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05 de mayo de 2024

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.EFE/EPA/DOMENIC AQUILINA

La inflación alimentaria acorrala a los gobiernos europeos, incluyendo al español

Yolanda Díaz ha pedido topar los precios, pero esa no es la solución, como se ha visto en Hungría y en otros momentos de la historia

Los gobiernos europeos intentan desde hace meses rebajar la inflación reduciendo impuestos o poniendo topes a los precios, pero la inflación en la alimentación sigue disparada.
En Francia acaba de verse que el crecimiento de la inflación general ha disminuido al 6,6 %, pero los precios de los alimentos han aumentado un 16 %. En Alemania la inflación alimentaria crece por encima del 20 %, y en nuestro país el Banco de España ha subido su previsión de crecimiento del precio de los alimentos para este año del 7,7 % al 12,2 %. Los alimentos y bebidas han subido un 16 % en nuestro país en el último año, con incrementos muy importantes en productos como el azúcar (52,6 %), la leche (33,1 %) o el aceite y las grasas (32,9 %), entre otros.
El responsable de economía europea en Oxford Economics, Ángel Talavera, señalaba en Bloomberg recientemente que, «con los precios de los alimentos avanzando al 15-20 %, los gobiernos se están poniendo cada vez más nerviosos. La inflación de los alimentos es realmente dañina y, especialmente con las elecciones que se avecinan. Hace que la gente se enoje mucho». No en vano personajes tan distantes ideológicamente como el político Gabriel Rufián y el economista Carlos Rodríguez Braun han dicho con distintos argumentos que la inflación puede arrasar a quien coja como presidente del Gobierno.
Los políticos lo saben, y por eso están pensando en soluciones. Yolanda Díaz ha hablado varias veces de topar los precios de los alimentos, algo que no ha funcionado a lo largo de la historia y tampoco lo ha hecho últimamente. Hungría lo puso en marcha a principios de 2022 y desde entonces los precios de los alimentos han aumentado casi un 50 %.
Topar los precios de los alimentos significa que los supermercados los venden a pérdidas y tienen que compensarlas encareciendo otros productos. Cuando la medida se ha adoptado en regímenes totalitarios en el pasado, se ha producido una escasez que se ha traducido en una subida de los precios.
Los precios de los alimentos han subido por factores diversos: sequías, interrupciones de las cadenas de suministro, aumento del coste de los fertilizantes, enfermedades como la gripe aviar... Además, el alto coste de la energía y de la mano de obra están exprimiendo a los productores y cultivadores de alimentos.
Para tratar de frenar la subida de los precios de los alimentos, los países han adoptado diversas medidas. Portugal, en donde los precios de los alimentos han subido un 20 % anual, eliminará el IVA de una cesta de productos que considera esenciales. Es el último país que lo ha hecho, después de otros como Polonia o España. En nuestro país la reducción de impuestos ha afectado a productos como el pan o el aceite de oliva, pero no ha sido suficiente para ralentizar la subida de precios.
Polonia prevé eliminar el IVA de los alimentos en la primera mitad de este año, y quizá lo extienda más tiempo. Italia está estudiando qué hacer con los impuestos sobre productos básicos como la pasta, el pan y la leche.
Los supermercados están también en el centro de las medidas. En Francia el Gobierno ha negociado con ellos para ofrecer productos esenciales a precios reducidos que irán resaltados con una bandera nacional. Se estima que las empresas distribuidoras sufrirán pérdidas de varios millones de euros en tres meses.
En Portugal la principal cadena de supermercados (Modelo Continente) está dispuesta a recortar sus márgenes para absorber parte del incremento de precios que ha recortado el gasto de los consumidores.
Los supermercados están bajo la lupa de la inspección de trabajo en Portugal, España, Suecia o Noruega. En Suecia los precios de la alimentación han subido a su mayor ritmo desde 1950. Las tres principales distribuidoras, que dominan el 90 % del mercado, han sido llamadas a capítulo por el Gobierno. Noruega también ha dicho que va a financiar en mayor medida la inspección para estudiar si hay problemas de competencia en el mercado.
Mientras se estudian este tipo de actuaciones, el Fondo Monetario Internacional (FMI) critica las medidas sobre los precios porque las considera caras y beneficiosas también para quienes no lo necesitan. Es más partidario de transferencias directas a los hogares vulnerables, según ha expresado en un informe.
La subida de precios de los alimentos va a durar más de lo que parece, y va a pasar factura no solo a los bolsillos de los ciudadanos, sino también a los políticos, salvo que alguien encuentre una solución adecuada.
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