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20 de abril de 2024

La suspensión de la certificación del gasoducto Nord Stream 2 fue una muestra de la nueva estrategia energética de Europa, que pasa por reducir su dependencia de Rusia

La suspensión de la certificación del gasoducto Nord Stream 2 busca reducir la dependencia de la UE de RusiaStefan Sauer/GTRES

Energía

Las alternativas que tendría Europa si Rusia cierra el grifo del gas

Un corte de suministro de Moscú obligaría a la Unión Europea a tomar medidas extraordinarias para limitar la demanda de este recurso energético

Maximizar las importaciones de gas natural licuado (GNL), reducir su demanda y establecer restricciones forzosas de consumo energético: esta es la hoja de ruta que debería seguir en los próximos meses la Unión Europea (UE) para acumular las reservas necesarias para sobrevivir al próximo invierno reduciendo su dependencia del gas ruso, según el think-tank Bruegel. El estudio analiza tres supuestos de almacenamiento en función de cómo evolucionen las exportaciones de Moscú:
  1. Si el suministro es similar al de 2021, disminuiría el precio de este recurso y los miembros del club de los 27 podrían reponer holgadamente sus provisiones.
  2. Rusia limita las exportaciones de gas a Europa deteniendo los envíos desde varios gasoductos. Este escenario dejaría un mercado del gas «altamente volátil» con precios aún más elevados.
  3. Si Putin corta del todo el 'grifo' del gas a la UE, no bastaría con que estos países multipliquen las importaciones no rusas, sino que también deberían reducir su demanda energética en al menos 400 teravatios hora (TWh), entre un 10 y un 15 % de su consumo anual.
Para conseguirlo, el instituto propone un paquete de medidas que pasarían por retrasar el cierre de centrales nucleares, recuperar el uso del carbón, acelerar el desarrollo de energía fotovoltaica o reducir la demanda industrial.

La oportunidad del gas natural licuado

El gas natural licuado (GNL) también jugará un papel esencial en la nueva estrategia energética europea. Los expertos creen que las exportaciones mundiales podrían incrementarse entre 63 y 300 teravatios hora este año -en 2021 se alcanzaron los 5.400 TWh-. A esto se une la previsible caída de las tarifas de fletamento de los buques metaneros por la puesta en servicio de 30 nuevas embarcaciones y el rol protagonista que ha adquirido Estados Unidos en este mercado, puesto que sus envíos representaron el 44 % de las importaciones de GNL de la Unión Europea en enero.
Además, Bruselas aún tendría margen para incrementar la actividad de sus plantas de regasificación, ya que su utilización ha oscilado entre el 30 y el 70 % de su capacidad total en los últimos cuatro meses. También espera acometer proyectos de expansión de una decena de sus centrales, tres de ellas en España -las de Huelva, Cartagena, Bilbao- y de construcción de otras trece -dos en Canarias, en Tenerife y Arinaga (Gran Canaria)-.
La flexibilidad de los contratos de GNL es otro punto a favor de la UE, ya que le permitiría recibir cargamentos procedentes de Estados Unidos que en otras circunstancias irían dirigidos a países asiáticos como Japón o Corea del Sur. Estos acuerdos disponen cada vez de más cláusulas de destino flexible -las recogieron el 64 % de los contratos suscritos entre 2018 y 2020- y de clientes como empresas energéticas, que pueden revender el suministro a terceros.
Aun así, llenar las reservas de gas de la Unión Europea para el próximo invierno será mucho más costoso que otros años: a los precios actuales, Bruegel prevé que se necesitarían al menos 70.000 millones de euros frente a los 12.000 millones de años anteriores, lo que requeriría una actuación coordinada entre los Estados miembros.

Compras conjuntas e infraestructuras

En esta línea, la Comisión Europea anunció este martes que presentará en abril un proyecto legislativo para garantizar que el almacenamiento de gas europeo está al 90 % de su capacidad a principios de octubre, y abrió la puerta a la compra conjunta de gas, una iniciativa que ya fue propuesta en el pasado a esta institución por la vicepresidenta tercera del Gobierno, Teresa Ribera.
Bruselas ha marcado el año 2030 como fecha límite para erradicar la dependencia europea del gas ruso, y pretende conseguirlo aumentando las importaciones anuales de GNL en hasta 50.000 millones de metros cúbicos (bcm) e impulsando una 'revolución verde' a través de fuentes de energía alternativas y una mayor eficiencia.
Una pérdida del gas ruso a corto plazo afectaría de manera importante a la mayoría de los países de Europa del Este -a excepción de Rumanía y Ucrania, que cuentan con importantes reservas propias- y a Alemania, que obtuvo más de la mitad de sus importaciones de gas en 2021 de la potencia euroasiática (53,69 %).
Por ello, un corte en el suministro del gasoducto Nord Stream 1 golpearía con fuerza a Europa central, mientras que si este se produce en la tubería que atraviesa Ucrania, los principales perjudicados serían Italia y los países balcánicos. Por ello, el desarrollo de infraestructuras o interconexiones gasísticas para surtir a estos países se convierte en una cuestión central a medio plazo para resolver el reto de la independencia energética.
El informe incide en que la intervención pública «será necesaria» para garantizar que llegue la mayor cantidad de gas posible a la UE y que se distribuya de manera justa entre los almacenamientos de los países, objetivos que considera cruciales para «reducir la vulnerabilidad de estos países a escala prolongada».
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