Corría el año 2019, con Pedro Sánchez ya como presidente del Gobierno, cuando Pablo Casado, entonces líder de la oposición, pedía debatir cara a cara durante la campaña electoral para las elecciones generales.
Sánchez esquivaba estas propuestas argumentando que Podemos y Ciudadanos también debían participar de los debates, y despreciando a Vox, ya que aún no tenía representación parlamentaria en el Congreso.
Entonces, al ser preguntado acerca de si mantendría un cara a cara con Pablo Casado, Sánchez respondía: «Y entonces, ¿qué ocurre con Podemos y Ciudadanos? Con más argumentos que Vox, van a decir 'oiga, yo también quiero ese debate'».
Cuatro años más tarde, después de una legislatura repleta de polémicas, y transcurridos apenas unos días del descalabro del PSOE en las elecciones autonómicas y municipales, el presidente plantea una política radicalmente opuesta en lo relativo a los debates. Ahora plantea hasta seis 'cara a cara' con el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo.
Pedro Sánchez ha decidido que los debates de campaña ya no deben de incluir a los principales grupos políticos, como defendía hace cuatro años. Ahora, según su criterio, estos partidos son prescindibles en un debate.
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