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29 de abril de 2024

Un camarero coloca sillas de una terraza de una céntrica calle de Pamplona.

Un camarero coloca sillas de una terraza de una céntrica calle de PamplonaEP

Cómo los servicios han sacado del tablero a la agricultura y la industria con el impulso del sector público

En cuatro décadas, el peso de la industria en el PIB español se ha desplomado en beneficio de los servicios y el empleo público

España sufren un problema endémico de productividad. Un reciente estudio de Caixabank Research señalaba recientemente que, en 2022, el PIB nominal por hora trabajada en nuestro país era del 76 % del valor registrado en la eurozona y del 63 % en Alemania, porcentajes que han aumentado en los últimos años.
Como señalaba a este diario el economista José Manuel Cansino, «la muy limitada dimensión empresarial de la mayoría de compañía españolas hace muy difícil mejorar sus niveles de productividad». Además, las últimas reformas aprobadas y propuestas por el actual Gobierno, como la reducción de jornada apuntan a un empeoramiento de la situación.
Fedea acaba de publicar la última actualización de sus series regionales de empleo que recogen la ocupación y actividad por sectores desde 1955 hasta 2022. Se trata de una interesante panorámica del cambio producido desde la entrada del sistema autonómico y el peso de los distintos modelos productivos en la economía española.
Respecto a la ocupación, Madrid, Baleares, Murcia y Canarias fueron las regiones donde más ha crecido entre 2022 y 1978 con un 118, 114, 109 y 108 % respectivamente. Por el contrario, Galicia (-8,5 %) y Asturias (-1 %) fueron las únicas comunidades con tasas negativas, fruto en gran medida del cambio de modelo productivo.
Prueba de ello es el cambio por sectores en estas cuatro décadas. Las actividades relacionadas con la agricultura y pesca, y con la industria manufacturera se han desplomado tanto en ocupación como en el total de asalariados en beneficio del sector servicios y de la Administración Pública.
Así, el número de ocupados en agricultura y pesca descendió entre 1978 y 2022 un 71,1 % mientras que el número de asalariados descendió un 45,8 %. En el caso de la industria manufacturera, la bajada fue del 30,6 % y 31,7 %. La construcción, por su parte, aunque en el mismo periodo aumentó el número de ocupados (+8,2 %), registró descensos en el total de asalariados (-7,1 %). Fuentes de Fedea señalan que este fenómeno puede deberse tanto a la despoblación y el cambio del modelo productivo como el aumento de autónomos en dichos sectores.
Por el contrario, la ocupación en los servicios creció un 149,6 % mientras que en los servicios públicos, incluida la sanidad y la educación privada, lo hizo un 203,9 %. En este sentido se aprecia el importante engorde laboral de las Administraciones que supuso la llegada del sistema de las autonomías.

Desequilibrio

Durante ese periodo, es clave observar el desequilibrio que se ha producido en los diferentes sectores, tanto en tasas de actividad como aportación al PIB. A finales de los años setenta, los servicios suponían el 40 % del total de trabajadores activos, actualmente ese porcentaje supera el 70 %.
En el camino se han quedado la construcción, que pasa del 10 % al 6 % como consecuencia de la crisis inmobiliaria y financiera de 2008; la industria, del 26 % al 12 %; y sobre todo la agricultura, que ha pasado de suponer un 20 % de la fuerza laboral del país a apenas el 3,5 %.
El desequilibrio también se aprecia en la aportación a PIB por sectores. La industria ha pasado de suponer casi el 30 % del PIB a solo el 15 %, mientras que los servicios han crecido del 50 % al 70 %. En este periodo, por cierto, la aportación de los impuestos se ha doblado del 5 % al 10 %.

Baja productividad

Precisamente, Raymond Torres, director de Coyuntura y Economía Internacional de Funcas, advertía hace unas semanas durante la presentación del coloquio España ante los cambios en la economía mundial: oportunidades y riesgos sobre los problemas de apoyarse en una fuerza laboral poco productiva.
«A largo plazo, nos aboca a tener que competir con salarios bajos y tener que financiar el estado del bienestar con recursos que no crecen, lo que provoca problemas de distribución muy complejos», señaló entonces.
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