
María Jiménez, bailando durante el rastrillo Nuevo Futuro, Madrid, en el año 2000
María Jiménez, la rubia gitana que voló sobre la alfombra mágica de su falda
María cambió en cuanto pudo las calles trianeras donde nació y los trabajos para todo por los tablaos de la noche sevillanos, madrileños y barceloneses
La niña María Jiménez, nacida justo en la mitad del siglo pasado, gitana de arrabal, pobre y hambrienta, gitana rubia (no supo que era gitana hasta que murió su padre) de las de fondo en un suceso de telediario, tenía talento. Y por este salió de donde estaba hacia el artisteo y otras formas de arrabal.
María cambió en cuanto pudo las calles trianeras donde nació y los trabajos para todo por los tablaos de la noche sevillanos, madrileños y barceloneses. Era una forma de vida distinta a la de servir o fregar porque esto no se lo pedía el cuerpo y aquello sí: cantar y bailar y sacarlo todo de dentro.

El actor James Coburn junto a María Jiménez
Era joven, pero no tanto (sí lo fue para tener a su primera hija con 17 años), cuando grabó su primer disco gracias a la fe que le tuvo Gonzalo García Pelayo, uno de los buenos de la banda del flamenco moderno y la fusión con el rock junto a los Amador, Kiko Veneno o Camarón. Su particularidad era un erotismo rumboso en sus bailes, su cantar y su mirada.
En 1980 participó en una serie de conciertos a favor del referéndum autonómico andaluz, así que ya fue estrella por dos partes. Aquella falda cogida con los dedos que subía casi sin control fue un sello de identidad imborrable. María Jiménez, huracanada, se subía por las paredes ante el gusto y el encanto del público.Publicó 18 discos, hizo películas y durante demasiado tiempo fue más famosa por sus idas y venidas con el actor Pepe Sancho que por su profesión, que al lado del entonces famoso «Estudiante» de Curro Jiménez siempre pareció abandonada.

La cantante Maria Jimenez y el actor Jose Sancho, durante un acto público
Siempre hubo en sus ojos grandes un ansia de felicidad no lograda. Se casó cuatro veces con Sancho en el intento desesperado de encontrar la forma definitiva de una estabilidad imposible, al estilo de Elizabeth Taylor y Richard Burton. Aquella hija nacida en su adolescencia se le murió en un accidente a los 16 y la desgracia precipitó los acontecimientos acumulados.
Se bajó y subió a los escenarios que ardían a sus pasos tantas veces como se unió y se separó de Pepe. Resurgió entre la vida azarosa, caótica por el amor volandero y la tragedia, en 2002 gracias a una colaboración con La Cabra Mecánica y Sabina. Pero fue flor de un tiempo antes de convertirse en personaje del corazón por una biografía. Luego enfermó de cáncer, se recuperó y se retiró a Chiclana lejos de todo.
En 2019 ingresó en la UCI por una obstrucción intestinal agravada por otros problemas crónicos. También de aquello salió, como predijo su hijo Alejandro: «La rubia sale». Pero esta vez, aún no se saben las circunstancias concretas, ya no.