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Los libros de los que más se hablará este verano

El 'performative reading' es una tendencia de redes sociales

‘Performative reading’, la última moda de Instagram que convierte los libros en atrezo

Mucha gente publica en sus redes sociales imágenes de libros para darse una pátina de interés por la cultura

Vivimos en la época en la que importa más mostrar lo que vives que vivirlo. Ya sea un concierto, un viaje o cualquier evento que se nos ocurra. Buena parte de la sociedad acude a estos sitios para poder mostrar en redes sociales que ha estado, no para disfrutar de ellos.

Lo mismo pasa con la lectura. Es más importante, de cara a las redes, mostrar que lees que leer. Subir fotografías de páginas de libros, cerrados, o posados de una persona que lee, o finge leer, son algo cada vez más habitual que se está convirtiendo, por desgracia, en una nueva forma de arte moderno.

No obstante, no es más que una tendencia más. Se llama performative reading y se basa en mostrar que se lee, en falsear la lectura. Esta práctica convierte los tesoros de la literatura en poco más que atrezo, en un accesorio más con el que posar para Instagram frente a un paisaje llamativo.

Esta moda es una buena descripción de estos tiempos de relativismo líquido y manda un mensaje claro: importa más el continente que el contenido. Qué más da que el mensaje esté hueco si el envoltorio es bonito. Qué importa lo que diga un libro si las redes sociales me pueden ver leyéndolo.

El escaparate de libros de las redes sociales

En redes sociales es más importante darse una pátina de cultura que realmente tenerla. Porque, total, nadie va a profundizar. Todo el mundo se queda en la superficie de lo que mostramos en una fotografía. Por eso es crucial mostrar que leemos. Demostrarlo es otra cosa.

En el mar de selfies y viajes de ensueño que inunda Instagram se está colando la tendencia de posar con un libro. Cerrado, para acompañar la imagen de una frase o una cita de la obra, o abierta en una página oportuna. Es el performative reading, la última moda para presumir de cultura.

No hace falta leer para mostrar que se lee, solo tener un móvil y un perfil en redes. En la tendencia del performative reading importan más el encuadre, la luz y el fondo que el contenido del libro que se quiere mostrar. Esta moda es una aspiración para darse brillo con la lectura, pero no para enriquecer el mundo interior con la literatura.

Esta práctica sigue la lógica del escaparate virtual de las redes sociales y los libros son exhibidos como mercancía, como un bolso de lujo o unos zapatos caros. Y, así, el feed y los reels de Instagram están plagados de ediciones preciosas de grandes clásicos como Crimen y castigo, Ulises o La Regenta que solo se abrirán, si acaso, para hacer la fotografía.

El performative reading ha transformado la lectura de un acto puramente íntimo y personal a una nueva forma de venderse a uno mismo en redes. Los títulos se escogen par dar apariencia de altura intelectual o sensibilidad artística, para preponderar el continente en detrimento del contenido. Lo que habla y comunica es la imagen que se proyecta, no lo que aporta la obra.

El performative reading, como cualquier tendencia de Instagram, nos habla de la veneración por lo efímero y de la obsesión por la imagen que adolece esta sociedad actual. El convertir los libros, tesoros que acumulan saber e historias, en mero atrezo es síntoma de una necesidad constante de atención para validarse.

Mejor nos iría si en vez de dedicar tanto tiempo y esfuerzo a hacer ver que leemos, leyéramos.

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