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02 de mayo de 2024

José Ángel Iribar, uno de los grandes porteros de la historia del fútbol español

José Ángel Iribar, uno de los grandes porteros de la historia del fútbol españolEFE

Iribar, el guardameta del franquismo que no se sentía español y que fundó la mesa de Herri Batasuna

El Chopo cumple 80 años como icono del Athletic y referente de las exigencias políticas de los vascos, una inmersión con los radicales que destrozó al mito

Fue José María García quien en una entrevista a José Ángel Iribar despertó los licántropos de la noche. Le sacó los entresijos de su ideario cuando los cambios políticos sacudían a España.
Era la década de los setenta. El famoso Butano le preguntó directo al grano al guardameta de la selección española, plumarquista de partidos con el equipo nacional, con 49 actuaciones: ¿Tú te sientes español? Y el futbolista se quedó en silencio, callado. No contestó. El portero había pactado con Supergarcía que no le hiciera preguntas de asuntos políticos. Pero el periodista de la noche despertó a los españoles, tumbados en sus camas, cuando comprobaron que el mejor cancerbero de España se negaba a responder, sorprendido. Hay silencios que lo dicen todo.
Iribar fue uno de los fundadores de la primera mesa de Herri Batasuna. ETA ya había asesinado a 50 españoles cuando se llevó a cabo aquella entrevista. Y el ídolo de muchos, el arquero sobrio que lo hacía todo sencillo, dejó de serlo.
Los españoles se sintieron traicionados. El gran guardameta del franquismo, qué monopolizó la portería con España desde 1962 a 1976, les había engañado. El ganador de la Eurocopa de 1964 junto a Amancio, Luis Suárez, Pereda, Marcelino, Zoco y Calleja no se sentía identificado con lo que representaba. Iribar cumple ahora 80 años con un estigma que ha marcado su vida desde entonces.
La edad, los años, suavizan todas las posiciones radicales. Me dicen mis amigos de Bilbao que José Ángel ya no es tan rotundo de sus posiciones. Hace tiempo ya me comentaron que su relación con una mujer del entorno radical político fue la que más le influyó en esas posturas. Iribar fue el pionero de la primera mesa de Herri Batasuna al lado de Telesforo Monzón, Patxi Zabaleta, Francisco Letamendia y Jon Idigoras. Menudo quinteto. José Ángel, que había nacido en la guipuzcoana Zarauz, representaba en esa mesa de HB a Vizcaya.
Tras aquel silencio nocturno, la abrumadora mayoría de los españoles se pronunciaron para que Iribar no continuará siendo el portero de nuestra selección. Llegó su ocaso con España. Dejó de jugar con el equipo nacional. Con el Athletic duró un trienio más. Se produjo su adiós, señalado desde muchos puntos de España por esa traición. No sabemos qué pensará Iribar ahora, después de casi mil muertes cometidas por ETA, pero lo hecho, hecho está y ha quedado para la historia.
El Chopo, que casi nunca se tiraba al suelo y detenía los disparos de pie, dando tres pasos a derecha o izquierda con una serenidad pasmosa, se convirtió en el mejor portero de España por esa eficacia ajena a los palomiteros de la época. Bastantes de esos voladores por el aire, en busca del elogio fácil del cronista, encajaron demasiados goles por exagerar sus estiradas. Iribar nunca lo hizo. Era tan discreto en hacerlo todo fácil que incluso no le pitaron un penalti de libro cuando agarró las dos piernas de Amancio con sus brazos en el área pequeña, una imagen que fue fotografiada para la eternidad en el Bernabéu, con el árbitro delante.
Fue un grande del fútbol que mantuvo el récord de los 49 partidos con España durante bastante tiempo.
El penalti que hizo Iribar a Amancio

El penalti que hizo Iribar a Amancio, una imagen icónica en aquellos añosEFE

Cuando destacó de joven, en el Basconia, vinieron a ficharle el Valencia, el Barcelona y el Atlético de Madrid. Bajo los palos del Basconia había eliminado al Atlético en la Copa con otra actuación portentosa y esa calidad llamó la atención de los grandes. Pero él quiso firmar por un equipo de la tierra y fue el Athletic quien lo consiguió al pagar un millón de pesetas de traspaso, un hito en 1961.
Una lesión de Carmelo Cedrún le permitió tomar el puesto en 1963 y desde entonces se mantuvo incólume hasta 1979. Medio siglo después sostiene la plusmarca de partidos con los leones, 614.
El Iribar futbolista hablaba como blocaba los balones, con una sobriedad estricta, sin una palabra de más, con respuestas cortas y directas al pie, sin juegos florales en sus manifestaciones. Era serio y lo máximo que esbozaba cuando te dirigías a él era una sonrisa. Conciso, callado, admirábamos esa eficacia de perfil bajo que demostraba bajo la portería. Era un grande que parecía del montón porque al hacerlo todo tan simple daba la imagen de no detener balones complicados, pero todos sabíamos que no era así, empezando por los seleccionadores nacionales.
Su implicación con los batasunos en el comienzo del cambio político español destrozó su ascenso a los altares del fútbol patrio. Iribar, que había ganado a Yashin la Eurocopa del 64 , que había tuteado a la araña negra, se había metido en política con el partido más radical. Este posicionamiento político, ajeno al balón, ha marcado la valoración de su carrera deportiva y le marcará para la historia.
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