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26 de abril de 2024

Detalle de portada. «Alfonso X el Sabio» de Adolfo de Mingo

Detalle de portada. «Alfonso X el Sabio» de Adolfo de Mingo

Ensayo / Historia

El Emperador de la Cultura: en el octavo centenario del Rey Sabio

Se cumplen 800 años del nacimiento del primer intelectual en sentarse en un trono hispano. Dos interesantes obras recientes de Kirstin Kennedy y Adolfo de Mingo biografían al monarca.

Se cumple dentro de unos días, el 23 de noviembre, el octavo centenario del nacimiento de uno de los monarcas más grandes de la España medieval, Alfonso X el Sabio (1221-1284), Rey de Castilla y León y Rey de Romanos electo. Si esa efeméride fue celebrada en su séptimo centenario en el año 1921 con una solemne sesión conjunta de las reales academias presidida por el Rey Alfonso XIII, me temo que en esta ocasión el aniversario va a quedar más deslucido en esta España nuestra tan desmemoriada salvo para aquello que la divide y enfrenta.
Alfonso X, el primer intelectual en sentarse en un trono hispano y uno de los más brillantes reyes sabios de la Europa del Medievo, ha sido objeto de muchas y sólidas biografías. Tres de ellas merecen ser mencionadas por su calidad y rigor: las debidas a Joseph O’Callaghan (Universidad de Sevilla, 1996), Salvador Martínez (Polifemo, 2003) y Manuel González Jiménez (Ariel, 2004). Esta última, a mi juicio, es la mejor biografía del Rey Sabio publicada hasta la fecha.
A estas tres biografías hay que añadir dos interesantes obras recientes, una publicada en 2019 por la Universidad de Ámsterdam, obra de Kirstin Kennedy (Alfonso of Castile-León. Royal Patronage, Self-Promotion and Manuscripts in Thirteenth-Century Spain) y otra publicada hace pocos meses por Adolfo de Mingo Lorente en La Esfera de los Libros (Alfonso X el Sabio. El primer gran rey).
Detalle de portada. «Alfonso X el Sabio» de Adolfo de Mingo

la esfera de los libros / 272 págs.

Alfonso X el Sabio

Adolfo de Mingo

No pueden ser más diferentes ambos libros. El primero, ejemplo de sólido ensayo monográfico de un especialista, se debe a una investigadora británica formada en Oxford, luego Fellow en el King’s College de Londres y es el resultado de una larga investigación que comenzó con su tesis doctoral. El segundo es un buen ejemplo de biografía divulgativa para todos los públicos escrita por un periodista cultural que también tiene una sólida formación humanística (doctorado en Historia del Arte incluido). Ambas obras merecen ser destacadas por una más que correcta ejecución dentro del género en el que cada uno se mueve, la investigación del especialista y la divulgación del periodista cultural. 
El sólido ensayo de Kirstin Kennedy nos aporta nuevos y fascinantes datos sobre la estrecha relación existente entre la brillante producción científica, literaria y artística de Alfonso X y su entorno con la formulación de su pensamiento político. Además, nos muestra, a partir del minucioso análisis de los prólogos y las miniaturas alfonsíes, como el mecenazgo cultural podía ser, un siglo antes de que diera comienzo el Renacimiento Italiano, una poderosa herramienta de propaganda para el poder.
Portada de «Alfonso X of Castile-León» de Kennedy

Amsterdam University Press / 228 págs.

Alfonso X of Castile-León

Kirstin Kennedy

En cuanto a la biografía del Rey Sabio debida a Adolfo De Mingo tiene varios puntos fuertes: está bien construida, bien escrita y resulta accesible a todos los públicos, sin por ello dejar de ser rigurosa y estar al día de la abundante bibliografía en torno al monarca castellano. Además, en esta biografía se percibe un reconocimiento de los grandes logros alfonsíes sin caer en la apología. Resulta una obra recomendable para aquellos que no quieran leer una biografía académica y quieran acercarse a la figura de Alfonso X.

Bien construida, bien escrita y accesible a todos los públicos, sin por ello dejar de ser rigurosa y reconocer los grandes logros alfonsíes sin apologías

En el capítulo de las objeciones que cabría poner resulta obligado señalar que el estudio de Kirstin Kennedy adolece, a nuestro juicio, de algunos de las «taras» de la escuela historiográfica anglosajona, marcada por el rancio lema de Oxbridge: nihil admirari («no admirar nada»). En efecto, en su búsqueda del máximo rigor en el análisis de las fuentes y de una total asepsia metodológica fuerza en exceso la hipercrítica del personaje y de sus logros, en ocasiones no haciendo suficiente justicia a su relativa grandeza.
Adviértase que esta vindicación de la grandeza del Rey Sabio no obedece a motivos chauvinistas, nada más lejos de mi ánimo. Sencillamente, parto de la constatación a partir del análisis comparado de trayectorias de reyes con un similar perfil intelectual en el Occidente europeo de lo extraordinario de la figura de Alfonso de Castilla. Apenas unos pocos monarcas en la Europa medieval se le pueden comparar por su legado cultural, un legado que llevó al hispanista norteamericano Robert I. Burns a proclamarlo como un «Emperador de la Cultura» (Emperor of Culture).
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