El director del Instituto Cervantes, Luis García Motero
La estrategia del Instituto Cervantes para entregarle la RAE a Sánchez en bandeja de plata
La izquierda ha decidido lanzarse al asalto de la RAE, uno de los últimos organismos sin control de Moncloa
Ni un solo rincón de España que no esté colonizado por el sanchismo. Ese bien podría ser el lema del gobierno a la vista de cómo los peones de Moncloa han ido tomando posiciones en el tablero de la sociedad española desde que Pedro Sánchez llegó al poder.
En el ámbito del mundo de la cultura, es clamoroso. La izquierda ha ido introduciéndose en prácticamente todos los organismos e instituciones culturales desde donde presentan una cultura progresista alineada con la agenda de PSOE-Sumar como hegemónica y desde donde promueven dicha agenda dentro y fuera de España.
Todo ese proceso cuenta con el Instituto Cervantes, en manos de un poeta mediocre pero leal al sanchismo como es Luis García Montero, como principal rompehielos con el que abrir grietas allí donde se resistan a los cantos de sirena monclovitas.
Lo hemos visto estos días en el ataque del Instituto Cervantes a la RAE. O, más bien, el asalto del Instituto Cervantes a la RAE.
¿Pretende la izquierda, con el Instituto Cervantes como herramienta, hacer con la RAE lo que se ha hecho con el Ateneo de Madrid, la Caja de las Letras o los Premios Nacionales de cultura y convertirlo en un nuevo alfil del sanchismo?
La crisis la abrió, de forma premeditada, el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, con unas declaraciones gratuitas, y sin provocación previa, hacia el director de la RAE, Santiago Muñoz Machado.
Reprochó García Montero, durante un acto el pasado jueves, a Muñoz Machado el no ser filólogo y sí «un catedrático de Derecho Administrativo experto en llevar negocios desde su despacho para empresas multimillonarias».
La RAE respondió con un durísimo comunicado en el que expresaba su «repulsa» por las palabras de García Montero, definidas como «agresión» que «ofende a la RAE».
La polémica no se acabó ahí. Durante la rueda de presentación del X Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), que se celebra en Arequipa (Perú), García Montero insistió en sus ataques e incluso se atrevió a hablar del «sucesor» de Muñoz Machado, unas palabras que podrían interpretarse como una intromisión del Instituto Cervantes en el proceso de elección del director de la RAE.
Asalto a la RAE
Pero ¿qué hay detrás de este choque? Viniendo de una institución tan politizada al servicio de los intereses del gobierno de PSOE-Sumar, es obvio que existe una razón para esta estrategia del choque y del insulto puesta en práctica por García Montero.
Por el momento, parece que la estrategia seguida por García Montero está funcionando, ya que ha logrado crear confusión, infundir nervios y polarizar. «Nos conviene que haya tensión», decía en su día Zapatero.
La actitud de García Montero es particularmente ruin, teniendo en cuenta que su cargo depende del Ministerio de Exteriores, mientras que la RAE es un organismo independiente que elige a su director de forma democrática entre sus miembros.
La RAE es de los pocos organismos culturales y sociales de España que ha logrado escapar al control de Moncloa y de Pedro Sánchez.
Dese su llegada al poder, Sánchez ha llevado a cabo una estrategia de confrontación con la RAE.
La RAE se expresó en numerosas ocasiones en contra del desdoblamiento de género en el modo de hablar, promovido desde la política en aras de una supuesta inclusión. También se expresó en contra de introducir un tercer género para personas trans o a modo de inclusión de todos los géneros, el famoso «elles» o «nosotres», o del uso del femenino como género neutro, que emplean con frecuencia representantes de Podemos como Irene Montero.
En ese sentido, el Gobierno trató de poner en un compromiso a la RAE obligándola a tomar partido, supuestamente, para evidenciar el supuesto machismo dentro de la institución.
En 2020 la vicepresidenta del Gobierno solicitó un estudio sobre el uso del lenguaje inclusivo en la Constitución. La RAE concluyó que «la Constitución emplea un castellano correcto», sin desdoblamientos de género ni inventos similares.
En 2023 fue la Mesa de las Cortes Generales la que quiso dejar en evidencia a la RAE al solicitar unas recomendaciones para un uso no sexista del lenguaje en la Administración parlamentaria.
En sus recomendaciones, hechas públicas en 2024, la RAE criticaba que desde la Mesa del Congreso se promoviera la sustitución del masculino genérico por fórmulas inventadas por los políticos con fines ideológicos que no responden ni al modo de hablar ni a la lógica gramatical.
También en 2023 la RAE se expresó de forma explícita en Twitter contra el uso de la letra «e» para marcar género neutro (elle, nosotres): «El uso de la letra ‘e’ como supuesta marca de género es ajeno al sistema morfológico del español, además de ser innecesario, pues el masculino gramatical funciona como término inclusivo en referencia a colectivos mixtos, o en contextos genéricos o inespecíficos».
Además, la RAE se ha opuesto a la generalización de los topónimos en lenguas cooficiales también en castellano, sustituyendo los topónimos en castellano tradicionales (Lleida por Lérida).
En definitiva, la RAE ha sido una piedra incómoda en el zapato del sanchismo que le ha impedido hacer ingeniería social con el lenguaje y oficializar el lenguaje progresista de uso frecuente en discursos públicos de los políticos (que no los privados) y que han convertido el español «político» en un galimatías incomprensible y dañino al oído.
La visión del Instituto Cervantes es diametralmente opuesta y, el propio García Montero reconoció que se siente incómodo con el plural masculino como genérico y que intenta utilizar el doble plural.
Tampoco se mostró partidario de imponer una unificación en el modo de hablar de la gente y se expresó partidario de «utilizar todos los recursos que asume la sociedad para ir haciendo un lenguaje cada vez más inclusivo».
¿Por qué ahora?
También llama la atención el momento del ataque de García Montero a Muñoz Machado en la víspera del Congreso de Arequipa.
Lo primero, el argumento central del ataque del director del Cervantes, cuando dice que «experto en llevar negocios desde su despacho para empresas multimillonarias».
García Montero está hablando de la labor realizada en los años de Muñoz Machado al frente de la RAE para lograr fuentes de ingresos para la RAE.
Con unas cada vez más exiguas subvenciones públicas del Estado a la RAE, que ya apenas rozan los 2 millones de euros anuales, Muñoz Machado ha tratado de encontrar las vías para que la institución disponga de medios necesarios para impulsar sus proyectos.
En gran medida lo logró a través de la Fundación pro-RAE, por medio de la cual se han logrado importantes acuerdos de colaboración y convenios con la Cámara de Comercio de España, Inditex, el Colegio de Registradores de la Propiedad, la Fundación Endesa, la Fundación ONCE o la Fundación María Cristina Masaveu.
La cuestión detrás del ataque es que en 2026 finaliza el segundo mandato de Muñoz Machado como director de la RAE y se elegirá a un nuevo director.
Con un par de excepciones, los directores de la RAE han ocupado el cargo, como mucho, durante dos períodos, siendo muy raro que se presenten a un tercer mandato.
Sin embargo, dada la guerra soterrada del gobierno con el Instituto Cervantes como ariete, para romper la RAE y hacerse con su control, un grupo importante de académicos querría que Muñoz Machado se presentara para un tercer mandato. Y tendría muchas posibilidades de resultar reelegido.
Consciente de que en ese caso se cerraría una nueva ventana de oportunidad para asaltar la RAE, García Montero habría decidido emprender una campaña abierta, frontal y personal de desprestigio contra Muñoz Machado y, tal vez, frustrar su reelección.