Las cámaras de seguridad de la empresa grabaron a tres personas deambulando por el interior del almacén
Roban siete vibradores de oro de 24 kilates valorados en 80.000 euros
Los cacos se han llevado un suculento botín de la mayor distribuidora de juguetes eróticos de España, con sede en Sevilla. La Guardia Civil investiga el caso
Este pasado miércoles, cuando faltaban veinte minutos para la media noche, un grupo de ladrones lograron reventar la seguridad de los almacenes de Dream Love, la mayor distribuidora de juguetes sexuales de nuestro país. Tiene su sede en Sevilla. Aunque lo lógico es que se introdujeran por detrás, todo apunta que lo hicieron por delante: por la puerta principal. Interrumpieron la circulación de la calle con vallas metálicas de obra y cortaron los cables de las farolas para poder trabajar en la oscuridad. De cómo se dieron sustrajeron los consoladores poco se sabe todavía. Sí se conoce su valor: 80.000 euros. Hablamos de vibradores de acero y oro de 24 kilates que en tienda están valorados en 17.000 euros cada uno.
La empresa, localizada en el parque empresarial de Carmona, en Sevilla, también ha denunciado que los ladrones violentaron la caja fuerte y se llevaron otros 25.000 euros, en este caso en metálico. En Dream Love trabajan 74 personas en tres turnos que van de las seis de la mañana a las diez de la noche: por lo que el asalto se produjo con el almacén ya cerrado y todos los sistemas de seguridad conectados. Los investigadores sospechan que alguien de dentro puede haber ayudado a los cacos.
Las cámaras de seguridad de la empresa grabaron a tres personas deambulando por el interior del almacén. Tras el primer análisis de los vídeos, los investigadores creen que iban a tiro hecho, es decir, que descartaron otro tipo de artilugios y fueron directamente a por los consoladores más valiosos. También que sabían dónde estaba la caja fuerte, detalles por los que sospechan que alguien de dentro les pudo dar información.
El Consejero Delegado de esta empresa de juguetes eróticos, Mario Romero Molina, cree que «es muy difícil vender en el mercado los vibradores sustraídos por tratarse de ejemplares muy escasos y fácilmente identificables». Si esta fuese la realidad, ¿los robaron para usarlos? La investigación acabará despejando cualquier duda.
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