Fundado en 1910

03 de mayo de 2024

El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont en el congreso que Junts celebra en Argelès-sur-Mer (Francia)

El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont en el congreso que Junts celebra en Argelès-sur-Mer (Francia)Europa Press

La Eurocámara admite que Puigdemont ocupó el escaño «probablemente de manera ilegal»

El abogado de la Eurocámara reaccionaba así a la primera intervención de la defensa de Puigdemont

El independentismo catalán sigue siendo un quebradero de cabeza para los jueces europeos. El abogado que defiende al Parlamento Europeo sobre la inmunidad parlamentaria del expresidente de la Generalitat, Norbert Lorenz, ha defendido este viernes en la vista ante el Tribunal General de la Unión Europea que la institución tuvo un trato «extremadamente abierto» con el líder catalán hasta el punto de permitirle ocupar el escaño «probablemente de manera ilegal» porque lo hizo sin que España les proclamara eurodiputado.
«Se les permitió tomar asiento en el Parlamento Europeo y, como hemos visto por una sentencia del Tribunal General de la Unión Europea, probablemente de manera ilegal, porque el Parlamento Europeo nunca ha recibido notificación de que los demandantes hayan sido nombrados o elegidos parlamentarios en España», ha expresado el letrado en su exposición al inicio de la vista.
El abogado de la Eurocámara reaccionaba así a la primera intervención de la defensa de Puigdemont y los otros dos exconsellers huidos de la justicia española elegidos eurodiputados por JxCAT, Toni Comín y Clara Ponsatí, que ha alegado que la institución no respetó los derechos de sus representados al tramitar los suplicatorios para suspender sus inmunidades y ser juzgados en España. «Les pedimos que protejan a mis clientes del propio Parlamento Europeo», ha expuesto el abogado de los políticos independentistas en la vista, Gonzalo Boye.

¿Qué sucedió para que Puigdemont diera un paso en falso?

Puigdemont se sintió muy complacido con las atenciones que le dispensó Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, quien en su conversación le insinuó algún tipo de negociación en la que intervendrían las instituciones europeas. El independentismo era consciente de que su mayor 'talón de Aquiles' era, que en caso de declaración unilateral de independencia (DUI), a pesar de que ellos lo negaban, Cataluña quedaba fuera de la UE, y todo lo que ello supondría a nivel económico.
El independentismo no contó con una reacción popular de los catalanes no independentistas. Además, Moncloa había dado garantías a los dirigentes de la Generalitat de que en ningún caso agitaría las aguas del conflicto civil. En realidad, los días previos a la celebración de la masiva manifestación, Moncloa presionó a los organizadores para desconvocar la movilización, alegando el riesgo de conflicto en las calles, y se dieron instrucciones a RTVE para que ese día no hubiera imágenes aéreas de la manifestación.
Lo cierto, es que el PP no creyó que los catalanes no independentistas tuvieran capacidad de convocatoria y de organización. Muchas de las personalidades que asistieron a la concentración, que fue desde Plaza Urquinaona hasta las puertas del Parlament, decidieron asistir el día antes a última hora. La presidencia del Gobierno, ante lo que se vislumbraba como un éxito, finalmente, abrió la mano y permitió que asistieran tanto líderes políticos como sociales. Se subió al carro del éxito.
El hecho es que la imagen de miles y miles de catalanes no independentistas, que TV3 presentó como «militantes de Vox y la Falange llegados a Barcelona desde muchos lugares de España en autobuses y en AVE», impactó a los dirigentes independentistas, que jamás habían visto una manifestación de tal calibre en contra de sus postulados.
Tuvieron que pasar 17 días más hasta que Rajoy convocara al Senado y tomara una doble decisión: la aplicación del artículo 155 de la Constitución, por la que el Estado asumía las competencias de la Generalitat, y la convocatoria inmediata de elecciones autonómicas para diciembre de ese mismo año.
Tres días más tarde, Puigdemont huía a Bruselas. Su oportunidad había sido el día 10. Cinco años más tarde, Puigdemont vive en un creciente olvido en Waterloo, en una cuenta atrás con la justicia y con el calendario electoral europeo. Ni Donald Tusk, ni Urkullu, ni siquiera su propio partido hoy estarían una hora con él al teléfono.
Comentarios
tracking