El Atlético de Madrid muestra carencias estructurales en su debut veraniego ante el Oporto

El Atlético de Madrid sigue inmerso en su fase de preparación y ajustes, y su primer test serio del verano ha revelado muchas más dudas que certezas. En su visita al Estadio Do Dragão, el conjunto rojiblanco cayó por la mínima (1-0) ante un Oporto más hecho, más preciso y mejor engranado en ambos tiempos del partido. Fue un encuentro típico de pretemporada, pero que no exime de una necesaria autocrítica por parte del equipo madrileño.

La derrota ante los lusos dejó en evidencia las múltiples correcciones pendientes para un Atlético que apenas lleva trece días de rodaje. La falta de automatismos, el ritmo irregular y la escasa fluidez ofensiva son solo algunas de las señales de alarma que se encendieron en el cuerpo técnico. A pesar de un inicio prometedor, con una presión alta poco habitual en los últimos tiempos, el equipo fue apagándose progresivamente hasta firmar una actuación insulsa y sin mordiente ofensiva.

El único disparo reseñable lo protagonizó Julián Álvarez, quien con un derechazo desde media distancia estrelló el balón en el larguero tras una estirada de Diogo Costa. Fue la única gran oportunidad para un equipo que, por lo demás, se mantuvo gracias a dos paradas clave de Jan Oblak, una de ellas salvadora con la mano derecha, y que se vio superado por un Oporto más incisivo, especialmente a través de su joven figura, el danés Gustav Forholdt. Con apenas 19 años, el centrocampista escandinavo culminó una pared que desajustó por completo la zaga colchonera y definió con precisión ante Oblak justo antes del descanso. Matteo Ruggeri, el lateral italiano debutante, quedó señalado por no seguir la jugada.

Forholdt, fichado este verano por 20 millones de euros desde el Copenhague, fue el gran protagonista del encuentro. Su actuación no solo sirvió para decidir el marcador, sino también para poner de manifiesto las carencias de un Atlético que aún está en plena transición. Durante el propio partido, el club portugués anunció un nuevo refuerzo: el delantero neerlandés Luuk de Jong, con pasado en Barcelona, Sevilla y PSV.

Entre las múltiples pruebas de Simeone, destacó el debut de Johnny Cardoso, mediocentro procedente del Betis. Su irrupción en el segundo tiempo ofreció un soplo de aire fresco. Mostró claridad táctica, precisión con balón, solvencia en el repliegue y personalidad en la conducción. De todos los fichajes, fue el que dejó mejores sensaciones, postulándose como una pieza clave para el nuevo curso.

El técnico argentino también aprovechó para dar minutos a otros recién llegados: Thiago Almada, Matteo Ruggeri, David Hancko, Marc Pubill y Álex Baena, aunque con rendimientos dispares. Baena, por ejemplo, actuó como interior izquierdo, participativo en la circulación, pero muy lejos de ser el jugador desequilibrante que se espera. Tampoco funcionó la conexión con Alexander Sorloth ni con Julián Álvarez, quienes forman parte de lo que se perfila como la delantera titular para el arranque liguero. Almada, utilizado por banda izquierda, pasó prácticamente inadvertido.

En defensa, Ruggeri y Pubill no lograron consolidarse, mientras que Hancko cumplió sin alardes. Pubill, reconvertido como central tras llegar del Almería, mostró ciertas carencias en la salida de balón, al igual que Nahuel Molina, impreciso y comprometido en dos acciones peligrosas del rival.

Además, las ausencias también pesaron. Pablo Barrios no pudo estar disponible, y Simeone probó un centro del campo compuesto por Giuliano Simeone, Koke, Gallagher y Baena. El dibujo táctico osciló entre un 4-4-2 inicial y un 5-3-2 posterior, donde Julián Álvarez sufrió el desgaste del carril y perdió eficacia ofensiva.