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Joanne Woodward y Paul Newman

Joanne Woodward y la terrible enfermedad que borró su «feliz» vida junto a Paul Newman

Las grabaciones del actor a modo de confesión a su amigo Stewart Stern terminaron desvelando sus numerosas infidelidades en un libro

En Matrix uno de los hombres traicionaba a los suyos vendiéndose a las máquinas. No le importaba dejar de ser él como individuo, como persona, con tal de «vivir» una «existencia» regalada. No quería recordar nada y decía querer ser una estrella de cine, rica y famosa. Quería olvidarlo todo y abandonarse a la mentira, al sueño real o a la vida de sueño, renunciando a su naturaleza y a sus verdaderos sentimientos y sensaciones.
Ese hombre quería ser, por ejemplo, Paul Newman. El mito de Hollywood que al final resultó ser un hombre corriente o no tanto, pero no en el sentido de la virtud absoluta que encarnaba públicamente, sino en el de las debilidades humanas: la desgracia en la muerte de un hijo, el alcoholismo oculto y también las numerosas y sorprendentes infidelidades a su mujer, Joanne Woodward (de las que se sentía culpable), que han salido a la luz en las grabaciones que realizó de las conversaciones terapéuticas con un amigo, Stewart Stern.
Newman se arrepintió de aquellas grabaciones como de sus infidelidades y ordenó que fueran destruidas, pero su familia, sus hijas, han terminado dando el sí a la publicación de su contenido (también existe al respecto un documental de HBO dirigido por Ethan Hawke) en un libro (La extraordinaria vida de un hombre corriente) en contra de los deseos de su padre, el ídolo de los ojos azules, el gran protagonista, el padre y marido ideal que no lo fue tanto, ni tenía por qué serlo. En cualquier caso, Joanne Woodward, la mujer fiel y amorosa, incluso por encima de la estrella y actriz superior que dejó atrás para cuidar de la familia, ya no puede recordar ni reconocer nada debido al alzhéimer.
Este lunes cumple 93 años en la terrible nebulosa del olvido que produce su enfermedad, que es una suerte de muerte a lo Benjamin Button, el personaje del cuento de Scott Fitzgerald que nació anciano y murió como un bebé, sin memoria desde el momento, al revés, en que un ser humano empieza a tener recuerdos. En el momento en que un ser humano empieza a recordar, Benjamin Button dejó de hacerlo. Una extraña y fantástica muerte que tiene en el trágico alzhéimer su más parecida realidad.
Joanne Woodward pasó toda la vida al lado de Paul Newman (y Paul Newman al lado de ella), y ambos siempre fueron el ejemplo del matrimonio ideal hasta más allá de la muerte del actor en 2008. Pero entre medias hubo problemas, las dificultades por las que cualquier pareja puede pasar a lo largo de su convivencia, y también infidelidades por parte de él, las que nadie sabía (tan solo en los mentideros se deslizaba el rumor que nunca trascendió sus fronteras) y ni siquiera su propia mujer imaginaba. O solo un poco. Ahora todo el mundo ya lo sabe, menos Joanne, porque continúa en este mundo, pero solo como el fabuloso Benjamin de Scott Fitzgerald al final de su historia.