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Los presidentes de BBVA y Sabadell aguardan saber qué será de ellos.

Los presidentes de BBVA y Sabadell aguardan saber qué será de ellos.Lu Tolstova

La semana económica

BBVA y Sabadell, dos de los mejores bancos de Europa, pendientes del paripé del Gobierno para conocer su futuro

La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), un organismo muy serio y con profesionales muy competentes, ha estado un año analizando en profundidad los riesgos de la oferta de compra de BBVA sobre Sabadell. El pasado 30 de abril presentó por fin su dictamen, que aprueba la operación imponiendo unos compromisos muy exigentes para BBVA.

Por contraste, el Gobierno no le dedicará más de 45 días, según marca la ley, y tampoco le destinará mucho esfuerzo. En lugar de estudiar su decisión y contrastarla con expertos de primer nivel, ha preferido lanzar una consulta pública en la que puede participar cualquiera. Solo ellos conocerán los resultados, que justificarán la decisión que tome, y que será la que más interese al propio Gobierno.

La consulta justificará la decisión del Gobierno, que será la que más le interese a Sánchez

El Ejecutivo de Sánchez se ha mostrado siempre contrario a esta operación, y el Sabadell ha manejado la comunicación mucho mejor que BBVA para posicionar a la sociedad en contra de que se produzca. El lado afectivo está de su parte, pero el técnico no.

Fuentes financieras independientes recalcan que BBVA ha aceptado unos compromisos «extraordinariamente ambiciosos» para que su oferta de compra pueda llevarse a cabo, y que solucionan con creces los riesgos detectados por la CNMC.

En el caso del crédito a pymes, que es el aspecto al que más importancia se está dando, se garantizan durante tres años (prorrogables por otros dos) las líneas de crédito a corto plazo y de financiación del comercio exterior —esenciales para la continuidad de las empresas— para las pymes y autónomos de toda España que tengan contratadas con el Sabadell esa financiación, lo cual es llamativamente garantista. Quiere decir que todas esas empresas tienen garantizada su financiación a corto plazo por un tiempo más que suficiente para que puedan encontrar fuentes de financiación alternativas, si lo desean. Nadie puede decir que eso no es generoso.

Además, durante ese tiempo (tres años, prorrogables por otros dos en el caso de que fuera necesario) se garantiza que se renovarán obligatoriamente los créditos a medio y largo plazo por un mínimo de tres años a las pymes de toda España que tengan al menos un 85 % de este tipo de financiación proveniente de BBVA y/o Sabadell. En el caso de Cataluña y Baleares, que son las únicas regiones donde la entidad resultante superaría el 30 % en este mercado, el umbral de aplicabilidad del compromiso se baja al 50 %.

Las condiciones aceptadas por BBVA referentes al crédito son muy generosas, aunque evidentemente no garantizarían la financiación a una empresa de manera indefinida, algo que no hace ninguna entidad financiera; ni siquiera el Sabadell.

Los compromisos asumidos por BBVA son muy generosos

Los compromisos aceptados por BBVA son sumamente generosos teniendo en cuenta que los problemas que generaría su compra del Sabadell son muy limitados. En su riguroso estudio desde hace un año, la CNMC solo ha detectado algo de riesgo para la competencia y la financiación de empresas en Barcelona y Lérida, ni siquiera en toda Cataluña (en Tarragona y Gerona no han visto inconvenientes).

Por eso el componente político de esta operación es cada vez más evidente. En las alegaciones contra la operación se ha defendido en ocasiones el arraigo que Sabadell tiene en Cataluña, algo que no se tuvo en cuenta en la compra de la antigua Caja Madrid (Bankia) por parte de CaixaBank. Parece lo correcto, porque el criterio para aprobar la operación no es el emotivo del arraigo, sino el técnico.

