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03 de mayo de 2024

El poeta Alfred Lord Tennyson

El poeta Alfred Lord Tennyson

Cinco poemas cortos de Tennyson, el venerable poeta descendiente de reyes que fue a derrocar a Fernando VII

El prodigio de infancia y de madurez fue el escritor favorito de la reina Victoria y en vida adquirió enorme fama por su imponente presencia y prestigio

En el Trinity College de Cambridge, donde estudió sin llegar a graduarse, hay una estatua de Alfred Tennyson (el Lord fue concedido por la reina Victoria a su poeta preferido) que parece la estatua de un santo o de un gran hombre que hizo algo extraordinario para la humanidad. Es el homenaje físico e impresionante a la importancia íntima, etérea y poderosa del poeta, antaño estrellas de los hombres que consideraban hazañas alcanzar los lugares más recónditos del alma humana, y acariciarlos, como alcanzar los picos de las más elevadas montañas de la tierra.
Alfred Tennyson escribió a los 12 años una epopeya de miles de versos, inspirado por asombrosas lecturas para un niño de su edad, como Dante, y por otras más propias como Walter Scott, alimento de su juventud en prosa y verso. La poesía en el joven Alfred llegó como el cante a Camarón, una inclinación y un talento innato, en el caso del inglés elevado por los libros con los que arrambló durante toda su vida. Dicen que su padre, titular de una rectoría, quien se esmeró en su educación desde el principio, admirado y consciente de su capacidad, le empujaba a realizar gestas como recitar de memoria las odas de Horacio.

La muerte de Hallam

En el Trinity, adonde llegó con 18 años, conoció a su amigo del alma, que también fue prometido de su hermana, Arthur Hallam, cuya temprana muerte fue la inspiración para la obra magna del poeta: In Memoriam. Con él, en el verano de 1830, viajó a España para unirse a los sublevados liberales del general Torrijos, que pretendieron fallidamente derrocar a Fernando VII. Fue una suerte de viaje de Erasmus lírico, ideológico y bélico que solo tuvo la importancia poética de la observación de los paisajes españoles. Solo tres años después, Hallam fue encontrado muerto por su padre durante un viaje a Viena debido a un derrame cerebral.
Esta muerte fue un tremendo golpe para el poeta, que pasó los siguientes años recluido en sí mismo, refugiado en la poesía interior como en una prisión deseada que fue el largo y poco lucrativo camino hacia el éxito. Prometido con Emily Sellwood, tuvo que pasar más de una década, debido a la escasez de medios, para poder casarse con ella. En el ínterin, cuando su fama como lírico crecía, pero no de igual modo su bolsillo, se decidió a invertir en negocios poco claros el patrimonio familiar, lo que fue un desastre no solo económica sino psicológicamente para el lejano descendiente del rey medieval Eduardo III (Tennyson está enterrado en la Abadía de Westminster como un monarca más), que cayó en un estado de depresión nerviosa que duró más de un lustro.

«Poeta laureado»

Sus amigos le consiguieron una pensión del gobierno al mismo tiempo que iba recobrando la salud muy despacio, aun confinado en sí mismo (nunca acabó de desenclaustrarse del todo, razón que configuró su presencia imponente de lejanía y presencia avasalladoras) y ya cercano a la leyenda presente y futura, hasta que fue nombrado «poeta laureado» (poeta gubernamental, el honor en el que sustituía a Wordsworth) por la reina Victoria. Fue el mismo año en que publicó In Memoriam, 1850, y en el que al fin puso casarse.
Tennyson era un misterio admirado por su lírica, por su fama y por su esquivez, oculto en la isla de Wight, donde empezó a vivir (y mucho), y donde solo recibía a unos pocos amigos. Era el formidable poeta que apareció en Oxford para ser investido doctor en medio de una enorme expectación por su presencia. Cuentan que la reina se quedó pálida cuando le fue presentado. Gran viajero, fue un apasionado de la vela, el gran contraste con su existencia íntimamente recogida en su domesticidad y en los versos que escribió hasta su muerte a los 83 años. El mito que cayó en el olvido durante décadas hasta que su impronta venerable regresó para siempre.

cinco poemas de alfred lord tennyson:

  • IN MEMORIAM

    Cuando rosadas plumas al alerce coronan,
    y gorjea primores el tordo en una cima,
    o bajo el matorral estéril se desliza
    y vuela, azul marino, el pájaro de marzo,

    ven, toma aquella forma por la cual reconozco
    a tu espíritu a tiempo, entre tus pares:
    y brille la esperanza de los años futuros,
    anchurosos en tu frente.

