El alcalde barcelonés Jaume Collboni durante la inauguración del Pabellón de Barcelona en la FIL
Disparate separatista en la FIL: escritores en catalán piden la retirada de una beca en español
El Consistorio de Barcelona, ciudad invitada de honor en la FIL de Guadalajara, anunció en la feria del libro mexicana una residencia internacional para autores latinoamericanos
Barcelona es la ciudad invitada de honor de la Feria del Libro Internacional de Guadalajara (FIL) y los escritores en catalán piden la retirada de una beca en español para autores latinoamericanos anunciada por el Ayuntamiento barcelonés dentro del mismo evento mexicano.
El separatismo siempre de la mano del disparate y de lo inoportuno. Impulsada por el Consistorio con la colaboración del Consorcio de Bibliotecas de Barcelona y Casa América Cataluña, la beca, dotada con 80.000 euros, consiste en una residencia para que autores latinoamericanos narren la ciudad.
Pero como no lo van a hacer en catalán, sino en español, los escritores en catalán piden su supresión, la prohibición, siempre la prohibición, el veto, la falta de libertad. ¿Dirá algo Urtasun de tan flagrante ataque a la diversidad lingüística? Y lo piden por la «minusvalorización del catalán». Poco menos que una enfermiza manía persecutoria y sectaria, bien distinta al desinterés creciente natural por el catalán.
Y no solamente piden la eliminación, sino que la dotación sea «íntegramente» para la «creación en catalán, una lengua que no cuenta con otras instituciones que las catalanas para garantizar el fomento, la difusión y la continuidad». Todo esto es una petición de la Asociación de Escritores en Lengua Catalana, que especifica de forma delirante:
«Cualquier convocatoria que menosprecie la las lenguas indígenas de la América del Sur y Mesoamérica, y obviamente el catalán, no hará otra cosa que insistir en los procesos de minorización que sufren estas lenguas». En Barcelona solo un 25 % de sus habitantes habla en catalán, una muestra más del fracaso de la sectaria inmersión lingüística, el «menosprecio» inexistente y la «emergencia» (siempre victimistas), como la han calificado interesados políticos como ERC y Junts.