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El economista Santiago Niño Becerra

El economista Santiago Niño BecerraEFE

Niño Becerra alerta de una España partida en dos: «Solo la herencia permite ser propietario»

El economista explica que las próximas generaciones crecerán en un entorno donde el patrimonio familiar condiciona el futuro más que la capacidad de trabajo o el nivel formativo

Comprar una casa –considerada durante décadas la base del progreso personal– se ha convertido, según el economista Santiago Niño Becerra, en un objetivo inalcanzable para gran parte de la población. Sostiene que el acceso a la propiedad ya no depende del esfuerzo, sino del patrimonio heredado.

Niño Becerra, conocido por anticipar la crisis de 2008 y por sus comparativas con otros modelos de vivienda en Europa, afirma en X que el país se encuentra ante una fractura que divide a la sociedad en dos bloques claros. «Un 20 % puede acceder a la propiedad», escribe. El resto, ese 80 % que vive de alquiler, apenas tiene opciones reales de comprar una casa si no recibe una herencia.

Para el economista, el encarecimiento del mercado y la precariedad laboral han convertido la vivienda en un bien selectivo. La mayoría de los inquilinos, sostiene, no podrá acumular el ahorro suficiente para comprar. De hecho, resume el fenómeno de forma contundente: «Ocho de cada diez inquilinos lo serán siempre, ya que no esperan heredar una vivienda».

Las consecuencias van más allá del ladrillo. Niño Becerra advierte de que España está asistiendo al «fin del ascensor social», uno de los pilares sobre los que se sustentó la clase media durante el último siglo. Si la herencia es la única vía para acceder a la vivienda en propiedad, el esfuerzo personal pierde relevancia como motor de movilidad económica.

Esto implica que las próximas generaciones crecerán en un entorno donde el patrimonio familiar condiciona el futuro más que la capacidad de trabajo o el nivel formativo. La meritocracia se debilita, la estabilidad económica se vuelve hereditaria y la vivienda deja de ser símbolo de progreso para convertirse en un marcador social.

Niño Becerra, no obstante, subraya que incluso el 20 % que sí puede comprar vivienda no debe dar su posición por segura. «La permanencia en ese grupo no está garantizada», advierte. Las turbulencias económicas, la evolución del mercado y los ciclos financieros pueden alterar esa ventaja con rapidez.

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