    Cuando va madurando, de hora en hora, el verano
    y en muchas rosas de dulzura alienta,
    y sobre las mil ondas de los trigos
    que en torno a la alquería solitaria murmuran:

    ven entonces, no cuando velamos en la noche,
    sino con luz de sol, que cálida se tiende :
    vente con la hermosura de esa tu nueva forma,
    y dentro de la luz, como una luz más clara.
  • CIRCUNSTANCIAS

    En vecinas aldeas, dos chiquillos, jugando
    como locos, en medio de los brezos; en una
    fiesta dos forasteros que se encuentran; bajito,
    junto al muro de un huerto, dos amantes hablando;
    dos vidas enlazadas con dorada ventura;
    junto a la torre gris, dos tumbas, con el césped
    que limpian mansas lluvias y donde margaritas
    florecen; dos chiquillos en una misma aldea.
    Así va, de hora en hora, la ronda de la vida.
  • DOBLANDO LA ESCOLLERA

    El poniente, el lucero de la tarde
    y para mí una clara llamada. Acaso la escollera
    no haga gemir al agua, cuando emprenda
    mar adentro mi ruta,

    y haya sólo el reflujo que parece dormido,
    demasiado turgente para rumor o espuma,
    cuando lo que sorbía del fondo ilimitado
    regresa ya a su centro.

    Crepúsculo y campana vespertina
    y luego, ya la noche.
    y acaso no haya adioses doloridos
    el día en que me embarque,

    pues, si de nuestros hitos del Lugar y del Tiempo
    la marea me aparta,
    confío, cara a cara, mirar a mi Piloto,
    doblada la escollera.
  • CUANDO BAÑA MI LECHO LUZ DE LUNA

    Cuando baña mi lecho luz de luna,
    bien sé que en el lugar de tu reposo,
    junto al agua anchurosa de poniente,
    derrámase una gloria en las murallas:

    entre las sombras surge tu mármol reluciente,
    al deslizarse, lenta, una llama de plata,
    aclarando las letras de tu nombre,
    la cifra de tus años.

    El místico esplendor flota y se aleja:
    en mi lecho se apagan las luces de la luna
    y, cerrando los ojos fatigados,
    duermo hasta que el crepúsculo se sumerge en sus grises;

    y entonces sé que ya la bruma flota,
    como velo traslúcido, de ribera a ribera,
    y en el oscuro templo, al modo de un espíritu,
    centellea tu lápida a la aurora.
  • LA MAÑANA ESTÁ EN CALMA, SIN RUMORES, EN CALMA...

    La mañana está en calma, sin rumores; en calma,
    como para ofrecerse a un dolor más tranquilo;
    y tan sólo, chocando con las hojas marchitas,
    el fruto del castaño se desliza hasta el suelo.

    Calma y profunda paz en estas altas lomas
    y en gotas de rocío que inundan las aliagas,
    y en esas telarañas de plata, que entre el oro
    y el verde centellean.

    Calma y tranquila paz en la llanura vasta
    que a lo lejos se tiende, con boscajes de otoño,
    y en las granjas pobladas y en torres que se tornan
    menudas y se mezclan con el mar murmurante.

    Calma y profunda paz en el aire anchuroso,
    en las hojas que torna rojizas la otoñada,
    y si en mi corazón hubiere alguna calma,
    será desesperanza tranquila, solamente.

    Calma sobre los mares y plateado sueño
    y correr de las ondas, que van a su reposo;
    y calma de la muerte en aquel noble pecho,
    que alienta, pero sólo con las aguas profundas.
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