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06 de mayo de 2024

El presidente ruso, Vladimir Putin saluda a Xi Jinping, durante un acto conjunto en Shanghai en 2014

El presidente ruso, Vladimir Putin saluda a Xi Jinping, durante un acto conjunto en Shanghái en 2014©GTRESONLINE

Guerra en Ucrania

El 'default' ruso pone en aprietos a China, que deberá elegir entre su economía o su alianza con Putin

La suspensión de pagos de Rusia obliga a Putin a buscar un aliado financiero para mantener su ofensiva en Ucrania. Pekín se expone a sanciones si auxilia al Kremlin

La economía rusa se asoma al abismo del default. Moscú no ha sido capaz de hacer frente al vencimiento de parte de las obligaciones que tiene abiertas y firma el primer impago de deuda en divisas en más de un siglo. La invasión de Ucrania ha terminado por sepultar a la economía del país en un tiempo récord. Ni la fortaleza de sus reservas de petróleo y gas ni las alianzas comerciales tejidas con China han conseguido evitar la catástrofe de las finanzas dirigidas desde el Kremlin.
«Rusia ya no cuenta con reservas suficientes como para poder pagar la deuda que venció el miércoles», afirma Miguel Ángel Arranz, profesor de política monetaria de la Universidad Carlos III de Madrid. El enorme coste que la guerra supone para Vladimir Putin –que un informe de Natixis cifra en 1.000 millones de dólares al día– unido al efecto de las sanciones de Occidente, han exprimido las cuentas rusas.
Las obligaciones de pago de Moscú deben abonarse en dólares, moneda con la que no cuenta el banco central del país. Según el economista Daniel Lacalle, solo un 16 % de las reservas del país se cuentan en dólares. La única opción, afirma Arranz, «es echarse en brazos de China».

China buscará alargar su papel «neutral» todo lo posible

La suspensión de pagos rusa pone en serios aprietos a Xi Jinping, que deberá elegir entre auxiliar a su aliado geopolítico o exponerse a las sanciones con las que Estados Unidos amenaza. «La economía china se mueve bien en mercados tranquilos», dice el experto en política monetaria, que afirma que una «batería de sanciones comerciales provocaría un enorme parón en Pekín».
No obstante, los lazos estratégicos trazados entre China y Rusia son fuertes. «Xi Jinping tiene un gran interés en las materias primas y el equipamiento militar ruso y prefiere la forma actual de gobierno en Moscú a cualquier experimento democrático, a lo que se suma que no quiere ser vista como un títere de Estados Unidos», apunta Stefan Kreuzkamp, jefe de inversiones de DWS.
Aun así, desde la firma alemana apuestan por un tibio papel de Pekín en el conflicto. «Como mercado, Rusia desempeña un papel insignificante para China en comparación con Europa y Estados Unidos. Por lo tanto, es probable que Pekín reduzca discretamente las exportaciones de bienes que son críticos desde la perspectiva occidental. Al mismo tiempo, el riesgo de enfadar a Rusia como proveedor de materias primas es manejable si ésta se queda sin clientes de todos modos», dicen desde DWS.

El riesgo de enfadar a Rusia como proveedor es manejable para ChinaStefan Kreuzkamp, jefe de inversiones de DWS

En el corto plazo, la opción más viable es que China incorpore a los bancos rusos a su sistema de pagos (alternativo a Swift). Sin embargo, esto tan solo supondría un parche que no tardaría mucho en despegarse.

La suspensión de pagos rusa en Europa

El default ruso tendría consecuencias limitadas para Europa. La clave está en el nivel de exposición de los bancos europeos a la deuda pública del país. «Es limitada», afirma Arranz, que apunta a las empresas europeas con presencia en Rusia: «El problema lo tendrán los bancos a través de los que operen todas esas empresas y, en este aspecto, los bancos más afectados serán los italianos».
Al margen, la Unión Europea discute su respuesta a la recesión económica global que podría terminar de desatarse fruto de la guerra en Ucrania. El peso que el conflicto está provocando en la inflación, el lastre en el PIB y el gasto extraordinario en energía y defensa al que los países comunitarios deberán enfrentarse demandan una reacción rápida y precisa que proteja a los países miembros de una crisis de deuda.
La comisaria, Margrethe Vestager, junto al alemán Christian Lindner, y la española Nadia Claviño

La comisaria, Margrethe Vestager, junto al alemán Christian Lindner y la española Nadia ClaviñoEFE

El debate está servido. Varios países han vuelto a sacar del cajón la vieja propuesta de los eurobonos, la emisión conjunta de deuda con la que aquellos con menor capacidad de emisión puedan financiarse a un precio más bajo, avalados por el poderío de otros como Alemania.
Un melón que la Comisión Europea se niega a abrir bajo la presión de Berlín, que no está dispuesta a pagar más por colocar deuda en los mercados, a pesar de que –en plena crisis energética– es Alemania el ancla que impide una mayor independencia europea del gas con el que Vladimir Putin sobrevive a pesar del acoso de las sanciones económicas.
Sí gana enteros un aplazamiento sine die de la reactivación del Pacto de Estabilidad, que exige a los miembros un déficit público inferior al 3 % y un volumen de deuda por debajo del 60 % del PIB. Inicialmente previsto para 2023, las reglas fiscales podrían mantenerse dormidas hasta que la normalidad económica no retorne al Viejo Continente.
Este miércoles, la vicepresidenta primera del Gobierno, Nadia Calviño, aseguró en el Congreso de los Diputados que España cerró el pasado 2021 con un déficit inferior a las previsiones del Gobierno. La ministra de Asuntos Económicos sigue sin desvelar la cifra, pendiente del cierre de datos.
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