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04 de mayo de 2024

La soprano Lucía Castelló

La soprano Lucía CastellóColección privada

Estreno mundial

La soprano Lucía Castelló estrena en Viena un ciclo de canciones de Antón García Abril: «Se lo prometí al maestro»

El amor en tres culturas de España será interpretado este domingo por primera vez al público en un concierto homenaje al desaparecido compositor español por el 90 aniversario de su nacimiento

No es la primera vez que la soprano valenciana afincada en Viena Lucía Castelló y el pianista vasco Alejandro Zabala ponen la voz y la música a obras nuevas del compositor turolense Antón García Abril, pero sí la primera que se estrena una obra suya sin estar él presente. El artífice de composiciones musicales tan reconocidas por el público como la banda sonora de la película Los Santos Inocentes o del documental El hombre y la Tierra, de Félix Rodríguez de la Fuente, falleció en marzo de 2021 y este año, cuando se cumplirían 90 años de su nacimiento, la cantante le rinde un homenaje con un concierto en la Ehrbarsaal de la capital austríaca donde interpretarán por primera vez en escena un ciclo de canciones que el músico creó especialmente para dedicárselas a la cantante –también ya desaparecida– Ana María Sánchez. El Debate se ha puesto en contacto con Lucía Castelló para conocer los detalles de este estreno mundial.
–El ciclo de canciones a estrenar se titula El amor en tres culturas de España. ¿Qué narran estas piezas?
–Son cuatro canciones que cuentan historias de amor. El amor es el tema central, el hilo que las une. Narran cuatro manifestaciones amorosas diferentes: desde la exposición de la añoranza del amor, a la pena y preocupación por un amor, pasando por el desengaño y el enamoramiento. De esta manera, la primera canción, que está íntimamente unida a la segunda cuenta un amor califal: la pena de amor de un poeta árabe, desterrado en la cárcel, sintiendo la añoranza de lo bueno del amor. La canción se titula Ay, qué cerca estuvimos, y hoy qué lejos!. El poeta Ibn Zaydum está dedicándole sus palabras a la poetisa Wallada. Estos habían sido pareja, pero él le había sido infiel con una esclava de ella. La segunda canción, con poesía de la princesa Wallada, que fue una mujer muy liberal y hermosísima, es una respuesta a esta primera. Wallada no duda en manifestar su desengaño amoroso, pero también reconoce que no dejará nunca de amarlo. La canción se titula Tengo celos de mis ojos, y el texto habla claramente de los celos de una enamorada. Estas dos canciones representan la cultura arábigo-andaluza a principios del siglo XI. En Córdoba, capital de la España árabe, hay una estatua dedicada a estos dos enamorados. Antón encontraba siempre nuevas dimensiones de la materia poética que ponía a su servicio. Esto sucede con la tercera de las canciones, basada en una melodía popular sefardí titulada A la una yo nací. Esta canción describe el amor de un enamorado, y cuenta cómo conoce el amor y cómo se despide de sus amores, mandando dos besos al aire, uno dedicado a la madre y otro a la amada. La voz poética intuye ese amor maternal, esa educación exquisita cuando recita «si no tienes amante yo te haré defender». Las cuatro horas que definen los momentos importantes de la vida son el nacimiento y desarrollo, junto con una madre, y el enamoramiento y casorio con la amada. La cuarta canción, Quiero dormir y no puedo, nos desvela los padecimientos de un amor prohibido. Dice la pieza que el rey ha mandado que todo aquel que tenga una amante se case con ella. Y el protagonista de nuestros versos no puede cumplir el mandato, ya que su amada ya está casada.
–¿Cómo surgió la motivación en Antón García Abril para componerlas?
–En los últimos años a Antón le motivaba dedicarle sus canciones a sus intérpretes más queridos. Esto mismo pasó conmigo. Entonces, te llamaba y te decía: «Mándame unos textos en valenciano, los que tú quieras, que tú eres valenciana». Luego, de la selección que le ofrecías, él escogía los textos que le daban los impulsos emocionales suficientes para que la inspiración llegase. En 2019 se propuso dedicarle a la ya lamentablemente fallecida soprano Ana María Sánchez unas canciones y son estas. Ella le mandó los textos a Antón.
–García Abril falleció en 2021. ¿Por qué estrenar ahora el ciclo?
–El ciclo se terminó de componer en octubre de 2019, y él y yo nos reunimos el 27 de octubre para trabajar las canciones juntos. Le gustaba que le cantara la línea melódica que había imaginado para la voz, y así poder decidirse con algunas de las usías que ponía en algunos momentos de la melodía vocal –las usías son dos posibles versiones–. Me reuní con Alejandro Zabala el día 9 de noviembre de ese 2019 para trabajarlas por primera vez e hicimos una grabación del ensayo para después reunirnos con el maestro. Fui a visitar a Antón el día 22 de diciembre de 2019 para contarle la primera experiencia con las canciones y le mostré la grabación y decidimos concretar nuestro encuentro en enero para trabajar los tres la partitura, pero el maestro se indispuso y no pudimos «estrenarlas» para él en su casa. Entonces le prometí que se las estrenaría. Luego llegó la pandemia. En septiembre de 2021 grabamos las canciones Alejandro Zabala y yo para que la dedicataria Ana María Sánchez las pudiera escuchar. El maestro ya había fallecido. Fue muy emocionante grabarlas tal y como él me había indicado ese 27 de octubre de 2019. Se estrenan aquí, en Viena, en el marco del homenaje que le hago por el 90 aniversario de su nacimiento.
Alejandro Zabala, Lucía Castelló y Antón García Abril

