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14 de mayo de 2024

Dune

Portada de «Dune» de Frank HerbertDebolsillo

'Dune', la religión y la Biblia Católica Naranja

Merece la pena que nos detengamos un momento en el que quizá es el tema central de la novela de Frank Herbert junto a la lucha contra o con el desierto: la religión

El escritor estadounidense Frank Herbert escribió a principio de los años 60 la novela de ciencia ficción Dune. No es este el lugar para analizar los méritos literarios de Herbert y Dune, ni de sus numerosas secuelas, en cambio sí tiene interés el que nos detengamos un momento en el que quizás, pese a todo, es el tema central de la novela junto a la lucha contra o con el desierto. Me estoy refiriendo, claro, a la religión.
Para cualquiera que conozca la historia del islam y haya leído el Corán, Dune pierde automáticamente mucha de su novedad, pero lo esencial no es si Herbert se inspiró profundamente en la historia de Mahoma, sino cuál era su visión de la religión en aquel momento para alguien inteligente e informado que escribía desde los EEUU.
En los apéndices de la novela hay una parte que se titula la religión de Dune y allí se encuentran algunas de las ideas y visiones más interesantes que Herbert tenía sobre lo religioso en general y el impacto que esto tenía en el trasfondo de su novela. Junto a las bene gesserit, que tanta presencia tienen en la obra y que al parecer están inspiradas en los jesuitas (también esto nos hace comprender mejor hasta qué punto el mundo protestante tiene un concepto terriblemente deformado de los jesuitas) quizás los tres eventos religiosos más importantes de la misma son la yihad butleriana, la propia yihad del protagonista Paul Atreides y la Biblia Católica Naranja (B.C.N.). Recordemos que por los años que Herbert escribía su obra, la Iglesia católica estaba celebrando su concilio Vaticano II, del que tanto se ha derivado en la religión de las últimas décadas.
Dune

debolsillo / 784 págs.

Dune

Frank Herbert

¿Pero por qué es interesante la B.C.N.? Porque este texto sagrado se habría creado por una comisión de sabios ecuménica que trataría de crear un texto religioso básico para la humanidad. Y ciertamente, algunos de los textos del concilio Vaticano II, así como el hecho de que se invitara a observadores prácticamente de todas las religiones y, desde luego, de todas las confesiones cristianas mayoritarias, recuerdan mucho a este proceso. Incluso se logró que, en algunos textos importantes del concilio, un concilio que se ha llamado pastoral y no dogmático, pero que curiosamente tiene en su frontispicio una constitución dogmática, apareciesen referencias a que el Espíritu Santo está presente en toda tradición religiosa humana.
Igualmente, Herbert, prevé el rechazo que la B.C.N., el texto de agregación que los «padres conciliares» o los 121 sabios crearon para su universo. Y fue rechazado por muchas de las comunidades de creyentes que recibieron a sus delegados cuando estos volvieron a sus lugares de origen, analizando esta reacción bajo el signo del fanatismo y la limitación de estas personas. La idea de que una élite de religiosos ilustrados imponga un consenso religioso universal de amor y armonía basado en las necesidades y la historia del hombre no está tan lejos de la realidad como parece, incluso según algunas propuestas de templos conjuntos para las religiones abrahamánicas, junto con las vigilias de oración interreligiosas y la creación de una ética universal, es algo que llevamos viendo desde entonces y, por cierto, ha sido desde el siglo XVII el proyecto de la masonería.
Herbert, del que se ha dicho que pertenecía esta organización (aunque desconozco si es verdad o no) sabía muy bien que dicho proyecto tendría que enfrentarse a dos fuerzas fundamentales, la Iglesia Católica y el Islam. Pero lo interesante es que hace partir ese proceso de renuncia a los viejos contenidos de la fe de la propia Iglesia Católica y su Biblia Naranja, quizás haciéndonos entender el peso que la infiltración de la masonería tenía ya entonces en la Iglesia y que desde entonces no ha dejado de crecer.
Al final la enseñanza religiosa que podemos sacar de todo esto es si ante la deriva en este sentido de falso ecumenismo de parte de la jerarquía y del pueblo muy trabajado ya por estas ideas, que pone las necesidades de los hombres por encima de la verdad (no es casual que lo primero que hizo la comisión preparatoria de la B.C.N. fuera definir que ninguna tradición religiosa era revelada), no tendremos que apelar al famoso, pero detestado sensus fidei de la iglesia para que, al menos algunos, aunque pocos, sigan manteniendo el depósito de la fe. ¿Estaremos viviendo los tiempos de la gran apostasía de la que nos habla el libro del Apocalipsis? No, eso es imposible, cuentos de viejas, alucinadas visiones vaya a usted saber de quién, casi tanto como que Dios se encarnase en un varón judío hace 2022 años.
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