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04 de mayo de 2024

Portada de Acogido a sagrado

Portada de Acogido a sagrado

Anidar en Dios, profesar de hombre

Reverberaciones del Creador

Acogido a sagrado, como quien ha logrado librarse de una persecución, de un linchamiento; acogido a sagrado, como quien se resguarda tras potentes muros de una masacre de gritos; como quien, desde la paz tranquila de la seguridad, emplea su turno de réplica a los argumentos del escepticismo, a las falacias del desconocimiento, a la desdichada imaginería construida en la mente de tantas personas, no se sabe a través de qué rozaduras con la realidad: «Entonces, ¿digo Dios y ves un cascarrabias?» (pág. 23). Y si, en una pregunta retórica continuada, el yo poético entiende que «Aquí no puedo hablar de lo importante», en cambio dedica su libro a exaltarlo, a festejar no ya la belleza del universo, escrito «en braille con un plectro» (pág. 35), sino la posibilidad de enlazar con su Creador, cuyas huellas aprecia en numerosos detalles cotidianos: «su guiño en las cosquillas, sus huellas en la música» (pág. 23). De ahí el canto «Qué salvado de no sé qué me siento / leyendo a sabios, santos y poetas» (pág. 17). De ahí también el continuo trazar vestigios de eternidad sin apelar solo a razones, sino a vivencias:
¿De quién era la mano que tiró
de mi camisa y me salvó del bus…
[…] lo que más quiero es dar las gracias a alguien.
Pero, ¿a quién se las puedo dar, a quién
si dicen que los ángeles no existen?

El yo poético se identifica con el de los poemarios anteriores de Jesús Cotta (A merced de los pájaros, Menos la luna y yo, Niños al hombro, Digno del barro, Gorriones en la acera) y con el propio autor. Tampoco en sus libros de aforismos ni en sus ensayos se disocia, ni se distancia. El perfil de sus versos parece manar de la misma entraña que sus movimientos y acciones, de ahí la apariencia de autenticidad que desprenden los poemas: nuevamente, comparte con los lectores peculiaridades de su existencia, como también sus reflexiones, sus oraciones, sus creencias, los fundamentos de su alegría, como también sus métodos de lucha para mantenerla en alto. La vocación contemplativa resuelve en poesía la felicidad de vivir y de saber, el entusiasmo por experimentar ya los anuncios del cielo, su encartamiento en la tierra.
Acogido-Sagrado_Portada

Cuadernos de Poesía, 2023, 70 págs

Acogido a sagrado

Jesús Cotta

El poeta autor de aforismos se delata de continuo, pero el ritmo de los versos justifica el género elegido para este poemario. Resuena particularmente la alegre métrica de la tonadilla, incluso en la composición titulada «Arte poética». No situarla en primer término, sino en la parte denominada «Tres luces», parece señal de no plantear una voluntad de estilo peculiar. Se aúnan en ella los proyectos de varias corrientes. En primer y en último término, resplandece la actitud contemplativa y amorosa, el deseo de alcanzar una visión análoga a la de la divinidad:
Danos un zarandeo
con un poema
y caerán de los ojos
las impurezas
que nos impiden
ver cada ser tal como
Dios lo concibe

La estrofa intermedia responde a una de las pretensiones de aquella vanguardia del creacionismo, impulsada por Vicente Huidobro:
No digas pues la cosa.
Eso es muy poco.
Ponla a hacerse y crecer
a nuestros ojos;
que tus palabras
la rescaten de ser
una entre tantas.

Y es la métrica la que fundamentalmente asiste al yo poético en ese intento: aparte del ritmo de seguidilla mencionado, los alejandrinos evocan la gravedad del tema en «Homo sapiens» y en «El gran parásito»; los pies quebrados apuntan al mismo sentido que el asunto en «Con los ojos cerrados», cuando pide ayuda para matar, cerrar y apagar sendas dificultades anímicas, a saber, la obsesión, el rencor y «el pozo» (pág. 47). Los pareados reproducen en una serie de paralelismos sintácticos las formas de vivir o malvivir que supondrían un derroche de dones (pág. 50). Predomina en el conjunto las formas arromanzadas, ya sean en arte menor o en mayor.
Por lo demás, el libro homenajea a la Trinidad en su estructura: está conformado por treinta y siete poemas, agrupados en doce series de tres, a las que se añade una oda sáfica de alabanza. y, conforme a una costumbre habitual en determinados grupos religiosos, Jesús Cotta cierra el poemario con dos composiciones para la Virgen María. La primera es una plegaria en forma de romance que parece adecuada para recitar a los niños antes de dormir. La segunda, una cantiga a la Virgen de Valme que recoge los detalles básicos de la historia de la imagen y de su veneración en el pueblo sevillano de Dos Hermanas. Precede a ambas composiciones una tercera, dedicada a Héctor, nombre dado por el poeta a su Ángel de la Guarda.
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