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La maravillosa historia de un concierto de piano de leyenda (que debes escuchar)

Ha llegado a los cines la película Köln 75, film que narra los entresijos del mítico concierto del pianista de jazz Keith Jarrett en Colonia en 1975. Esta es la historia de aquel recital de improvisación que dio pie al disco de solista más vendido de la historia

Madrid

Ketih Jarrett durante el histórico concierto en la Ópera de Colonia en 1975

Ketih Jarrett durante el histórico concierto en la Ópera de Colonia en 1975

Corre un frío enero de 1975. Keith Jarrett tiene 29 años, pero ya se ha labrado un cartel en la música. Aporreador de pianos desde los tres años, ha tocado con maestros del jazz como Miles Davis y Charles Lloyd. Los melómanos aplauden su técnica, su ductilidad para todos los géneros, su depuradísima sensibilidad. Su productor lo ha embarcado este año en una gira mundial de veinticuatro conciertos. La oferta es simple: él solo improvisando ante el teclado, con once paradas en Europa.

Vera Brandes es una estudiante alemana de 17 años. Y sobre todo, una pirada del jazz, hasta el punto de que se ha convertido en la promotora más joven de su país. A Vera se le ha metido entre ceja y ceja traer a Colonia al joven mago estadounidense, Keith Jarrett. A base de tesón y dar la lata lo ha logrado, y también que la Ópera de Colonia acepte el recital, aunque sea a una hora rara: las once y media de la noche. No hay persona más feliz en Alemania que Vera Brandes.

Llega el Día D, un desapacible 24 de enero. El pianista Keith Jarrett aparece en Colonia a bordo de un Renault 4, tras seis horas de paliza desde Zúrich por las carreteras invernales. Está de pésimo humor, machacado desde hace días por crueles dolores de espalda que apenas lo dejan dormir. Músico detallista hasta lo picajoso, ha exigido a la organización un gran piano Bösendorfer 290 Imperial. Pero el Bösendorfer que le reservan en el Palacio de la Ópera, a orillas del Rin, es más chico. Se trata del instrumento que se utiliza para los ensayos, muy baqueteado y desafinado.

Cuando se presenta a ensayar, el humor de Keith no ha mejorado tras una pésima comida en un italiano lento y desangelado. Le bastan dos notas para dictar sentencia: este piano no sirve, no es el que él ha pedido. Se niega a actuar y sale del teatro echando pestes, con Vera detrás.

Llueve a mares. Keith se mete en el coche apresuradamente. Ella palmea la ventanilla, le suplica que actúe. El músico se ablanda: «Pero no lo olvides: solo por ti».

El concierto de aquella noche, ante 1.400 espectadores hipnotizados por un genio del teclado, es la grabación de piano más vendida de la historia. Jarrett, con su estrambótico pelo afro y una faja de ballenas apuntalando una espalda martirizada, cambió su forma de tocar ante las limitaciones del instrumento. Doblegó su agotamiento insomne dejando brotar el géiser de todas las músicas que atesoraba. Realmente está en otro mundo. Marca el ritmo con toquecitos de percusión sobre el armazón del piano, canturrea, se le escapan suspiros extáticos.

El resultado te eleva como solo puede hacerlo alguna música. El increíble tramo del ‘Köln Concert’ que va desde el minuto 6.08 al 8.52 nunca falla: logra comunicarnos que existe algo más alto, invita a confiar en que siempre nos puede esperar algo mejor. Jarrett, creyente de la fe Christian Science, ha llegado a decir que cuando entra en trance se convierte en un ‘canal’ por el que fluye ‘la obra de Dios’. No cuesta demasiado creerle.

En la primavera de 2018, Keith Jarrett sufrió un doble ictus que paralizó la parte izquierda de su cuerpo. Le costó casi un año volver a caminar y solo puede tocar con la mano derecha. No retornará a una sala de conciertos. Pero su milagro ya está hecho. Que Dios los bendiga, a él y a Vera Brandes.

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