Estudiantes usando cascos de realidad virtual en una clase en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong (HKUST)
El 73 % de los profesores integra la IA en clase: estas son las consecuencias
Para Alejandro Castellano, CEO de Maite.ai, el siguiente paso es integrar la IA en la formación universitaria como una competencia transversal
La inteligencia artifi cial (IA) ha dejado de ser una promesa tecnológica para convertirse en una herramienta de aprendizaje esencial. En las universidades españolas, los futuros abogados ya se forman con las mismas herramientas que usarán en los despachos, en un cambio que está redefiniendo la educación jurídica.
El laboratorio AI-LEARN de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), ubicado en el campus de Vicálvaro, se ha convertido en uno de los primeros espacios en España dedicados a la enseñanza práctica del Derecho con IA. El aula cuenta con asistentes legales virtuales, entornos inmersivos y tecnología de simulación real, donde los estudiantes pueden analizar casos, redactar escritos o resolver conflictos con el apoyo de herramientas como Maite.ai, la primera IA española especializada en derecho.
El cambio de paradigma no se limita al ámbito académico. En España, ocho de cada diez abogados ya usan inteligencia artificial para preparar sus casos, según datos de la Asociación Europea de Tecnología Jurídica (ELTA), y casi la mitad lo hace a diario. Las herramientas basadas en IA generativa permiten analizar documentación, redactar escritos, planificar interrogatorios y construir argumentos jurídicos en minutos.
Para Alejandro Castellano, CEO de Maite.ai, el siguiente paso es integrar la IA en la formación universitaria como una competencia transversal. «La IA no reemplaza el criterio jurídico, sino que lo refuerza con datos, precedentes y análisis más completos. Lo que antes era ciencia ficción hoy es una ventaja competitiva real», afirma.
Enseñar a usar la IA con propósito
Aunque el 73 % de los profesores españoles ya utiliza inteligencia artificial en sus aulas, solo el 28 % del alumnado universitario recibe formación específica sobre cómo aplicarla a su sector profesional, según datos de GAD3 y el Observatorio FIEX. Para los expertos, este es el siguiente gran desafío de la educación superior: pasar del uso cotidiano al uso profesional de la tecnología.