Antoñanzas Pérez-Egea durante la toma de posesión de su nuevo cargo como presidente del Instituto Nacional de Industria
Obituario
Juan Miguel Antoñanzas, in memoriam
Estuvo cuando era imprescindible y hoy, cuando ya no podemos contar con él, pensaremos en la necesidad que tenemos de empresarios con su firmeza y su buen hacer
Durante muchos años he tenido el placer de tratar a Juan Miguel Antoñanzas. Mis responsabilidades en el IE me hacían ser el responsable del área en la que él intentaba empujar al naciente Instituto de Empresa. Creó un programa compuesto de diferentes conferencias en el que todo el empresariado público y privado pasaba. Los alumnos tenían la oportunidad de encontrar a aquellos empresarios que les marcaban una diferencia que debían aprovechar, y cito a Juan Miguel, «aquellas cosas por las que sintáis afinidad y penséis que con esas herramientas podéis hacer las cosas mejor». Es decir, Juan Miguel, explicaba que había muchas maneras de dirigir, que existían líneas maestras que les enseñábamos nosotros para que ellos llevasen sus proyectos a puerto, pero que, en cualquier caso, escogiesen su camino y sus herramientas.
Estuvimos muchos años repitiendo el programa y también haciendo diferentes otras cosas, pero siempre había una constante, su respeto, su amor a España, su vocación porque los jóvenes llegasen más allá. Sus maneras nunca fueron las del empresario curtido y de vuelta, que ha visto todo, sino era extremadamente amable, con sentido del humor y siempre marcando caminos.
Sabemos que personas como él se necesitan siempre. Estuvo cuando era imprescindible y hoy cuando ya no podemos contar con él, pensaremos en la necesidad que tenemos de empresarios con su firmeza y su buen hacer. Descanse en paz.
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