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19 de abril de 2024

Retrato del poeta Dante Alighieri por Sandro Botticelli

Retrato del poeta Dante Alighieri por Sandro Botticelli

No ficción / Ensayo

Prestamistas, ajustes de cuentas y grandes familias: el «Dante» más allá de la «Comedia» y Beatrice

Barbero exprime la documentación y los archivos florentinos para presentar a un Dante comprometido con la política, descendiente de una élite económica y que empuñó la espada en su deber ciudadano

Portada de «Dante» de Alessandro Barbero

acantilado / 400 págs.

Dante

Alessandro Barbero

Lasciate ogni speranza, voi ch'entrate («Abandona toda esperanza, tú que entras») son las duras, y a la vez famosas palabras que Dante encuentra escritas sobre la puerta del Infierno en la Comedia. Ciertamente, son muchos los que conocen la obra, pero pocos quienes conocen a la persona. 
Durante de los Alighieri («Dante» era el diminutivo generalizado en la época) nació en una acomodada familia de Florencia en 1265. Sus antepasados –al menos hasta su tatarabuelo Cacciaguida, quien aparece en un documento de 1131– habían tenido una posición social elevada, pero no así los descendientes, quienes amasaron una considerable fortuna mediante el cuestionable arte del préstamo.
Mediante ese arte, la rama de descendientes de Alaghieri, uno de los hijos de Cacciaguida y bisabuelo de Dante, pudo llegar a tener un nombre entre los ciudadanos pudientes de Florencia (no todas las familias tenían lo que podríamos llamar apellido, había que ganárselo) y un poder económico que posibilitó la elevada posición social de la que gozó Dante sin por ello pertenecer a la nobleza (gentilezza), y lo llevó a engrosar la fila de caballeros de élite (los feditori) seleccionados de los barrios (sesti) de Florencia para luchar contra la ciudad de Arezzo en la batalla de Campaldino en 1289. 
Porque, en efecto, Dante empuñó la espada. Todo ciudadano que se preciase de serlo en la Florencia del siglo XIII debía tomar las armas por la ciudad. En la ocasión de Campaldino, el día de san Bernabé –un enfrentamiento enmarcado en el por entonces secular conflicto entre las facciones güelfa y gibelina– Dante formaba parte de un cuerpo militar cuyo equipamiento y montura solo podían costearse unos pocos.

La Florencia de 1300

Alessandro Barbero, apoyado en los primeros biógrafos de Dante, los mismos escritos del poeta (Comedia, Convivio, Monarquía, etc.) y una ingente cantidad de documentación de la época (archivos, contratos de compraventa, contratos de préstamo, actas de las reuniones del comune de Florencia), ofrece una imagen nítida de la familia, el estatus, el pensamiento político, los negocios, las amistades, y un largo etcétera de Dante Alighieri. Como resultado, el lector no solo tiene la oportunidad de asomarse a la vida del «Sommo Poeta», sino la de adentrarse en la vida de la Florencia de 1300. El trabajo de Barbero resulta realmente detectivesco, sobre todo a la hora de rastrear los préstamos, herencias y adquisiciones de la familia Alighieri.
Especial mención merece el sesto (barrio) de Porta San Piero, en el que vivían los Alighieri, y la “guerra de familias” que allí se desencadenaba. Los Cerchi y los Donati, ambas familias de grandes señores, conocidos como magnati, se situaban a un lado y otro de los Alighieri, y se enfrentaban entre sí ferozmente como representantes de los dos bandos en que se había escindido la facción güelfa florentina: los blancos y los negros. De hecho, la ferocidad del enfrentamiento podía llegar a ser mayor que contra los propios gibelinos. 
Guido Cavalcanti, amigo de Dante y miembro de una de las más importantes familias de magnati florentinos alineada con los Cerchi –güelfos blancos– sufrió un intento de asesinato, según recoge Barbero, nada menos que en peregrinaje a Santiago de Compostela a manos del líder de la facción contraria –güelfos negros– Corso Donati, hermano, por cierto, de un gran amigo de Dante al que, ya muerto, el poeta situó en el Purgatorio de la Comedia: Forese Donati. A su regreso a Florencia, Guido trató de matar a Corso acompañado de un grupo armado en una batalla callejera en toda regla, pero resultó gravemente herido. Como deja entrever Barbero, el compromiso político en la Florencia de 1300 no era para tomárselo a broma.
Dante no frecuentó las reyertas callejeras, pero no por eso dejó de tomar partido. Pese a tener amigos en ambos bandos, señala Barbero que todo apunta a que se alineó con los Cerchi, es decir los güelfos blancos. Además, Dante participó activamente del gobierno de la ciudad: el comune florentino. «La participación de Dante en la vida política de Florencia la acreditan muchos documentos entre los años 1295 y 1301, pero empezó antes», señala Barbero. Cada una de las afirmaciones del autor se sustenta en los documentos; la interpretación y la teoría solo aparecen cuando las fuentes callan, y la imaginación –en el peor sentido de la palabra– no hace acto de presencia, y es algo que se agradece enormemente.
El trabajo historiográfico de Alessandro Barbero es impecable, y hace aconsejable a quien desee acercarse a la obra de Dante en este 700 aniversario de su muerte, ya sea a la Comedia, ya a la Monarquía o a cualquier otra, que lea primero este breve volumen, ya que aporta el marco histórico y sociopolítico necesario para entender de manera integral la obra dantesca. 
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