertiginoso meditando, buscando el silencio, escribiendo en un diario personal donde puede volcar las emociones. Buscar y hacer silencio en nuestra vida nos sirve para escucharnos internamente y para descubrir aspectos de nosotros mismos que, por el ruido externo, no encontramos. Y esos aspectos, esa información que descubres, te sirve para cambiar aspectos de tu vida. Mi viaje a Bali fue de cuatro meses, pero cada uno puede buscar ese silencio de una manera regular aquí mismo, haciendo silencio todos los días un momento, rompiendo así con la inercia del día a día.
–Lo paradójico es que, habitualmente, las personas tienen miedo a estar solas consigo mismo y en silencio.
–¿Hay miedo al silencio? ¡Claro! Pero es que es en el silencio donde están las respuestas, porque te aseguro que las respuestas no están en Bali, ¡ni en la China! Las respuestas están en el silencio, en el hecho de parar, porque es cuando salen todas las emociones, cuando puedes comprobar cómo estás, cómo te sientes, descubrir cómo eres realmente…

Buscar y hacer silencio en nuestra vida nos sirve para escucharnos internamente

–Si la gente no para porque no quiere el silencio, ni estar sola y mucho menos nos escuchamos unos a otros, ¿cómo lo hacemos?
–Es verdad que no nos han enseñado qué son las emociones, los sentimientos, y eso da miedo, porque cuando uno se queda en silencio y en soledad, lo primero que tiene es angustia y ansiedad y esto ocurre porque necesita autogestionarse; conocerse, en definitiva. Cuando uno tiene autoconocimiento y sabe cómo son sus emociones y para qué sirven, no tiene tanto miedo.
–¿Cuesta hablar de emociones?
–La realidad es que, si no te han hablado de las emociones, de cómo son, cómo identificarlas y cómo gestionarlas, resulta complicado gestionar todo lo que a uno le ocurre cuando se queda solo con uno mismo.
–Hay un aspecto que aborda abiertamente en este nuevo trabajo y es la espiritualidad, el sentido de la trascendencia y de la vida. ¿Qué importancia le da a estas cuestiones en su vida?
–Para mí es muy importante la parte intangible del ser humano, la espiritualidad, la trascendencia. En muchas ocasiones me planteo para qué estoy en este mundo, aquí y ahora, y no tengo respuesta, pero sí sé que cuando hago algo que impacta en las personas de mi alrededor o siento plenitud o bienestar, eso dota mi vida de sentido; mucho más que dejarme llevar por la corriente. La fe me calma y me da esperanza. Tener el convencimiento de que hay algo más que el cuerpo, que existe el alma, me da calma y esperanza.
–Confiesa sin complejos su cristianismo declarándose creyente, cosa nada habitual en personajes públicos.
–Totalmente. Los valores de Jesucristo me parecen una maravilla, solo que, en ocasiones, creo que han estado distorsionados a merced a intereses varios, pero creo que Jesucristo fue el primer influencer. Sí que creo, como también creo en la vida, en Dios, en muchas cosas, y me da exactamente igual lo que me diga el resto porque yo sé cómo me siento y sé cómo me hace sentir.

Los valores de Jesucristo me parecen una maravilla, solo que, en ocasiones, creo que han estado distorsionados a merced a intereses varios

–¿Cree que la racionalidad nos ha aplastado como sociedad y como individuos?
–Creo que sí. Sentir y abrirnos a sentir es preciso. La intuición la tenemos todos, pero muchas veces no le prestamos atención. El cuerpo es muy sabio y muchas veces nos pone sobre aviso ante una situación, una persona, un hecho o acontecimiento, pero en muchas ocasiones no le prestamos atención. Hay que escuchar el lenguaje de nuestro cuerpo y de lo que sentimos a través de él. La intuición no deja de ser una acumulación de pequeñas memorias de manera que, a lo largo de los años, acumulamos una información que racionalmente no asimilamos, pero nuestro cuerpo sí, aunque no le hacemos caso. ¡Descartes hizo mucho daño! Qué duda cabe de que la mente es maravillosa, pero las emociones y las sensaciones corporales, la inteligencia emocional, la intuición... están para algo y nosotros nos hemos desconectado.
–¿Cómo nos podemos reconectar?
–Conectándonos con nuestra esencia y con la naturaleza. La naturaleza y el silencio nos anclan a lo que somos y a esa parte de la sabiduría natural que tenemos. Debemos escuchar nuestra voz interior. ¡Hay que sentir, escuchar a la voz interior y hacerle caso! Debemos escucharnos más y dejar de preguntar o buscar autoafirmación en los demás. Hay que reconectar esa parte racional del ser humano con su parte emocional, es preciso.
–Dada la época que vivimos, ¿qué podemos hacer para recuperar la sonrisa?
–La gente, cuando conectan entre ellos desde la autenticidad, explota de alegría. Creo que hay que recuperar el disfrute de lo sencillo y volver a recuperar el niño que todos tenemos dentro. Hay que luchar por recuperar la alegría y el disfrute de las cosas sencillas, porque ahí reside la auténtica felicidad y alegría, en lo mínimo. Y, para ello, hay que reducir las obligaciones que nos autoimponemos, porque son prescindibles.
–¿Menos es más?
–Sí, y más en la sociedad en la que vivimos. Tenemos tantas opciones que escoger que nos complica la vida porque nos obliga a estar decidiendo constantemente, por eso se hace necesario acotar porque si no acotamos, nos perdemos, no disfrutamos, no estamos alegres.
–Hay que saber soltar…
–Sí, claro, hay que acotar, decidir y soltar, porque cuando en esta sociedad no decides, otros deciden por ti.
Comentarios
tracking