¿Puede la educación infantil compensar la desventaja de nacer en diciembre?
Esa diferencia de edad, aparentemente menor, tiene importantes consecuencias en los primeros años de escolarización, tanto en el desarrollo cognitivo como en los resultados académicos
No todos los alumnos parten del mismo punto cuando comienzan la escuela, aunque tengan la misma edad oficial. En los sistemas educativos donde la escolarización se determina por el año natural de nacimiento –como ocurre en España–, los niños nacidos en enero pueden tener hasta once meses más que sus compañeros nacidos en diciembre dentro del mismo curso. Esa diferencia de edad, aparentemente menor, tiene importantes consecuencias en los primeros años de escolarización, tanto en el desarrollo cognitivo como en los resultados académicos. Este fenómeno se conoce como el efecto de la edad relativa (birthdate effect) y ha sido ampliamente documentado por la literatura internacional.
Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad Rey Juan Carlos y la London School of Economics (Pablo Araya, Cristian Macías, Luis Pires, Rosa Santero e Ismael Sanz, utiliza una base de datos censal de alumnos de 3º de Primaria y un enfoque econométrico riguroso –regresión discontinua– para estimar el impacto causal del mes de nacimiento en los resultados académicos. Pero el estudio va más allá: también analiza si la educación infantil temprana (0-2 años) puede mitigar esas desigualdades de partida. El estudio ha sido publicado como documento de trabajo por el centro de investigación de educación Annenberg Institute de Brown University.
¿Qué se encontró?
Los resultados del estudio muestran que los alumnos más mayores del curso obtienen mejores resultados académicos y repiten menos. En concreto, los nacidos en enero obtienen de media 0,16 desviaciones estándar más en Lengua y 0,13 en Matemáticas que sus compañeros nacidos en diciembre.
Este gráfico muestra cómo influye el mes de nacimiento en el rendimiento académico de los alumnos de tercero de primaria en Madrid. Está dividido en dos partes: la figura de la izquierda representa los resultados en Lengua y la de la derecha en Matemáticas. En ambos casos, el eje horizontal indica el mes de nacimiento de los estudiantes, desde julio hasta junio, y el eje vertical muestra la puntuación media obtenida en los exámenes estandarizados. La línea vertical discontinua marca el corte entre diciembre y enero, que es cuando cambia el año de nacimiento. En España, todos los niños nacidos en el mismo año natural están en el mismo curso, lo que significa que los nacidos en enero son los más mayores del aula y los nacidos en diciembre, los más pequeños.
Los puntos representan la media de puntuaciones por mes de nacimiento, y las líneas curvas muestran la tendencia general antes y después del corte de año. Lo que se observa es que cuanto más tarde nace un alumno dentro del año, peores son sus resultados académicos. Es decir, los nacidos en enero suelen sacar mejores notas que los nacidos en diciembre. Este patrón se da tanto en Lengua como en Matemáticas, aunque la diferencia es algo más pronunciada en Lengua. El salto que se aprecia justo en el cambio de diciembre a enero refuerza la idea de que los alumnos más mayores dentro del mismo curso rinden mejor, probablemente porque tienen casi un año más de madurez.
Fuente: Araya, P., Macías, C., Pires, L., Santero, R., & Sanz, I.. Does Early Childhood Education mitigate the birthdate effect? A regression discontinuity analysis of administrative data. Annenberg Institute at Brown University.
Además, los más jóvenes tienen una probabilidad de repetir curso 3,5 puntos porcentuales mayor. Estas diferencias, aunque pueden parecer pequeñas, tienen un efecto acumulativo a lo largo de la trayectoria escolar y pueden influir en la autoestima académica, las expectativas familiares y las decisiones futuras de itinerarios educativos.
Lo más novedoso del estudio es que demuestra que la asistencia a educación infantil durante dos años o más reduce esta brecha de edad relativa. Entre los estudiantes que cursaron al menos dos años de educación infantil, la diferencia entre los mayores y los menores del curso se reduce en 0,05 desviaciones estándar en Matemáticas y en 0,02 en Lengua. Aunque no elimina completamente la desigualdad, la educación infantil actúa como un amortiguador que protege a los alumnos más jóvenes frente a desventajas derivadas de su menor madurez relativa.
¿Por qué importa este resultado?
La literatura ha demostrado que el efecto de la edad relativa tiene consecuencias no solo en el rendimiento académico, sino también en la repetición, la autoestima, el comportamiento en el aula y, a largo plazo, en las decisiones laborales y educativas. Sin embargo, hasta ahora había poca evidencia sobre intervenciones que puedan reducir este efecto de forma efectiva y generalizable.
Este trabajo aporta evidencia causal en un contexto real, con datos de una región con un sistema educativo comparable al de muchas otras zonas de España y Europa. Además, la base de datos utilizada incluye a más de 70.000 estudiantes, lo que permite identificar patrones robustos y obtener conclusiones con alta validez externa.
A diferencia de otros enfoques, como ajustar los resultados de las pruebas estandarizadas por mes de nacimiento o rediseñar los criterios de escolarización, la expansión de la educación infantil es una política ya disponible, con amplio respaldo institucional y efectos positivos adicionales. Diversos estudios han mostrado que la educación infantil mejora los resultados de los alumnos de entornos desfavorecidos, pero este trabajo demuestra que también es útil para corregir desigualdades naturales entre alumnos nacidos en distintas épocas del año.
Implicaciones para la política educativa
Los hallazgos de este estudio tienen implicaciones claras para el diseño de políticas públicas. En primer lugar, refuerzan el argumento a favor de invertir en educación infantil desde edades tempranas. Esto no solo mejora la equidad social, sino que también reduce desigualdades de origen natural, como el mes de nacimiento, que pueden tener efectos persistentes.
En segundo lugar, estos resultados invitan a replantearse prácticas como la repetición escolar, que afecta desproporcionadamente a los más jóvenes del curso. Tal como señala la literatura, repetir curso tiene costes económicos y sociales elevados, y en muchos casos no compensa en términos de mejora de resultados. Si parte de la desigualdad que origina esas repeticiones puede prevenirse desde la educación infantil, la política educativa debería actuar en esa etapa, no una vez que el problema se ha consolidado.
Por último, el estudio recuerda que la igualdad de oportunidades empieza mucho antes de la escuela obligatoria. Las diferencias en madurez y desarrollo no son culpa de los niños ni de sus familias, sino del calendario escolar. Por eso, intervenir de forma temprana, antes de que esas brechas se amplíen, es clave para construir un sistema educativo más justo y eficaz.
Ismael Sanz, URJC, Funcas y London School of Economics