
Retrato del Rey Sol (1701) de Hyacinthe Rigaud
La curiosa historia de cómo acabó parte del corazón del todopoderoso Rey Sol
Un artista de segunda fila llegó a pulir el órgano para hacer pintura marrón, encontrada ahora por un científico en uno de sus cuadros
Luis XIV, el Rey Sol, no tuvo una vida como la que su sobrenombre puede evocar, una historia que mucho más allá de su existencia al final tuvo un final tétrico en el raro periplo de su corazón: un artista de segunda categoría llegó a moler fragmentos del mismo para obtener un color llamado «marrón momia», hallado ahora en un cuadro escondido en los sótanos de un pequeño museo en Francia: el triste destino final de la esencia de un monarca todopoderoso.
El corazón de Luis XIV (y el de su padre Luis XIII) fueron extraídos de los cuerpos poco después de su muerte. Se guardaban en una iglesia parisina y fueron robados durante la Revolución francesa por un arquitecto que aprovechó la caída de la monarquía para obtener ganancias vendiendo los restos de la realeza. Con la restauración de la monarquía en 1815, los corazones fueron llevados a la Basílica de Saint-Denis, donde se encuentran las tumbas de los reyes.
Calvo a los 20 y sin dientes a los 40
El científico Philippe Charlier (no confundir con Philippe Chatrier, quien da nombre a la pista central del complejo tenístico de Roland Garros) ha analizado los restos reales y ha descubierto curiosidades reveladoras como que Luis XIII padecía la enfermedad de Crohn.
Charlier sometió ambos corazones a una serie de exhaustivas pruebas que también determinaron que el corazón de Luis XIV tenía rastros de diabetes, así como de la gangrena que lo mató. Ninguno de los reyes gozaba de buena salud. Además del trastorno intestinal de su progenitor, a la diabetes de Luis XIV se le suma que se quedó calvo a los 20 años (razón por la cual se pusieron de moda las pelucas en la corte) y a los 40 perdió todos los dientes. En realidad, el Rey Sol brillaba poco por sí mismo, aquejado también de viruela, tifus y gota.
Un corazón en un cuadro
A esta desgraciada, en cuanto a la salud, existencia, le sucedió el desgraciado destino final de su corazón tras el robo en los tiempos de la Revolución. Al parecer, el hombre que se apropió de ellos vendió una parte a artistas de la época para que hicieran pintura de color «momia marrón», un pigmento sacado habitualmente de las momias egipcias, que entonces escaseaban.
Se rumoreaba que uno de los artistas compradores era Martin Drolling, de cuya obra es propietaria el Louvre. El Museo parisino no permitió a Charlier analizar sus obras. Pero sí el pequeño Museo Tavet-Delacour en Pontoise, que poseía algunos de sus cuadros en sus sótanos. Allí Charlier pudo raspar una pequeña cantidad de pintura, que resultó contener restos del infortunado corazón del infortunado Luis XIV.