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Detalle de Hombre leyendo (1908) de John Singer Sargent

Detalle de Hombre leyendo (1908) de John Singer Sargent

Contra la lectura, el nuevo «wokismo» o la nueva soberbia de los que no leen como la «influencer» María Pombo

Leer podría considerarse elitista por ser minoritario. Y por esta razón todo el que lee y denuesta al que no lee algunos le consideran arrogante, mayormente quienes no leen

Parece una aberración distópica que exista o se empiece a extender un «movimiento antilectura» internacional. Algunas grandes empresas incluso consideran productivo no leer y recurrir a resúmenes. Hay un principio estoico en esto: incluso Marco Aurelio (sin rechazar la lectura) ponía a la acción por delante en sus Meditaciones.

Leer también podría considerarse elitista por ser minoritario. Y por esta razón todo el que lee y denuesta al que no lee algunos le consideran arrogante, mayormente quienes no leen. El problema puede ser la arrogancia del que no lee porque, del mismo modo que no se debe hacer de menos a nadie por no leer, tampoco se debe hacer de menos a nadie por leer.

La distopía de este asunto va por ahí. Arturo Pérez-Reverte dice que la literatura nos ayuda a entender el mundo mejor. Hace unos meses, la «influencer» María Pombo, tras recibir críticas por no tener libros en las estanterías de su casa que mostraba en las redes sociales, respondió: «Hay que empezar a superar que hay gente a la que no le gusta leer, y encima no sois mejores porque os guste leer».

Leer es beneficioso

Al reconocimiento expreso de que no le gustaba leer, la «influencer» añadió el orgullo por no hacerlo. Muchas cosas han cambiado y están cambiando y van a cambiar en los tiempos de la tecnología, las redes sociales y la inteligencia artificial (que ya empieza a colaborar en la no lectura con sus reducciones), pero esta suerte de confrontación antiintelectual abre un socavón nunca antes visto: la lectura atacada por distintos frentes de influencia social como la productividad y el nuevo ámbito laboral o las nuevas costumbres potenciadas por los «influencers».

Es potenciar no recibir una parte importante (esencial) de la educación y sentirse orgulloso de no recibirla. Nadie obliga a leer, pero no hay duda de que leer es beneficioso por lo que, además de la pérdida por los nuevos rumbos profesionales, que una «influencer», que es un nuevo rumbo «laboral» (sin perjuicio de las excepciones una «profesión» que no destaca por su conocimiento en general) que influye en millones de personas se enorgullezca de no hacerlo está potenciando algo no beneficioso a millones de personas que incluso, a pesar de saber que leer es bueno, pueden pensar que a partir de este momento no lo es tanto o que incluso no lo es en absoluto.

Nadie es inferior por no leer

Es la altanería de la ignorancia, lo que supone un cambio de paradigma social, otro más, que anuncia un abismo, otro más, de un mundo ya casi hecho de abismos. En vez de una gran extensión de tierra, el pensamiento apunta a una gran extensión de pedacitos rodeados de acantilados, adonde ahora también parece que van a parar los antilectores orgullosos de serlo. Porque nadie es inferior por no leer (las razones para no hacerlo y por no poder hacerlo son variadísimas), pero sí lo es inevitablemente por sentirse orgullosamente ignorante de no leer.

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