También ha dicho el Sabadell al que ha querido escucharle que con la operación se reduciría el número de grandes bancos de cuatro a tres, y eso provocaría problemas de competencia, pero la CNMC ha comprobado que los datos no permiten sacar esta conclusión. Aparte de la competencia indudable que ejercerían Santander y CaixaBank, en cualquier comunidad autónoma hay al menos varios de los operadores medianos y pequeños actuando y dando créditos (Unicaja, Ibercaja, Abanca, CajaSur, Banca March, Bankinter), y eso que la CNMC ha querido dejar a un lado la consideración de la competencia potencial de las fintech, los neobancos (Revolut, etc.), que también pueden darlos y es previsible que aumenten su presencia en el futuro, aumentando la competencia. BBVA podría haberse quejado, pues la CNMC está obligada por la normativa a estudiar tanto la competencia actual como la potencial que pueda llegar, y parte de esa competencia potencial en el futuro la aportarán precisamente este tipo de nuevas entidades bancarias. Aún sin la actuación de estos bancos, la CNMC no ha visto problemas, sino que ha encontrado que ya hay competencia efectiva y que se podrá acceder a suficientes entidades de crédito para obtener financiación una vez transcurrido el tiempo lógico para que el mercado se ajuste a la nueva situación.

Esta es su decisión, pero otra cosa será que la operación sea oportuna, y que salga. Desde luego BBVA es el más interesado en comprar Sabadell para diluir su riesgo en México, que le da más de la mitad de su beneficio y afronta incertidumbres con los aranceles y su nueva presidenta, y en Turquía, con los problemas que vive el país y su filial Garanti. Sabadell no quiere para nada ser comprado por BBVA, y su objetivo es seguir por libre. El Gobierno en principio se opone a la operación.

Quedan algunas dudas, como si BBVA puede mantener los 800 millones en sinergias que prometió cuando asume unos compromisos tan duros como los acordados con la CNMC, mientras que en otro plano se ve que podría aportar a Sabadell un presupuesto para ciberseguridad mayor del que podría permitirse, una cuestión importante para depositantes y accionistas.

Todo puede quedar en el olvido si finalmente el Gobierno no aprueba la operación. El Ejecutivo de Sánchez tiene una capacidad ilimitada para disfrazar sus intenciones como interés común e interés general, y en esta ocasión es muy probable que vuelva a hacerlo. Si bien es cierto que tras ver el informe de la CNMC y los duros compromisos asumidos por BBVA puede tener pocos argumentos desde el punto de vista de la competencia, quizá tenga más desde el punto de vista del empleo. Yolanda Díaz decía hace unos días que le preocupaba, y es evidente que toda concentración lleva consigo una reducción de empleo, pero entre los compromisos de BBVA está mantener sucursales. Si este fuera el motivo esgrimido por el Gobierno, habría que preguntarse cuándo puede llevarse a cabo una concentración, si siempre va a haber pérdida de empleo.

BBVA y Sabadell están a la espera de lo que decida el Gobierno a través de este paripé absurdo de la consulta pública, siendo como son dos de los mejores bancos de Europa. BBVA es un banco global y Sabadell es muy competitivo en pymes, que es de quien depende el tejido industrial de España. Ambos están entre los mejores del continente comparando entre entidades con el mismo modelo de negocio.

Quizá la solución final del Gobierno sea la que apuntábamos en este artículo: acogerse a la ley para evitar la desaparición de la marca Sabadell. Satisfaría a los catalanes, y al BBVA no le incomodaría, en buena medida porque el impuesto a los bancos es progresivo con el tamaño y las entidades no se fusionarían. Una solución salomónica. Después BBVA tendría que dar una prima en metálico para convencer a los accionistas, y algunos estiman que debería hacer algún gesto más, como designar la sede del Sabadell en San Cugat como la oficina central del negocio de pymes de la nueva entidad. Si los accionistas aceptan y venden, la absorción sería cuestión de tiempo. Habrá que ver si puede planteárselo, o si el Gobierno tumba antes la operación.

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