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08 de mayo de 2024

Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal

Alberto Núñez Feijóo y Santiago AbascalPaula Andrade

La crónica política

El 'caso Montero' da un aviso al PP y Vox: el exceso de confianza puede ser su perdición

La que iba a ser la semana de pasión de la ministra de Igualdad ha acabado siendo la de su exaltación. No es la primera vez que la izquierda recurre al machismo para construir toda una campaña

En tenis, se denomina un error no forzado a aquel que el jugador comete cuando lo tenía todo de su parte para llevarse el punto. Y acaba perdiéndolo no por acierto del rival, sino por desacierto propio.
Esta semana, el centro derecha tenía una bola de set, si no de partido, frente a una de las ministras más controvertidas del Gobierno de Pedro Sánchez. Irene Montero aguardaba en el fondo de la pista, a la defensiva y sin posibilidad de subir a la red cuando de pronto ocurrió lo improbable, un error no forzado de la diputada de Vox Carla Toscano ante el que la titular de Igualdad reaccionó con reflejos.
Y Montero dio la vuelta al partido, con una lección magistral de victimismo que solo un populista de pedigrí podría dar. A partir de la sobreactuación de la titular de Igualdad en su escaño llegaron las muestras de solidaridad y las condenas a la «violencia política» contra la ministra, que ése es el término que ella acuñó.

El precedente Cañete-Valenciano

De cómo la izquierda es capaz de recurrir al machismo para construir toda una campaña podría dar algunas clases el exministro popular Miguel Arias Cañete. En las elecciones europeas de 2014, Arias Cañete se enfrentó a la socialista Elena Valenciano, mano derecha de Alfredo Pérez Rubalcaba.
El debate entre Arias Cañete y Valenciano en 2014

El debate entre Arias Cañete y Valenciano en 2014Tarek/ PP

Durante la campaña, ambos protagonizaron un debate que ganó de largo el candidato del PP, a pesar de que su rival desplegó toda su artillería feminista sobre la igualdad, la violencia de género y la ley del aborto de Mariano Rajoy (los temas del feminismo no han cambiado tanto en ocho años).
Tan de largo ganó Arias Cañete que a la mañana siguiente entró pletórico en un programa de televisión y fanfarroneó: «El debate entre un hombre y una mujer es muy complicado, porque si haces un abuso de superioridad intelectual parece que eres un machista y estás acorralando a una mujer indefensa». Y Valenciano, que iba perdiendo aquella campaña por mucha diferencia, vio el cielo abierto. Reaccionó con la misma rapidez que reaccionó Montero el miércoles en el Congreso, en su caso en Twitter.
A partir de ahí, el resto de la campaña electoral del PSOE –y no había hecho más que empezar– giró en torno al machismo de Arias Cañete. A pesar de que el exministro se disculpó cuando estaba ante el pelotón de fusilamiento. Afirmó que el cansancio le había jugado una mala pasada al expresarse y que en sus equipos siempre se había rodeado de mujeres.
El PP ganó aquellas elecciones europeas por menor margen del previsto sobre el PSOE (dos escaños) y, aunque nunca se cuantificó cuánto daño habían hecho electoralmente a Arias Cañete aquellas declaraciones, fue evidente que se lo hizo.
Esos comicios, por cierto, fueron los de la eclosión de Podemos, que sacó cinco escaños. Así que, durante la campaña, Pablo Iglesias y Pablo Echenique, que iban en la lista electoral de un partido entonces recién nacido, pudieron mirar y aprender del PSOE; de cómo hacer del victimismo un arma electoral.
Ahora Elena Valenciano representa a ese feminismo clásico que desprecia a Irene Montero, y viceversa, como está quedando de manifiesto en la intrincada tramitación parlamentaria de la ley trans. También como quedó patente el viernes, cuando de nuevo las feministas salieron a las calles de Madrid por separado para conmemorar el Día Internacional de la Lucha contra la Violencia de Género. Pero eso ya da igual, o al menos ha pasado a un segundo plano, porque ahora la ministra de Igualdad ha salido reforzada.
El precedente que protagonizó Arias Cañete muy a su pesar demuestra que el exceso de confianza se paga, por mucho que el PP y Vox estén en disposición de sumar en casi todas las encuestas y que Alberto Núñez Feijóo le saque a Pedro Sánchez una media de seis puntos en ellas, como contó El Debate el sábado.
Ya ha demostrado esta semana el presidente que su alianza con Unidas Podemos, ERC, Bildu y el PNV tiene vocación de continuidad la próxima legislatura, tras la aprobación de los Presupuestos de 2023, la toma en consideración de la derogación del delito de sedición y los impuestos temporales a la banca, las energéticas y las grandes fortunas. Su proyecto será con ellos o no será.
En las filas del grupo parlamentario popular cunde la sensación de haber dejado escapar una gran ocasión para infligir a la coalición su mayor golpe hasta la fecha, en un tema medular para un Ejecutivo que presume de militar en el feminismo. Y, de paso, para herir de muerte el liderazgo de Irene Montero, el principal activo de Podemos. También su gran baza si los morados no llegan a un acuerdo con Yolanda Díaz y deciden concurrir a las elecciones generales por separado.

Las pullas entre el PP y Vox

Durante los dos plenos encadenados del jueves, los diputados del PP y de Vox no dejaron de lanzarse pullas, en un ambiente de tensión que por momentos recordaba al que protagonizaron ambas bancadas en la moción de censura que Santiago Abascal presentó en octubre de 2020. Pullas desde la tribuna, como cuando Víctor Sánchez del Real llamó «tibios» a los populares, pero sobre todo en los pasillos. «Se creen tan listos que teníamos a la ministra acorralada y por su torpeza ahora está más crecida que nunca. Y luego tenemos que aguantar que se pasen el día dándonos lecciones y llamándonos 'acomplejados'», lamentaba un diputado del PP en alusión a los de Abascal.
Ese mismo jueves por la tarde, diputadas de todos los partidos menos del PP y de Vox (estaba hasta Sara Giménez, de Cs) se juntaron en una sala anexa al hemiciclo para hacerse una foto en solidaridad con Irene Montero. Se suponía que tenían que posar serias, con gesto de gravedad, pero inconscientemente se les escapaban las sonrisas de la boca: sabían que era un teatro.
Diputadas de diversas formaciones haciéndose una foto por Irene Montero

Diputadas de diversas formaciones haciéndose una foto por Irene MonteroEP

Para Montero, su semana de pasión ha acabado siendo la de su exaltación. Con una gran traca final este sábado, cuando el partido organizó un acto a mayor gloria de su ministra, bajo el eslogan Con todas. Por todas. Por si quedaba alguna duda de que pasaban lista, Pablo Iglesias tocó a rebato el viernes tuiteando el evento.
Todas las intervenciones fueron por y para ella: «Destruir a Irene es destruir los sueños de millones de mujeres en España», afirmó Ione Belarra. Hasta hubo una aparición estelar, la de José Luis Rodríguez Zapatero, que a través de un vídeo dio las gracias a Montero por su «tarea, compromiso, valentía y determinación». Y señaló a quienes «presumen de insultar, presumen de ese machismo que siempre lleva implícito una violencia». Con él, ya están todos. Y todas.
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