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04 de mayo de 2024

Joaquín Sabina al micrófono y Pancho Varona al bajo durante un concierto en 2014

Pancho Varona y Joaquín Sabina durante un concierto en 2014GTRES

Sabina y Varona o la amistad con larga fecha de caducidad ya cumplida

Dicen que fue hace más de veinte años, de un total de cuarenta, cuando la relación dejó de ser lo que fue desde el principio

En Sintiéndolo Mucho, la película documental sobre la vida de Joaquín Sabina que se estrena este jueves, hay imágenes de Pancho Varona asistiendo al cantante ubetense como un amigo añoso, un miembro más de la pandilla de Tom Sawyer, y luego hay otras imágenes, posteriores en el tiempo, en las que Varona sigue asistiendo al amigo que ya no lo parece tanto. Se aprecia la indiferencia y la sequedad en la no mirada de la estrella, y la búsqueda desesperada en la sí mirada del madrileño que busca un (ahora ya se sabe) ya imposible gesto del antiguo cariño.
Pancho Varona era un parroquiano de La Mandrágora, la cueva (mucho más pequeña que The Cavern) donde actuaban Sabina y Javier Krahe en los primeros ochenta. Cuando el guitarrista del primero se esfumó, Varona levantó la mano y Sabina le acogió. 40 años después no se supo por qué el de Jaén no quiso ver al madrileño cuando este fue a visitarle al hospital después de que aquel se cayera al foso desde el escenario en el Wizink Center en 2020. En el filme de León de Aranoa puede barruntarse el proceso tácito y visual de la separación.

Desplazado por Leiva

«Panchito» aparece con su mirada de cachorro perdido por haber dejado de ser La Favorita, como en la película sobre Ana Estuardo, desplazado por Leiva (a quien el propio Varona descarga de toda culpa), que al final de Sintiéndolo Mucho, polisémico título, se convierte en la enorme, nueva y joven figura en la vida y las preferencias del protagonista. Dicen que Hemingway tenía un concepto exclusivamente utilitario de la amistad, y que cualquiera de ellas no le duraba más de cinco años.
Dicen que la de Sabina y Varona duró 20 años, aunque estuvieron juntos 40, como un matrimonio mal avenido que por la costumbre de la compañía no acaba de decir adiós a lo que fue y ya no, tantas veces por razones tan íntimas que son inexplicables. Al principio varona fue un poco como el Tom Ripley de Patricia Higsmith, sin la truculencia del inquietante personaje, y quizá en la vejez Sabina se cansó de él como Dickie Greenleaf, aburrido de su compañía.
La frialdad de la despedida recuerda al despiadado utilitarismo de Hemingway, que dejó de lado al destruido Scott Fitzgerald, quien casi empleó sus últimas fuerzas para abrirle a sus amigo todas las puertas que él mismo ya había abierto. Noche Sabinera, el grupo formado por los músicos de Sabina que actuaba cuando el de Úbeda descansaba, fue la especie de puntilla antes del epílogo. En 2021 el grupo se rompió porque, según el resto de miembros, ellos quedaban a expensas de los otros proyectos de Varona. Y se cansaron y formaron un nuevo grupo y le dejaron fuera.
Leiva y Joaquín Sabina en la presentación de 'Sintiéndolo Mucho'

Leiva y Joaquín Sabina en la presentación de 'Sintiéndolo Mucho'GTRES

No tiene la misma opinión Varona, pero ya se sabe en estos casos. El ictus de Sabina en 2001 fue un antes y un después de todo, y algo debió suceder en la hasta entonces cabeza alegre del cantautor para que «Panchito» dejara de ser lo que siempre había sido. Una suerte de Regreso al Futuro en el que la familia de Marty McFly va desapareciendo por partes en la fotografía que este lleva consigo, hasta que Varona desapareció por completo sin que Marty Sabina pudiera, ni probablemente quisiera, regresar a ese futuro.
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