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Soldados del Ejército de IsraelUnsplash

El sueño pacifista de Immanuel Kant

El filósofo alemán buscó la manera de alcanzar un mundo sin guerras aunque, 230 años después, su propuesta sigue lejos de cumplirse

El filósofo de Königsberg se ocupó del derecho y la política con un objetivo claro: la paz perpetua. Ese fue el nombre que Immanuel Kant le puso al breve ensayo en el que buscaba soluciones a un mundo en constante conflicto y establecía pautas concretas para alcanzar una armonía duradera y definitiva entre los Estados.

Si Hobbes había afirmado que «el hombre es un lobo para el hombre», el alemán da un paso más y reconoce que los estados «se perjudican unos a otros por su mera coexistencia». Por ese motivo, confía en el uso de la razón para superar esta naturaleza hostil y alcanzar esos acuerdos que permitan la paz.

El tratado kantiano es calificado por algunos estudiosos como algo utópico. De todo el texto, no muy extenso, nos detendremos en dos aspectos concretos que llaman la atención por su actualidad y por la dificultad en su consecución.

Un mundo sin ejércitos

Hemos asistido estos días al debate de los miembros de la OTAN sobre la necesidad de aumentar el gasto en defensa. El conflictivo mundo en el que vivimos, con frentes de batalla en las fronteras de Europa ha provocado los llamamientos a un rearme que no todos consideran oportuno. Kant tampoco lo hubiera aprobado.

Su ensayo Sobre la paz perpetua comienza con seis artículos preliminares para alcanzar su objetivo. El tercero dice que «los ejércitos permanentes deben desaparecer totalmente con el tiempo». El autor de la Crítica de la razón pura advierte de los peligros de una carrera armamentística entre los estados que se ven unos a otros como amenazas. Su argumentación es sencilla y mira al bolsillo: «Los gastos generados por el armamento, se convierten ellos mismos en la causa de guerras ofensivas, al objeto de liberarse de esta carga». Es decir, mejor ir a la guerra que seguir gastando dinero en aumentar el arsenal.

El segundo argumento de Kant para pedir la desmilitarización absoluta es todavía más humano y apunta al conflicto moral de pagar a alguien para que muera o mate. «Ser tomados a cambio de dinero para matar o ser muertos parece implicar un abuso de los hombres como meras máquinas e instrumentos en manos de otro», explica el pensador en un razonamiento que nos remite a su formulación del imperativo categórico.

Kant y la ONU

Tras exponer esos seis artículos preliminares, el filósofo expone otros tres «definitivos» para lograr ese «estado de paz». Nos centraremos en el segundo de ellos, ese que apuesta por una «una federación de Estados libres» que rompiese con la dinámica amenazadora que supone la coexistencia.

La idea kantiana sobre esa unión de naciones no establece, sin embargo, que se forme un único Estado que aúne diferentes pueblos. Es decir, rechaza lo que llamaríamos un super-Estado por el temor a cierto «despotismo» por parte de algunos sobre otros. No es difícil encontrar en esta idea cierto paralelismo con las críticas al «imperialismo» estadounidense de aquellos grupos y partidos que se oponen a organizaciones como la OTAN.

El filósofo apuesta, en definitiva, por una «federación de la paz» que pretenda acabar con todas las guerras para siempre. Su base sería la de la libertad de los estados y sus gentes y su capacidad racional de apostar por el abandono de la beligerancia y la confianza en el pacifismo. El adjetivo utópico en una propuesta de este tipo no parece exagerado.