Fábrica de vuvuzelas en China, semanas antes del Mundial de Sudáfrica.
Las empresas buscan reducir la dependencia con China: ¿hay alguna alternativa?
A los habituales problemas de calidad y de protección intelectual, se suma el aumento de costes tras el inicio de la pandemia
China ha sido sin duda el centro de producción del mundo durante años, pero las guerras comerciales con Estados Unidos, el aumento de los salarios y la pandemia del coronavirus han transformado este escenario y son cada vez más las empresas que están buscando alternativas para la fabricación. India, México o el sudeste asiático se han convertido en objetivos potenciales, aunque todavía hay demasiados interrogantes.
Tras la muerte de Mao, China comenzó un proceso de reformas económicas para alejarse del modelo soviético hacia el libre mercado y el comercio internacional. En apenas unos años, las exportaciones de textil ya superaban a las de crudo y, en 1995, estas eran adelantadas por la maquinaria y la electrónica. Con la adhesión a la OMC, estas exportaciones se dispararon hasta convertirse en el primer suministrador de mercancías del mundo.
El problema es que China todavía tiene carencias respecto a la protección de la protección intelectual, graves deficiencias en el control de calidad y los costos de producción han aumentado en los últimos años. En los últimos años, además, las guerras comerciales con Estados Unidos y la gestión del coronavirus han llevado a muchas empresas a buscar alternativas.
Encontrar esas alternativas es otro asunto. El Banco Mundial tiene un Índice de Desempeño Logístico en el que compara puntuaciones de distintas variables –aduanas, infraestructuras, envíos internacionales, logística y competencia, seguimiento de envíos y oportunidad– de todos los países en un sistema del uno al cinco, siendo el cinco la valoración más alta.
Alternativas
En su edición de 2018, la última versión, China tiene un promedio de 3,61 puntos –al nivel de Corea del Sur o Luxemburgo– pero hay interesantes opciones. Tailandia es uno de los mayores productores de componentes informáticos y también están especializados en automóviles y caucho. El Banco Mundial destaca su organización para realizar envíos y su puntualidad. Además, los gobiernos tailandeses llevan años invirtiendo en la mejora de la industria y las comunicaciones. No obstante, el salario mínimo es, de media, superior a los países del entorno. La inestabilidad política también es una cuestión a tener en cuenta.
Vietnam ha experimentado en los últimos años un importante impulso en el comercio internacional. Los salarios son más bajos que en China y muchas multinacionales están llevando sus plantas de producción al país, pero las habituales huelgas pueden ser un problema para la productividad. No obstante, es una de las mejores opciones dada la estabilidad del país y la protección de la propiedad intelectual.
En el caso de Malasia ofrece beneficios a los importadores extranjeros como la supresión del IVA, mano de obra cualificada y buenas comunicaciones. Sin embargo, el nivel de corrupción es bastante alto y tiene un alto grado de inestabilidad política.
India está llamada a ser una potencial mundial. Pronto superará en población a China –si no lo ha hecho ya– y ofrece una importante mano de obra a bajo coste; además, su conocimiento del inglés facilita las transacciones. Eso sí, este gigante tiene un grave problema de infraestructuras y la descentralización genera muchas diferencias entre las diferentes regiones.
Indonesia tiene la cuarta población más grande del mundo y cuenta con una importante mano de obra a bajo coste. Cuenta con mayor estabilidad política que Tailandia y Malasia, pero su industria no está tan desarrollada. Su geografía también complica el comercio.
Finalmente se encuentra México, que ofrece una importante producción de automóviles y maquinaría industrial y eléctrica. Aunque cuenta con un menor promedio respecto a los asiáticos, es uno de los países favoritos de las empresas estadounidenses por su cercanía. Fuera del continente americano, no ofrece grandes ventajas.