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25 de abril de 2024

Detalle de portada. «Contar la verdad» de Bieito Rubido

Detalle de portada. «Contar la verdad» de Bieito Rubido

Ensayo / Memorias

Periodismo decente desde toda una institución

Una década de periodismo en 'ABC', una institución centenaria, para explicar un mundo cada vez más complejo lejos del divismo periodístico

Detalle de portada. «Contar la verdad» de Bieito Rubido

Penguin Random House / 461 págs.

Contar la verdad

Bieito Rubido

En los últimos años hemos podido ver en los escaparates de las librerías ejemplos varios de memorias de periodistas que han dirigido distintos medios de comunicación en España, donde muchas veces se acaba afirmando que representaban mejor la institución de la que habían formado parte, sin entender del todo que los valores que representaban esos medios iban mucho más allá de las personas que temporalmente las habían conducido. Pero también existe otra forma de volver sobre la profesión recordando que puede ser un agradecido ejercicio en defensa de la decencia para hacer mejor nuestra sociedad.
El que fuera director de ABC durante una década, Bieito Rubido, defiende este oficio recordando su paso por ese periódico, que el informe Merrill sitúa en el décimo puesto en su lista de los cien periódicos más importantes del mundo, tratando de contar con honestidad lo que vio.
Difícil empeño, como él mismo señala, en una etapa convulsa de nuestra historia, ya que llegó a esa centenaria casa en septiembre de 2010, después de estallar la Gran Recesión de 2008, y cuando todavía no se habían hecho sentir todas las consecuencias de la deficiente gestión del gobierno Zapatero de la peor crisis económica desde la Gran Depresión de 1929. Aquella deficiente gestión desde la radicalidad sirvió además para alimentar el auge de distintos populismos.
Explica con detalle el autor la obsesión del gobierno Rajoy y su gestión para sacar a nuestro país de aquel atolladero económico; desde marzo de 2012, cuando se temió no poder pagar las nóminas de los funcionarios, al memorable Consejo de Europa del 28 de junio de ese mismo año, cuando los dirigentes europeos aceptaron establecer un mecanismo de supervisión para todos los bancos de la zona euro, que aprovecharon Catalunya Caixa, Nova Caixa Galicia, Bankia y el Banco de Valencia. No se trató de un rescate, como explica detalladamente. Y a la vista están además los datos sobre pensiones, por ejemplo, para el que quiera analizarlos, de lo diferente que ha sido la situación en Portugal. País que sí fue rescatado.

Periodismo de filtración

En esta era de la desinformación (mal llamada de las fake news), Rubido se detiene en un ámbito que considera esencial y poco tratado: el falso mito del periodismo de investigación, que él denomina «periodismo de filtración». Analiza los casos de buen periodismo de ese tipo que se dan en nuestros medios, pero afirma rotundo que la mayoría de los casos que así se etiquetan, malamente se pueden considerar el periodismo de esa especialidad que definió Meyer hace ya muchas décadas. 
Considera que, las más de las veces, se trata de filtraciones que de manera calculada e interesada suelen hacer llegar a los medios policías, particulares, jueces y fiscales. Es especialmente crítico con estos últimos, y se detiene en los detalles del caso Gürtel y las andanzas del comisario corrupto Villarejo. Suposiciones y no hechos probados, que las fuentes nunca quieren que se contrasten, que hacen necesario replantearse una cultura de connivencia de determinados periodistas. Cree que se crearía un estado de opinión pública más sereno y más justo con las víctimas que sufren la pena de telediario.
Del apagón informativo sobre los miles de muertos por una de las peores gestiones de la pandemia en todo el mundo (que acabarán aflorando finalmente cuando termine 2021 y tengamos todos los datos estadísticos disponibles); a la cobertura sobre Venezuela, que han convertido a ABC en una referencia en todo el mundo; sobre los desmanes en ese país o los detalles sobre qué parte del PNV no quiso apoyar la moción de censura para el «gobierno Frankenstein» de Sánchez, merece la pena releer con cuidado muchas páginas de este libro.
Aparecen muchas otras anécdotas en estas páginas practicando siempre un periodismo nunca arrogante, durante esa década al mando de una institución con trescientos periodistas. Habla de la opinión que manifiestan distintos expresidentes del gobierno sobre las actividades del expresidente Zapatero en Venezuela; las dudas que generaba entre los diplomáticos norteamericanos el que fuera presidente de Castilla La-Mancha, Bono; las actitudes de cierta derecha «Deloitte» a la que sólo interesa la economía y no defender las ideas; hasta la anécdota de Iván Redondo, cuando todavía era director del gabinete del presidente Pedro Sánchez, tratando de dictar titulares.
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