Puerto de Peñíscola (Castellón)
Un idilio entre la cultura y la naturaleza: Peñíscola y la Sierra de Irta
Acercarse hasta Peñíscola es comprobar que, entre castillos, senderos de Irta y el mar Mediterráneo se sigue rodando una película
En colaboración con Turisme de la Generalitat Valenciana
Peñíscola, en la provincia de Castellón, es una localidad bien comunicada. No importa cómo se acceda a ella, al divisar su castillo, encaramado sobre una roca que se asoma al mar, uno piensa que está en un lugar de película. Y no se equivoca: aquí se rodó El Cid, con Sophia Loren y Charlton Heston, que convirtió la fortaleza en una icónica estampa, y también algunas películas del cineasta valenciano Luis García Berlanga, como Calabuig o París-Tombuctú, cuya ruta señalizada puede hoy recorrerse a través del casco histórico. Más recientemente, sus murallas han vuelto a ser escenario de épica y fantasía en la serie Juego de Tronos.
Peñíscola presume así de tener un gran patrimonio artístico y cultural pero también de excelentes playas de arena fina, de recónditas calas que se pueden disfrutar gracias a su privilegiado clima, con más de 300 días de sol al año. La guinda la pone un entorno natural espectacular, ya que aquí se halla el Parque Natural de Sierra de Irta, un precioso paraje virgen del litoral valenciano.
Parque Natural de la Sierra de Irta (Castellón)
Empezamos visitando la ciudad antigua, coronada por el castillo que fue morada del papa Benedicto XIII, y que ocupa un imponente peñón que se alza 64 metros sobre el azul del mar. La fortaleza está unida al continente por un cordón de arena que, tiempo atrás, era barrido por las olas durante los temporales, transformando a la ciudad en una isla.
Peñíscola presume de tener un gran patrimonio artístico y cultural pero también de excelentes playas de arena fina
Adentrarse en este castillo amurallado, excelentemente conservado, supone sumergirse en apasionantes leyendas, como la que cuenta que aún permanece escondido entre sus muros un tesoro templario compuesto por cofres repletos de oro, piedras preciosas y un manuscrito de Salomón.
Casa de las Conchas
Pasear por el casco antiguo de Peñíscola invita a seguir viajando al pasado. Se puede acceder a él por el Portal del Fosc, que fue durante siglos la única entrada desde tierra, o por el Portal de Santa María, que nos regala unas vistas impresionantes del Mediterráneo. Entre estrechas callejuelas y rincones pintorescos, encontraremos edificios emblemáticos, como la Casa de las Conchas, con su fachada forrada de pechinas, prueba del amor que le profesan sus vecinos al mar, o el Parque de Artillería, con palmeras, olivos, lavandas y flora autóctona del Parque Natural de la Sierra de Irta, desde donde podremos observar toda la bahía. Si nos asomamos al Bufador, un curioso agujero formado de manera natural en la roca que permite el paso del agua del mar, oiremos un característico sonido que, cuentan, en el pasado fue disuasorio para los que querían asaltar la villa.
Casco histórico de Peñíscola (Castellón)
Pero si existe un lugar donde el mar y la montaña se unen para crear un paisaje de una belleza insólita, ese es la Sierra de Irta. Este parque natural se alza entre acantilados, calas recónditas y una vegetación y fauna típicamente mediterráneas. Un tesoro de trece kilómetros de costa virgen, donde los pinares conviven con el palmito, el romero y el hinojo, donde las calas de aguas cristalinas se alternan con abruptos acantilados.
En el parque, existen más de 20 rutas diferentes de senderismo, y también la posibilidad de hacer trail running o ciclismo.
Ruta a pie
Si optamos por emprender una ruta a pie, la circular que parte de Peñíscola nos permitirá disfrutar de las mejores vistas de la costa. Casi 15 km que se adentran en el Mas del Señor, el Clot de Maig, las dunas del Pebret y la emblemática torre Badum.
Una ruta asequible, ideal para recorrer en familia es la que arranca en la Cala Blanca de Alcocebre y discurre en paralelo al mar, por lo que disfrutaremos de impresionantes vistas. Pasa por el faro de Irta, el barranco Malentivet y la cala Mundina, y desemboca en la playa del Serradal, un paraje muy especial.
Otra opción es emprender una ruta de interior que nos llevará al impresionante Castillo de Pulpis y al barranco del Boixar, o la que conduce hasta el no menos espectacular Castillo de Xivert y que baja por la antigua vía pecuaria del «Assagador de la Serra».
Peñíscola desde la Playa Norte
Para los amantes del ciclismo, existen tres itinerarios diferentes en los que sumergirse en el paisaje a ritmo de pedaleo: la Ruta del Cranc, que recorre poco más de 13 kilómetros y tiene una dificultad baja, la Ruta del Xoriguer que aumenta la dificultad con 17,3 kilómetros, y finalmente, para los más aventureros, la Ruta del Fardatxo que, a pesar de contar solo con 13,5 kilómetros de distancia, presenta una mayor dificultad.
Existen tres itinerarios diferentes en los que sumergirse en el paisaje a ritmo de pedaleo
Por su cercanía al mar, son muchas las actividades deportivas y de turismo activo como el buceo, el snorkel o el kayak que pueden realizarse.
Gastronomía
Y no dejaremos Peñíscola sin probar su excelente gastronomía, tan arraigada al modo de vida mediterráneo donde la pesca es el centro. Mariscos, caragols punxents con D.O Peñíscola, cigalas, langostinos, galeras o platos como el Suquet de pescado, un guiso tradicional de pescado fresco o la Coca de sardina, una base de masa fina con sardinas frescas son algunas de las propuestas. Y por supuesto, las múltiples formas de preparar los arroces como el Arrossejat, arroz acompañado de pescado, típico de la región, o la Paelleta de molliconet, una receta marinera estrictamente peñiscolana.
Faro de Peñíscola (Castellón)
La repostería local pondrá el remate delicioso, con recetas que se han ido transmitiendo de generación en generación, como las Farinoses, tartas dulces elaboradas con acelgas o manzana, los Pastelillos de boniato y cabello de ángel, o el Malcotxe, un dulce tradicional hecho de calabaza.
Acercarse hasta Peñíscola es comprobar que, entre castillos, senderos de Irta y el mar Mediterráneo se sigue rodando una película.