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04 de mayo de 2024

Portada de «El querido hermano» de Joaquín Pérez Azaústre

Portada de «El querido hermano» de Joaquín Pérez AzaústreGalaxia Gutenberg

'El querido hermano': Manuel Machado entre Burgos y Colliure

Novela que describe los años de Manuel Machado durante la guerra civil, su estancia en Burgos y, sobre todo, cómo vivió la muerte de su hermano.

Pérez Azaústre ha sido audaz al novelar la vida de Manuel Machado. Más aún cuando se centra en uno de los momentos más complejos del poeta: sus años en Burgos durante la Guerra Civil. La novela comienza cuando se entera de la muerte de su hermano Antonio, el 22 de febrero de 1939, y continúa el viaje que hace hasta Colliure para despedirse de él. Ese trayecto en coche le servirá para trasladar al lector varios momentos del pasado, con importantes hitos como su vida en París a finales del siglo XIX, donde entablará relación con la bohemia europea: Anatole France, Jean Moréas o un otoñal Oscar Wilde. También rememorará el pasado más inmediato: el estallido de la guerra que coincidirá con un viaje a Burgos. Estancia que se alargará hasta el final de la contienda y provocará su caída y ascenso: arresto inicial por republicano y su cuestionada entrada en la Real Academia Española bajo el amparo de Eugenio d'Ors y José María Pemán.
No es fácil describir esos momentos combinando verosimilitud y tensión narrativa con objetividad histórica (hasta donde sea posible), y a mi entender Pérez Azaústre lo ha conseguido. Y diría que no sin esfuerzo. Ha logrado no caer en el enjuiciamiento desde el presente o directamente en el estereotipo o la burla. El primer personaje que se toma en serio, lógicamente, es Manuel Machado. Tanto que ha dibujado un protagonista silente y hasta introvertido a pesar de ser el centro de la acción. Apenas dice nada en esta novela. Desde el punto de vista argumental tiene sentido por las circunstancias que está viviendo, pero además consigue no ponerle en su boca o en su pensamiento valoraciones, excusas o argumentaciones sobre sus últimas decisiones. El respeto a su figura es tal que, muy hábilmente, el autor consigue que el resto de los personajes pivoten a su alrededor completando sus vacíos. El lector lee, o interpreta, lo que desea.
La historia se nos cuenta, en gran medida, a través del joven falangista Raúl, secretario personal de Pemán y conductor del coche que lleva a Manuel y su mujer Eulalia hasta la tumba de su hermano. Azaústre sí se permite entrar en la cabeza de Raúl, personaje ficcional a fin de cuentas, que sirve para canalizar la opinión general de la España nacional sobre Manuel y crea una línea narrativa secundaria con el falangista radical Abel Cubero. Me parece interesante el juego de matices que conforman estos dos personajes: el falangista convencido y sincero pero con una honestidad que le hace matizar sus ideas; y el resentido que utiliza el odio al contrario como escudo para disimular frustraciones y envidias. Pienso que estos dos tipos debieron darse en las dos Españas. Y también pienso que lamentablemente el segundo tipo, si no abundaba más, por lo menos hacía más ruido.
Portada de «El querido hermano» de Joaquín Pérez Azaústre

Galaxia Gutenberg / 256 págs.

El querido hermano

Joaquín Pérez Azaústre

Pero no nos olvidemos del tema central del libro, la relación fraternal de los Machado y el desgarro que esas almas gemelas sufrieron al separarse por la guerra. Si hay una idea constante en el libro es el amor entre ambos (que más tarde se cuestionó debido a sus derroteros políticos). Esa unión le hace cuestionarse al autor, que toma en ocasiones la palabra narrataria, qué habría pasado si las circunstancias hubieran sido otras: «cabría preguntarse por qué hay que juzgar a Manuel Machado, cuando no se juzga a Antonio, y qué tipo de superioridad íntima convierte a ciertos estudiosos y escritores en valerosos guardianes de la moral pública cuando ha pasado el peligro».
La novela está contada con un sutil estilo lírico (Azaústre también es poeta) que se enriquece con un tono elegiaco que tiñe el texto a través de la mirada callada de Manuel. Incluso los momentos más alegres, como aquel encuentro parisino y finisecular de los dos hermanos en la juventud, tiene la nostalgia del tiempo pasado e irrecuperable y está además soberbiamente contado a través de una escena con un ciervo que quedará en la cabeza del lector por mucho tiempo.
Pérez Azaústre ha escrito una gran novela. Porque está bien escrita y porque ha elegido una figura que se merece una revisión. Manuel fue un gran poeta que tuvo la suerte de ser hermano de un gigante y de caer en el opuesto lado de la historia. Que el árbol no nos impida ver, y leer, las excelentes hojas que escribió.
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