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El presidente del BBVA, Carlos Torres, en la reunión del Cercle de Economía de este año

El presidente del BBVA, Carlos Torres, en la reunión del Cercle de Economía de este año(EPA) EFE

Perfil

La pugna por Sabadell y el verdadero ‘apagón’ del ingeniero eléctrico Carlos Torres (BBVA)

Oliu y Gonzalez Bueno han sabido aprovechar el flanco que Torres más descuidó

La batalla entre BBVA y Sabadell, luchada en muchos frentes, ha sido sobre todo una pugna entre sus máximos directivos. En ella se ha dejado muchos pelos el presidente de BBVA, Carlos Torres (Salamanca, 1966).

Torres ha impulsado personalmente la operación, al considerar que aportaría valor a los accionistas de BBVA. Evitó además retirarse en las ocasiones en las que lo tuvo en bandeja. Sobre todo, cuando el Gobierno impuso unas condiciones draconianas y difícilmente justificables en una economía de mercado integrada con Europa.

Ingeniero eléctrico de formación, se tituló por el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) antes de iniciar su carrera en McKinsey en 1990. En 2002 dio el salto a Endesa, donde fue director de desarrollo corporativo, miembro del comité de dirección y, en su última etapa, su máximo responsable financiero. Siempre con el respaldo de su gran valedor, Manuel Pizarro.

Pizarro abandonó la eléctrica en 2007 tras el desembarco de la italiana Enel. Poco después saldría Torres, para un efímero paso por la presidencia de Isofotón, la polémica y malograda compañía de paneles solares, investigada por recibir supuestas ayudas irregulares de la Junta de Andalucía.

Desde allí saltó a BBVA. Su entonces presidente, Francisco González, mantenía una excelente relación con Pizarro, y apostó por Torres para pilotar la estrategia y el desarrollo corporativo del banco.

Instalado en su nuevo puesto, BBVA logró capear con brillantez la crisis financiera de 2008. De hecho, fue una de las entidades que logró salir más reforzadas del caos global, que aprovechó para absorber los dos bancos catalanes (Unimm y CatalunyaCaixa) que nacieron de la integración de seis antiguas cajas catalanas.

Su siguiente salto fue pasar a dirigir el área digital de BBVA, un puesto de mucha relevancia en un banco que siempre ha puesto la tecnología como uno de los pilares de su oferta de negocio. Su estancia aquí, sin embargo, sería corta: apenas un año después, ya en 2015, FG le situó como consejero delegado de la entidad en sustitución de Ángel Cano.

Empezaba a formarse la tormenta del caso Villarejo, que tronó con especial fuerza en BBVA. El banco fue cliente que más le pagó y el que más tiempo le mantuvo contratado, supuestamente para espiar a adversarios empresariales. Torres siempre ha mantenido que no conocía los trabajos del ex comisario, que derivaron en la imputación de Cano y FG. El caso, sin embargo, terminaría con trastocar su relación con González, a quién sustituyó como presidente en 2018.

Ya en la cima de La Vela vio claro que debía reforzar su presencia en España para recortar su fuerte dependencia de México y Turquía. Dos países donde, según fuentes del mercado, «BBVA es una máquina de hacer dinero», pero que no son precisamente sinónimo de estabilidad regulatoria.

En México, que supone casi el 50 % de su negocio, el banco tiene casi el doble de empleados que en España. En Turquía, su tercer mercado tras España, tiene más del 18 % de cuota a través de su marca local, Garanti. El país, no obstante, ha atravesado importantes turbulencias desde 2008, y la lira turca se ha devaluado nada menos que un 93 % en el lapso de una década.

La compra de Sabadell venía a resolver buena parte de estos problemas: los catalanes tienen una presencia mayoritariamente en España y un fuerte arraigo entre las pymes, siendo el banco que una de cada dos utilizan habitualmente en sus transacciones. Por ello Torres intentó su compra una vez, en 2020, y ha vuelto a hacerlo ahora, sin lograr vencer en ninguna de las dos ocasiones la muralla que hábilmente han logrado trazar el presidente del banco catalán, Josep Oliu, y su consejero delegado, César González-Bueno.

La baza mediática

Campañas de Sabadell y BBVA

Sabadell y BBVA desplegaron una intensa campaña mediáticaEl Debate

Ambos han jugado muy bien sus cartas, incluyendo la de lograr un mucho mayor respaldo social y mediático. El retorno de su sede a Cataluña, a principios de año, fue uno de muchos ejemplos, al lograr atraer a su favor masivamente no solo al tejido económico catalán sino también el Gobierno, siempre sensible a las reivindicaciones de los partidos catalanes. Moncloa acabó poniendo una gigantesca piedra en la rueda de la opa amparándose en una estrambótica consulta, al impedir a BBVA de facto integrar a Sabadell durante, como mínimo, tres años.

Oliu y Gonzalez Bueno han sabido aprovechar el flanco que Torres descuidó: el de las relaciones públicas. BBVA corrigió la marcha a mitad de la campaña, pero a la vista del resultado, demasiado tarde, y siempre con menos ardor que quien lucha por su propia supervivencia. Mientras, siempre quedará la duda de qué hubiera ocurrido si Sabadell se hubiera quedado en Alicante o, incluso, si hubiera sido un banco madrileño.

Ahora, el futuro de Torres queda en manos de los accionistas del banco, y de su junta, por quienes ayer dijo sentirse «plenamente respaldado». A ellos les puede presentar el aval de que, bajo su batuta, el banco ha batido su récord de beneficios, que superaron en 2024 los 10.000 millones de euros, un 25 % más. Unas cifras que permitirán a BBVA distribuir 36.000 millones en los próximos años, entre dividendos y recompras de acciones con el objetivo, según Torres, de «seguir mirando hacia el futuro».

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