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29 de marzo de 2024

El coche de la presidenta de Eulen, María José Álvarez, tras el suceso

El coche de la presidenta de Eulen, María José Álvarez, tras el suceso. Puede apreciarse el estado de la farola tras el impactoEl Debate

El escolta de la presidenta de Eulen, al ver las armas de los atacantes: «¡Túmbese, tienen pistolas!»

Los investigadores se entrevistan con María José Álvarez y con su escolta, Jesús, para tratar de recabar detalles que les ayuden a resolver el caso

La noche del domingo María José Álvarez sale a cenar con personas cercanas. La velada es muy agradable. Al terminar, la presidenta de Eulen, una de las mayores empresas de este país, sale a la calle. Allí la espera Jesús, el que fuera el escolta de su padre, y que tras su fallecimiento pasó a proteger a su hija. El hombre siempre discreto y educado le abre la puerta para que suba al asiento del copiloto del Mercedes AMG blanco descapotable con las ventanas tintadas, porque la presidenta es una mujer reservada y prudente. El coche está valorado en unos 150.000 euros. Jesús se pone al volante y se dirige al domicilio de su jefa.
Ella no va pendiente de la circulación. De repente, cuando apenas quedaba un centenar de metros para llegar a su casa, en una zona de escasa iluminación y sin ningún viandante, nota un frenazo. Todo es muy rápido. A Jesús le ha adelantado una furgoneta de color oscuro que se clava en mitad de la carretera y le cierra el paso. El hombre se ve obligado frenar en seco para no estrellarse. Jesús, con años de experiencia, identifica el peligro. Sabe que hay que huir. Sin pensarlo, da marcha atrás. Las ruedas chirrían, pero al mirar por el retrovisor para no chocarse, ve las luces de otro vehículo que le cierra el paso. No hay hueco. Un lado está lleno de árboles y otro de farolas. Instintivamente, da un volantazo hacia la derecha y se sube en la acera. Si no, se hubiera quedado encerrado en una ratonera. El llantazo es brutal. Se deja varias piezas del coche al chocar los bajos contra una alcantarilla. La furgoneta le sigue, mientras él retrocede. Saltan las chispas. Araña la carrocería del Mercedes de la parte izquierda contra la pared. La huida llega a su fin cuando el escolta no puede evitar empotrar el maletero contra una farola, que arranca de cuajo del suelo.
El coche de la presidenta de Eulen, María José Álvarez, tras el suceso

El coche de la presidenta de Eulen, María José Álvarez, tras el sucesoEl Debate

El impacto es severo: llega el latigazo cervical de ambos. Los siguientes segundos son de una enorme confusión. Jesús ve a dos individuos que se bajan de la furgoneta. Llevan ropa oscura y capuchas negras que les cubren el rostro. En las manos dos pistolas. Les apuntan. A la presidenta el corazón le va al galope. Su escolta, más preparado para semejante situación, le grita: «¡Túmbese, tienen pistolas!». Está convencido, como lo estaría cualquiera en semejante situación, de que les van a acribillar. Sale del coche, se parapeta con su puerta y dispara tres veces. No apunta a matar a los asaltantes. Si lo hubiera hecho les habría abatido, porque el escolta es un tirador experimentado. Trata de amedrentarles y darles un aviso: si venís a por nosotros, me llevo alguno por delante, tengo un arma. Cree percibir que uno de los disparos impacta en la furgoneta. Los criminales se lo piensan mejor y, asustados por las detonaciones, huyen. Los dos vehículos desaparecen en la oscuridad en dirección a la carretera de la Coruña.
La calle donde emboscaron a la presidente de Eulen

La calle donde emboscaron a la presidente de Eulen

María José Álvarez se duele de un costado. En las maniobras evasivas se ha golpeado con la carrocería interior. «¿Está usted bien? ¿Se ha hecho daño?», pregunta Jesús solícito. María José Álvarez tiene una crisis de ansiedad. El escolta llama al 112 inmediatamente. Informa con cierta angustia en su voz de lo ocurrido. Inmediatamente, se desplazan los sanitarios y varias patrullas de la Policía Nacional hasta el lugar. Se construye el primer atestado y los agentes acompañan a la presidenta de Eulen a su casa. Le dan el lunes para descansar y este martes María José Álvarez se acerca a la Jefatura Superior de la Policía a prestar declaración y presentar la correspondiente denuncia. Es incapaz de recordar muchos detalles: iba sin prestar atención, la calle no estaba muy iluminada y estaba muy oscuro. Lo que sí deja claro es que no ha recibido ninguna amenaza directa ni tampoco temía por su vida. Sí reconoce que tenía problemas con sus seis hermanos por la lucha que hay por el poder en sus empresas: Eulen y las bodegas Vega Sicilia. Pero es incapaz de creer que sangre de su sangre esté detrás del asalto. Y a los agentes les dice: «Jesús me ha salvado la vida. Si no fuera por él quizá no estaba aquí hoy».
La Policía dice estar convencida de que los asaltantes tan solo querían robar el coche, pero no quieren cerrarse a otras hipótesis, como, por ejemplo, las disputas familiares por el poder, o un posible secuestro para llevarla a su casa y robar en el interior. De momento, los responsables de las pesquisas han solicitado vía judicial todas las cámaras del entorno. Las de una urbanización cercana lo han grabado todo, pero hasta que Su Señoría no lo autorice, no podrán acceder a ellas.

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