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01 de mayo de 2024

Escultura de don Quijote y Sancho en la Plaza de España de Madrid

Escultura de don Quijote y Sancho en la Plaza de España de Madrid

El Debate de las Ideas

¿Qué quiere decir ser conservador?

El conservadurismo no es la ideología con la que las clases altas blindan sus privilegios

Cuando me preguntan por qué soy tan raro que me defino políticamente como conservador, suelo dar alguna de las siguiente repuestas:
1. Porque no me considero mejor escritor que Cervantes por el mero hecho de escribir después de él.
2. Porque no quiero irme de este mundo sin pagar.
3. Porque soy moderno… pero no solo.
Ante vosotros tendré que hilar más fino; pero no mucho más, porque el conservadurismo es un club bastante heterogéneo. Hay quien se considera conservador por sus valores morales y economicosociales, hay quien se tiene por conservador en valores morales y progresista en ideas económicas y sociales y hay quien es muy progresista en valores morales y muy conservador económica y socialmente. En este club nos encontramos gentes provenientes del conservadurismo teológico y moral, del romanticismo patriótico, de las diferentes formulaciones de la filosofía de la imperfección humana, del ocasionalismo, del neoconservadurismo (es decir de un izquierdismo impugnado por la realidad), etc.
No faltan tampoco los que yo llamo «conserva-suyo». Pero el conservadurismo no es la ideología con la que las clases altas blindan sus privilegios. Como observaba en vivo y en directo el liberal Natalio Rivas (Anecdotario histórico): «las tres casas ducales de más esclarecido abolengo, Medinaceli, Alba y Fernán Núñez, fueron siempre sagastianas, y el jefe liberal cuidó con esmero y gran habilidad que tales vínculos fueran cada día más estrechos». El conservadurismo tiene mucho más que ver con el pensamiento cotidiano del hombre corriente que con la ideología de los potentados.
Reconozcamos, porque este reconocimiento será parte de nuestra fuerza, que carecemos, colectivamente, de un conjunto definido de dogmas militantes, pero que nos sentimos cómodos compartiendo, si no todos, sí buena parte de los 15 rasgos que presentaré a continuación.
1. Un conservador desconfía del orgulloso historicismo que cree que el presente es el tribunal ante el cual ha de acudir el pasado a asumir las culpas de nuestras insatisfacciones. El conservador sabe que el pasado está hecho con la inteligencia disponible en cada momento.
2. Un conservador hoy se sabe heterodoxo y, por lo tanto, más libre que los ortodoxos. Como decía aquel caballero de la ley que fue Maura, la libertad se ha hecho conservadora.
3. No le pide a la naturaleza que se ponga a las órdenes del Partido y, por esto mismo, se niega a someter la moralidad a la historia.
4. E pluribus unum. Este es su lema. Cree, como Maura y Pascal, que «la multitud que no se reduce a unidad, es confusión; la unidad que no está constituida por multitud, es tiranía».
5. Sabe que el hombre no es ni omnipotente ni omnisciente y, por eso acepta los límites de la acción social.
6. Es reticente a cualquier proyecto de construir la convivencia sobre principios abstractos. Cuando Marx se quejaba de que los filósofos no habían hecho más que interpretar el mundo, cuando lo que habría que hacer es cambiarlo, pasó por alto lo importante: si los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo, es que esta tarea no es nada fácil. El orden social no es ni tan inteligible ni tan maleable como piensan algunos y no está exento de riesgos el intento de cambiar lo que no se ha comprendido. Como si estuviera pensando en Marx, Alfonso Osorio recuerda también que «cuando a Von Braun se le felicitó por haber vencido el espacio, contestó que se había limitado sencillamente a comprenderlo.»
7. Sabe que el hombre corriente no es un santo. Pero si dice que está bien, lo cree y se alegra con él, sin intentar persuadirlo de que en realidad se encuentra mal y que su conciencia del bienestar es una prueba de su alienación. No cree que el hombre corriente necesite a un intelectual crítico para saber cómo está. Leopoldo Calvo Sotelo observó que “cuando Cristo se propuso hacer algo radicalmente nuevo no acudió a los esenios ni a los fariseos, que seguramente tenían mucho y muy bueno escrito: acudió a unos pescadores ignorantes de Galilea".
8. Con Chesterton, valora la pequeña utopía de «la risa, el matrimonio y la cerveza» y no tiene inconveniente en ocupar el terreno que generosamente le ceden los que, como Carmen Calvo, reconocen que «para un socialista es dificilísimo hablar de cañas y de berberechos.»
9. En tanto que conservador, tiene algo que conservar. Fue un conservador, Bertrand de Jouvenel, quien primero utilizó la expresión «ecología política» (en 1957). Como reconocía Scruton, términos como «conservacionismo» o «sostenibilidad» poseen un inconfundible aroma conservador.
10. Se siente razonablemente orgulloso de lo nuestro, pues, como reconocía Rorty, un pensador de izquierdas, quien carece de autoestima difícilmente querrá mejorar.
11. No confunde lo bueno con lo nuevo. Con Aparisi y Guijarro sostiene que «lo malo que encuentro en tiempos antiguos lo rechazo y lo bueno de los tiempos presentes lo admito. Yo soy conservador porque conservo esta herencia; yo soy también progresista porque, si estoy mal, deseo estar bien, y si bien, deseo estar mejor, y como hombre honrado, lo que deseo para mí lo deseo para todos».
12. Tiene cuenta de sus propiedades. Cánovas solía recordar las palabras de don Quijote al ventero: «Yo no puedo contravenir a la Orden de los caballeros andantes, de los cuales sé cierto (…) que jamás pagaron posada ni otra cosa en venta donde estuviesen, porque se les debe de fuero y de derecho cualquier buen acogimiento que se les hiciere, en pago del insufrible trabajo que padecen». Para Cánovas, el pensamiento conservador está en la respuesta del ventero: «Págueseme lo que se me debe, y dejémonos de cuentos ni de caballerías; que yo no tengo cuenta con otra cosa que con cobrar mi hacienda». «Toda la vida racional -concluía Cánovas- consiste ante todo en cosa tan humilde y vulgar: en tener cuenta con la propia hacienda, y no gastar nunca más que aquello que se ha de pagar cabalmente.» Eso, añado yo, es lo que nos permite disponer de libertad para leer a Cervantes.
13. Sabe que la política hace con frecuencia extraños compañeros de cama. «Toda la gente de bien está con usted», le dijo una vez una mujer a un político que acababa de dar un mitin. «Pues no tengo suficiente», le respondió este. «¿Qué más quiere?» «¡La mayoría!» respondió el político.
14. Sabe que a un político serio la realidad no le decepciona. Más le preocupa el entusiasmo al rojo vivo, que, como decía Kundera, es el opio del pueblo. Esto no significa que no hayan existido en España políticos conservadores que, por vagar por las nostalgias del ideal, perdieron el pulso de la realidad y acabaron decepcionados de España y de sí mismos. Fue el caso de Silvela.
15. Es partidario de decididas políticas sociales por razones perfectamente conservadoras.
16. Y, al final, pero como guinda y clave de bóveda, la defensa de las instituciones intermedias y, en primer lugar, de la familia.
Quisiera ahora poner estos rasgos en movimiento, situándolos en la historia, pero resaltando aquellos que son más desconocidos incluso para los mismos conservadores, en particular, las políticas sociales.
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