Alejandro Zabala, Lucía Castelló y Antón García AbrilColección privada

–Este va a ser el primer estreno mundial de canciones del autor en el que él no va a estar presente. ¿Recuerda alguna anécdota reseñable de los ensayos de aquellos días?
–Recuerdo que tocaba la parte del piano y me decía cosas como: «Fíjate bien en el contrapunto de las voces. Tienen que sonar todas, se deben escuchar todas, y la melodía doliente de la introducción tiene que doler. Hay que hacerlo como lo hago yo. Eso de que las voces de un cuarteto son iguales… no. Cada voz tiene timbres diferentes». Le apasionaba la historia de amor de Ibn Zaydum y Wallada, y me dijo: «Estas dos canciones están unidas, no se pueden presentar por separado». Es verdad que las une la armonía del final de la primera y el comienzo de la segunda, pero no está escrito en la partitura que deban interpretarse seguido, sin pausa.
–Además del estreno mundial del ciclo de canciones, ¿qué otras obras de García Abril se van a escuchar en el concierto?
–Este homenaje tiene dos objetivos: el primero es que el público vienés conozca mejor la música de Antón García Abril y para ello he invitado a Luis Santana, un cantante que conoce bien su repertorio del siglo XX. Luis va a cantar una selección de canciones de ciclos muy importantes del maestro como, por ejemplo, las Canciones xacobeas, las Siete canciones de amor o las Canciones asturianas. El Cuarteto Bretón y yo junto con Alejandro Zabala interpretaremos una cantata, titulada Paisatge Alboreal, que el maestro compuso en 2017 y estrenamos juntos en la Real Academia de San Carlos de Valencia. Con el cuarteto voy a interpretar una revisión de las Canciones de noche y estrellas, compuestas en 2007 para piano y voz y que en 2017 revisó para cuarteto de cuerda y voz. El cuarteto Bretón interpreta una obra excepcional que se llama Cuarteto para el nuevo milenio, compuesta en 2005. Y mi segundo objetivo es que los artistas vieneses tomen contacto con esta música y empiecen a interpretar las piezas de Antón. Para ello he invitado a una guitarrista húngara, Brigitta Soós, que toca mucha música española, y va a interpretar una obra para guitarra que se llama Dos cantares compuesta en 2010, por lo tanto el programa va ser muy colorido y especial.
–¿Qué ha supuesto para usted haber trabajado junto a Antón García Abril y que le compusiera canciones?
–Nos conocimos un día de agosto de 2013 y fue por el hecho de que Alejandro Zabala y yo teníamos que estrenar su ciclo de canciones con textos de Juan Ramón Jiménez. Ese día decidimos que íbamos a trabajar siempre juntos. Al maestro le gustó mucho mi afinación y me dijo que sentía que yo entendía muy bien su música. Entonces decidí grabar todas las canciones que todavía no se habían grabado del maestro, es decir, todas las canciones compuestas a partir de 2010. En total he grabado dos discos dedicados a la obra de Antón García Abril y esto ha supuesto para mí un acercamiento muy profundo a lo que podemos llamar el estilo garcíabriliano. En mi estudio y conectando la música de Antón García Abril con la de sus coetáneos, enseguida percibí que el maestro no se había ajustado a las tendencias compositivas de sus compañeros de la generación del 51. Esto me llevó a investigar la música de los compositores españoles de esta generación y así he adquirido un conocimiento más extenso sobre la música española del siglo XXI. Antón me enseñó a interpretar su obra con sencillez. Conocerle ha sido un regalo que la vida me puso en mi camino como cantante y como persona. Fue un lujo trabajar con él y conocer su obra desde su propia visión.

Antón García Abril me enseñó a interpretar su obra con sencillez

–¿Qué tienen de especial las canciones de este último ciclo?
–Estas canciones son la prueba del avance significativo en el proceso de sustancialización de la personalidad creativa de García Abril en su última etapa compositiva, es decir, la sustancia que define su estilo se resume y concretiza en estas canciones: la defensa de una melodía clara, sencilla y trasmisora de emociones, pero sobre todo libre, sustentada por un apoyo armónico de consonancias perfectas. La voz del piano no cumple solo con su función de 'acompañamiento' de la melodía cantada, sino que es la llama que enciende el drama, la explosión de color, la tristeza o lo que el compositor quiera expresar luego en la melodía, pero en El amor en tres culturas de España además el piano cobra un matiz y sentido muy especial. De hecho las canciones comienzan con una introducción pianística que contiene un discurso musical muy propio, desvinculado incluso de la melodía cantada que se va a escuchar después. Otras de las cosas importantísimas es que hay mucha libertad en estas últimas canciones, es decir, el compositor no lo dice todo en la partitura y confía en que en el intérprete sepa transmitir la pasión poética y la inspiración musical.
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