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19 de abril de 2024

Los audios de las gemelas del infierno

Escuche y vea en este vídeo las conversaciones de las gemelas del infierno

Las gemelas del infierno: «Hay que comprar cloroformo para dormirle y después rematarle»

Lo primero es presentar a los protagonistas: Pilar y Dolores, las gemelas de infierno. Como se puede observar en la foto, las dos rubias teñidas, las dos con el pelo rizado, las dos con el contorno de ojo marcado en negro y los labios pintados de rojo. Dolores tenía una relación de ida y vuelta con Pedro, la víctima. Por su parte, Pilar compartía su vida con un tal Isaac, el brazo ejecutor.
El Debate ha tenido acceso al meticuloso atestado policial de los Mossos d´Esquadra. En el documento se desvela que Dolores y Pedro mantenían una relación tóxica. «Ella jugaba con él», explica Marina la ex mujer de Pedro con la que compartió más de 20 años de vida y con la que tiene una hija en común. «A la tal Dolores le gustaba beber mucho. Ella hacía que la relación fuese ponzoñosa y dañina». A Pedro le recomendaban todos que la dejase y que no volviese. Pero él no hacía caso y se empeñaba en darle una oportunidad tras otra.
El crimen se coció a fuego lento. Dolores le iba contando a Pilar que Pedro no la trataba bien, que le pegaba, pero en los archivos policiales no existe una sola denuncia por malos tratos y su médico habitual nunca vio una marca o señal que indicase que estaba siendo víctima de algún tipo de agresión machistas. «Él era tranquilo», explica Marina. «Estuve 24 años casada con él y jamás me faltó al respeto me levantó una mano. Esquivaba los conflictos. Lo de los malos tratos se lo ha inventado para tratar de justificar lo injustificable».
Tres días antes del crimen Pilar le manda una nota de voz a Isaac su pareja y le dice: «Holi, cari. He estado hablando por teléfono con mi hermana y está chunga, chunga, chunga. Hemos estado hablando porque ella ya no aguanta más y es normal. A ver cómo conseguir cloroformo, para dormirle (a Pedro) y luego eso (matarlo). Porque de este viernes no quiere que pase ya y yo estoy de acuerdo con eso. Asín que, si conseguimos eso (cloroformo) para que ella lo duerma y nosotros rematarlo se hace el viernes por la noche. Hasta luegui».
Isaac entra al juego, sin reparos, como si quitar la vida a una persona fuese un trámite administrativo, incluso algo que produce risa. Hablan de la muerte como si estuviesen planificando la lista de la compra. Incluso compran una defensa eléctrica. Son armas de electrochoque que producen a la víctima que recibe la descarga una incapacitación muscular temporal. Ni Isaac ni su novia Pilar lo terminan de ver claro y, por eso, discuten de ello. Pilar: «Dos mil voltios son bastantes. Si se pone directamente en el corazón puede hacer daño, pupa». Isaac le responde por nota de voz: «Con dos mil voltios una persona se fulmina, se electrocuta (…). Con los chispazos que mete eso, se tiene que quedar muy doblado, mucho para seguir adelante (…) Yo me iría para tu casa y una vez que no respire, sabes guapi, a hacer le trasporte». Pilar parece convencida: «Hombre, si se hace bien, yo creo que se deja frito y una vez esté frito ahí, se machaca, digo».
Al final, no le drogaron con cloroformo ni le dieron una descarga: le mataron a martillazos con un mazo enorme (se puede ver en la fotografía), una pata de cabra lo definen los investigadores. «Dolores le tendió una trampa», cuenta Marina. «Mi ex marido estaba en la finca con unos amigos y los caballos. Ella le llamó hasta ocho veces me dijeron los que estaban allí. Él la rechazó, pero ella le prometió una noche de amor y acabó cediendo». Poco después de las dos de la madrugada del viernes, Pilar e Isaac llegaron a la casa de Dolores. Esta última gemela y Pedro estaban tumbados en la misma cama. Allí le atacó Isaac con la maza en alto, golpeando una vez. De alguna forma, casi milagrosa, Pedro logró huir malherido. Salió del domicilio. Detrás de él Isaac. Le empujó por las escaleras y siguió golpeándole en la cabeza. Las paredes del rellano están llenas de proyecciones de sangre, incluso de restos encefálicos.
Un vecino que escuchó los golpes alertó a los Mossos. Pensaba que alguien se había colado a robar. Veinte minutos después, cuando los agentes se presentaron en el edificio, le encontraron limpiando con la fregona y lejía el suelo. Antes, según los testigos, las gemelas habían pasado el mocho y arrastrado el cuerpo hasta el ascensor, para subirlo una planta y esconderlo en su domicilio. Cuando los dos policías observaron el panorama preguntaron a Isaac qué había pasado. «Nada», les contestó con absoluta tranquilidad. Un vecino que se ha caído y se ha hecho daño. Yo estaba limpiando”. La escena, con sangre por todos lados, parecía más propia de una sala de tortura, y no le creyeron: «¿Podemos ver al vecino y hablar con él?», le preguntaron. «Claro», contestó.
Fregona y lejía con la que se limpió el suelo

Fregona y lejía con la que se limpió el suelo

Los acompañó al piso de arriba. La puerta del domicilio estaba abierta, pero en cuanto las gemelas vieron que Isaac llegaba con dos Mossos uniformados cerraron del golpe. Uno de los agentes comenzó a aporrear la puerta y gritar: «¡¡Policía, abran!!». El suelo estaba lleno de sangre. Después de varios minutos de insistencia, las gemelas abrieron la puerta. En el comedor, tirado en el suelo, envuelto en una manta llena de sangre, estaba Isaac. Le habían reventado el cráneo a golpes. Los detuvieron a los tres. Isaac, autor material y Pilar, están en prisión provisional, pero Dolores, a pesar de la pluralidad de indicios que hay contra ella, está en libertad. Tres magistradas de la Audiencia Provincial de Barcelona, decidieron abrirle la puerta de la celda, pero esta es una historia incomprensible que les contaré mañana.

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