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09 de mayo de 2024

Personal médico a punto de hacer un test de antígenos.

Personal médico a punto de hacer un test de antígenos.GTRES

Médicos a punto de perder su empleo tras su sobreesfuerzo en pandemia

Las comunidades autónomas estudian si prorrogar o no los llamados contratos covid

Desde el comienzo de la pandemia en España, en marzo de 2020, miles de médicos han trabajado en centros sanitarios de todas las comunidades autónomas con los denominados «contratos covid», pensados para reforzar la atención sanitaria durante la emergencia sanitaria.
Buena parte del personal que logró uno de esos contratos ya estaba vinculado previamente al sistema sanitario público con contratos temporales que se iban encandenando, según explican desde la plataforma «Médicos Precarios», que lucha por que esos puestos, en lugar de destruirse, se mantengan para resolver los déficits estructurales.
Ahora que las comunidades autónomas estudian si prorrogar o no esas contrataciones, Efe ha recogido los testimonios de tres médicas que pueden perder su empleo en los próximos meses, después de haber cumplido con su obligación de cuidar de la población en medio de una pandemia.

Ángela del Pino, intensivista

A sus 32 años, Ángela del Pino ha vivido situaciones laborales angustiosas e inestables por las que explica que ya no quiere volver a pasar. Asegura a Efe que trabajó como «falsa autónoma» para el hospital madrileño de Torrejón de Ardoz -concertado- y que después se fue con un contrato covid al hospital Clínico San Carlos, en Madrid, donde se había formado.
La dirección no renovó su contrato el junio pasado porque -según explica a Efe- en el momento en que le correspondía firmar la prórroga estaba de baja tras una intervención de rodilla. Le ofrecieron incorporarse después, una vez se hubiese recuperado.
«Me dolió a nivel personal. Le dije a mi jefe que ya vería lo que hacía con mi vida pero que después de haber estado peleando por la pandemia primero en un hospital concertado y luego en un hospital público haciendo horas extra, dejándome la salud, no entendía que me despidieran mientras estaba de baja para contratarme después. Me parecía una cosa que ya no podía tolerar».

Llegué a recibir en mi correo corporativo la carta de despido el 15 de diciembre, pero el 1 de enero yo seguía trabajandoÁngela del Pino

Antes de eso tuvo dos contratos de seis meses cada uno, desde junio a diciembre de 2020, y de enero a junio de 2021, y un momento de gran inestabilidad.
«Llegué a recibir en mi correo corporativo la carta de despido el 15 de diciembre, pero el 1 de enero yo seguía trabajando. Pero, claro, todo eso te hace sentirte despreciado por la Administración, por el hospital, y sientes que tu trabajo no vale», explica esta doctora que estuvo en primera línea de atención a enfermos covid.
Aspira a lograr una estabilidad laboral que haga que no tiemble el suelo bajo sus pies cada vez que tenga que tomar una decisión, pero quiere también que los ciudadanos entiendan que esta lucha va más allá de los derechos laborales.
«Estamos en un momento en el que la sanidad pública está deteriorada por la pandemia... Tenemos que volver como mínimo adonde estábamos antes. Para eso no solo necesitamos renovar contratos; necesitamos que estos contratos jóvenes se conviertan en plantilla de la sanidad pública», sostiene.

Julia Lanceros, internista

Julia Lanceros, de 31 años, tiene un «contrato covid» como internista en el Hospital Puerta del Mar de Cádiz. Lo obtuvo nada más terminar su residencia en Sevilla porque su último año de MIR coincidió con el de pandemia. Vive con incertidumbre su situación, pero venía preparada para una realidad que considera cronificada en los hospitales andaluces.
«Siempre he tenido muy poca confianza en el sistema, sabía que no iba a tener grandes contratos y estabilidad al acabar. Con la pandemia pensé que tendría más posibilidades, pero ya a finales de octubre vi mucha incertidumbre. A mí me renovaron 6 meses por última vez pero varios de mis compañeros solo firmaron por otro mes. Hasta el último día estás sin saber si mañana vas a poder ir a trabajar», cuenta.
Una situación que acaba afectando a las decisiones vitales. «Cualquiera que quiera asentarse, casarse o formar una familia... No es lo mismo ver que vas a estar en un trabajo fijo que no saber si en un mes te va a tener que ir a la calle y vas a tener que hacer un trabajo en otra provincia o incluso en otra comunidad. Eso está claro que dificulta la conciliación», lamenta.
La internista cree que más allá del coronavirus, los hospitales viven una situación general de saturación heredada desde antes de la pandemia. «La gente está trabajando por encima de lo que debería. Hace tiempo que no se cubren jubilaciones, que no se renuevan contratos... Ya partíamos de una carencia de personal sanitario, no solo de médicos».
Por eso cree una oportunidad perdida que en los próximos meses no se estabilice el empleo sanitario. «La pandemia nos ha hecho aprender muchas cosas pero también se nos olvidan muy pronto», lamenta.

Pilar Parra, internista

Pilar Parra es internista en el hospital Doce de Octubre de Madrid. Allí entró por primera vez en 2017 con un contrato de dos meses. Desde entonces ha estado yendo y viniendo por hospitales madrileños: al de Coslada, al de Vallecas, y vuelta a empezar. Ha compaginado sus vainenes de la sanidad pública con un contrato de guardias en cuidados paliativos en un centro privado.
Tras un año y medio trabajando con pacientes de covid pero también en las consultas de medicina interna, esta joven doctora se enfrenta de nuevo a la posibilidad de quedarse sin contrato, cuando en su opinión el déficit de personal y las listas de espera en la sanidad pública no justifican su marcha ni la de sus compañeros.
«Es importante que se mantengan estos contratos», explica Pilar Parra, que añade: «Esperaba un cambio. No te digo que a todos nos fueran hacer estructurales... Pero si no pasa ahora con una pandemia, no sé qué puede venir que nos haga reaccionar».
Esta médica internista cree que los hospitales salen adelante por el sobreesfuerzo de los facultativos, que son capaces -dice- de quedarse horas hasta lograr que sus pacientes estén atendidos. «Creo que los sanitarios somos un gremio especialmente sufrido», asegura esta doctora.

Situación actual por comunidades

Según el sindicato CSIF, el sector sanitario ha perdido en los últimos tres meses más de 50.000 empleos -13.311 en septiembre, 36.252 en octubre y ahora 8.973 en noviembre-, unos datos que podrían ir a peor si, como parece que sucederá, los gobiernos regionales prescinden en el próximo año de más trabajadores.
En la Comunidad de Madrid, la plataforma «Médicos precarios» ha organizado movilizaciones para pedir la renovación del 100 % de los sanitarios contratados como refuerzo y que se consoliden como personal estructural. Por el momento, el Gobierno regional asegura que los extenderá hasta el 31 de marzo.
La situación es similar en el resto de comunidades autónomas. Han reducido contratos Andalucía, Aragón, Extremadura, la Comunidad Valenciana... Y se plantean reducirlos Asturias, Baleares o Cantabria. Del otro lado, Cataluña, La Rioja y Canarias han expresado su voluntad de mantenerlos.
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