La mejoría del Unicaja no es suficiente ante un Real Madrid lanzado a por la final

El Real Madrid dio un paso firme hacia la final de la Liga Endesa al imponerse nuevamente al Unicaja de Málaga, esta vez por un claro 90-75, en un segundo encuentro de semifinales donde, pese al resultado abultado, los andaluces ofrecieron una imagen mucho más competitiva que en el primer duelo. La serie se traslada ahora a Málaga con un 2-0 favorable a los blancos, que encadenan ya 29 victorias consecutivas en casa en competición liguera, el segundo mejor registro histórico en la ACB.

El equipo de Chus Mateo comenzó con dificultades, desubicado y poco fluido en ataque durante los primeros compases. En contraste, Unicaja arrancó con energía, aprovechando las malas sensaciones del choque anterior y mostrando una versión más sólida, especialmente en defensa y rebote. Esta iniciativa inicial permitió a los malagueños dominar buena parte del primer cuarto, hasta que Sergio Llull, con su habitual capacidad para alterar dinámicas, reactivó al equipo con un triple que puso por primera vez al Madrid por delante (18-17), culminando además el parcial con una de sus ya clásicas «mandarinas» sobre la bocina para establecer la máxima ventaja momentánea de cuatro puntos.

En el segundo cuarto, el encuentro ganó en intensidad y tensión. Unicaja, pese a cometer errores importantes —como once pérdidas antes del descanso y hasta tres técnicas por protestas—, logró mantenerse a corta distancia. Alberto Abalde estiró la diferencia tras un triple, pero el conjunto visitante resistió, amparado en una defensa más agresiva y en el control del ritmo, que se vio interrumpido en varias fases por el criterio arbitral, muy discutido desde el banquillo andaluz.

La reanudación supuso un punto de inflexión. El Real Madrid golpeó con fuerza aprovechando un bache ofensivo de más de cuatro minutos de Unicaja, castigado con un parcial de 9-0. Campazzo, siempre resolutivo, firmó cinco puntos en ese tramo, incluidos un triple de bella factura y una penetración eléctrica. Aunque Carter rompió el silencio desde el perímetro, la respuesta del cuadro blanco fue demoledora: triples de Abalde y Hezonja, además de una potente finalización de Tavares, colocaron al Madrid en una situación de control aparente.

Sin embargo, cuando más adverso se mostraba el panorama, emergió el carácter de Unicaja. A falta de acierto exterior —cerraron con un pobre 5/25 en triples—, supieron aferrarse al partido desde la defensa. Lograron secar al Madrid durante casi cuatro minutos al inicio del último cuarto y llegaron a situarse a tiro de empate, aunque el triple de Melvin Ejim que habría igualado el marcador no entró.

Fue entonces cuando el Real Madrid, con la sangre fría que lo caracteriza, golpeó con contundencia. Dos triples consecutivos, de Garuba y Hezonja, junto a una falta antideportiva cometida sobre Llull, quebraron el impulso malagueño y restablecieron una renta tranquilizadora (77-68, minuto 36).

El tramo final, aunque no exento de intentos por parte de Unicaja, fue un ejercicio de madurez del conjunto local, que supo manejar la ventaja hasta el final. El técnico Ibon Navarro fue expulsado por doble técnica, reflejo de la frustración acumulada en el banquillo visitante.

El Real Madrid se marcha a Málaga con la eliminatoria muy encarrilada y con la tranquilidad que da la experiencia y el fondo de armario. En el Martín Carpena tendrá la oportunidad de cerrar la serie y sellar su billete a una nueva final, aunque Unicaja, competitivo en este segundo choque, aún tiene margen para rebelarse ante el guion previsto.