
El portero Joan Garcia tras firmar su contrato con el Barcelona hasta 2031
El gran comportamiento del Real Madrid con los fichajes frente a las feas formas del Barcelona
El equipo blanco ficha en silencio, paga y queda bien con los clubes, mientras los azulgranas han enfadado a Athletic y Espanyol
El Real Madrid se lo deja claro a Xabi Alonso: sólo fichará si hay ventas
Muchos se preguntan por qué el Real Madrid ficha sin problemas con los clubes afectados y por qué el FC Barcelona provoca incendios constantes cada vez que se dirige a un futbolista para contratarlo. Es sencillo. El Real Madrid ataca la adquisición de los jugadores respetando a los otros equipos. Lo hace en silencio, sin emitir capítulos de telenovelas explicando la situación diaria de la operación. Simplemente, llega a un acuerdo con la otra entidad, paga el dinero correspondiente y lo comunica oficialmente sin mayor parafernalia cuando el pacto está firmado.
Lo más importante es que paga y cuando satisface el precio lo comunica. No está mareando la perdiz. Así lo ha hecho con Huijsen, 58 millones a abonar en tres plazos. Así lo ha hecho con Trent Alexander-Arnold. Seis millones. Y así lo ha hecho con Mastantuono, 63,2 millones a liquidar en tres plazos.
El Barcelona es todo lo contrario. Lo anuncia a la prensa afín a bombo y platillo, desprecia a los otros equipos con sus comportamientos, como si el propietario del jugador no tuviera nada que decir, y además tarda mucho en pagar. Recordemos las palancas ficticias que le permitieron contratar jugadores con el permiso de LaLiga y del CSD sin abonar sus costes. Ahora, los casos de Joan García y de Nico Williams tienen encendidos al Espanyol, al Athletic y a sus aficionados ¿Por qué no le sucede esto al Real Madrid? Que se lo pregunten a Laporta.
Los litigios provocados por el Barcelona en su abordaje sobre Joan García y Nico Williams demuestran una actitud de soberbia, de superioridad, que molesta enormemente a las otras entidades y a sus seguidores. El caso de Nico Williams es el ejemplo más claro de una prepotencia que comenzó hace un año y que ahora parece que puede acabar en fichaje tras mil batallas hirientes contra el Athletic y su amplia parroquia. Ha sido un querer y no poder anunciado a la prensa adicta que lleva doce meses en liza.
Joan Laporta se enemistó con el Athletic cuando anunció en junio del curso pasado, en plena Eurocopa, que iba a fichar a Nico Williams. No respetó a la selección española y por supuesto no respetó al conjunto rojiblanco. Todas sus declaraciones hablaban de ese objetivo, con el agravante de no tener los 62 millones que costaba y cuesta el fichaje, 58 millones de la cláusula de rescisión y el IPC correspondiente.
Cacarear y no tener dinero para pagar
El comportamiento de Joan Laporta era y es totalmente opuesto al del Real Madrid. La casa blanca trabaja en silencio, dialoga con la otra entidad, llega a un acuerdo, paga y lo hace oficial sin más alharacas. El presidente del Barcelona comentaba diariamente que iba a por Nico Williams y el resultado final fue que no lo fichó porque no tenía dinero. Es más, no tenía dinero para nada.
De hecho, no tuvo dinero para pagar el traspaso de Dani Olmo y fue el Consejo Superior de Deportes el que lo permitió cerca del cierre del mercado veraniego, sin abonarse su coste. LaLiga y la Federación prohibían esta operación porque no era legal. El club catalán no cumplía el Fair Play financiero. La aprobó el Gobierno en una decisión política que se suma al silencio oficial que ha reinado durante siete años por el caso Negreira.

Dani Olmo durante un partido con el FC Barcelona
La actitud de Laporta supuso que la relación con un club otrora cercano se tornara en una enemistad irreconciliable. El Barcelona ha sido recibido en San Mamés con el lanzamiento de billetes, en relación a los pagos a Negreira durante veinte años, y con cánticos referentes a arbitrajes comprados. En la última visita, la jornada liguera que cerró el campeonato, el enfrentamiento fue total. Los pupilos de Ernesto Valverde hicieron pasillo al campeón de Liga y el público de San Mamés silbó y se opuso a ese reconocimiento. Uriarte, presidente del Athletic, no felicitó a Laporta por el título. El ambiente en el palco fue tenso, gélido.
Las críticas del sector barcelonista por esta situación en el palco fue contestada por Uriarte, que criticó duramente al Barcelona por los pagos a Negreira, vicepresidente de los árbitros españoles, durante veinte años, para añadir que ha fichado futbolistas con palancas ficticias. El colofón de sus acusaciones fue dirigido al Gobierno, que permitió que Laporta fichara a Dani Olmo por una decisión unilateral, contraria a la postura de la Federación y de la Liga.
La historia se repite con Nico Williams
Ahora, Laporta ha vuelto a la carga con Nico Williams. Y la prensa barcelonista cuenta diariamente la operación porque el Barcelona lo quiere así. Se regodea con el enfado del equipo vizcaíno y sus adeptos. El futbolista desea marcharse. Pero la clave es la misma. Money, money, money, cantaba Liza Minelli.
Uriarte no negociará. No hay comunicación con la directiva de La Masía. Ni se les ocurra. El delantero solo podrá marcharse si el jugador abona en la sede de LaLiga los 62 millones de una tacada, 58 de la cláusula y los impuestos añadidos. El Bayern de Múnich también está interesado en Nico Williams. En esta guerra, el Athletic y sus aficionados prefieren que se vaya al Bayern. Pero decide el futbolista.
El caso es que llevamos tres semanas escuchando que el Barcelona va a firmar a Nico Williams y todavía no se ha producido. Es la segunda serie de la telenovela. La perdiz está muy mareada. Y lo escuchamos y lo leemos porque la entidad barcelonista quiere. De aquellos barros tenemos estos lodos. El comportamiento del Real Madrid es totalmente opuesto.
Caso Joan García: reírse del Espanyol
El Barcelona busca la confrontación. Ellos sabrán. Por donde pasan van dejando enemigos. La contratación de Joan García es otra demostración. La actuación de la entidad azulgrana sobrepasa la de cualquier rivalidad.
Hay un punto de partida. Joan García no fue convocado por la selección española hace cuatro semanas, cuando era guardameta españolista. Su cláusula es de 25 millones y si hubiera sido llamado por Luis de la Fuente ascendería a 30. Hablemos claro: muchos dicen que se echó una ayudita al Barcelona al no convocar a Joan García, ahorrándole cinco millones, de la misma manera que se perjudicó al cuadro blanquiazul por no percibir esos cinco millones. El titular iba a ser Unai Simón y la cita para el portero catalán ya vendrá en septiembre, era el comentario interno. Nunca se podrá demostrar, pero eso es lo que se dice en los mentideros del fútbol.
El caso es que el Barcelona ha tardado un mes en abonar esa cláusula, 25 millones, que con los impuestos creció hasta los 26,34 millones. Y el colmo ha sido el comunicado que ha hecho la entidad presidida por Laporta al dar la noticia del fichaje. El club comenta que Joan García aún no se ha estrenado con la selección, pero «parece inminente que lo haga y lo hará como culé». Más leña al fuego.