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07 de mayo de 2024

Ana Collado, eurodiputada del PP

Ana Collado, en sus primeros días como eurodiputada en la sede del Parlamento Europeo en EstrasburgoEl Debate

Entrevista

Ana Collado: «Las incoherencias de los socialistas se ven en Europa y en España»

La nueva eurodiputada del PP llega a Bruselas para cubrir la baja de Esteban González Pons, que se marcha destinado al Congreso de los Diputados

Más de Ávila que las murallas y del Atlético de Madrid, lo que le hace disfrutar no solo de las victorias sino también de los empates. Así se define Ana Collado, la nueva eurodiputada del Partido Popular que llega a Bruselas para cubrir la baja de Esteban González Pons. La abulense deja la Asamblea de Madrid para recorrerse entero el Parlamento Europeo en los nueve meses que quedan de legislatura. Inquieta por naturaleza, detiene por un momento la ajetreada agenda de sus primeros días como eurodiputada para atender a El Debate.
–¿Cómo va su adaptación?
–Va a ser prolongada, pero va bien. Venir en este punto de la legislatura tiene algunos inconvenientes y no voy a poder hacer todo lo que me gustaría, pero también tiene ventajas. Ya tenemos aquí un grupo muy consolidado, con unos equipos estupendos y la acogida tanto a mí como a mis compañeros ha sido digna de mención. Más allá de que seamos todos profesionales y de nuestras experiencias previas, está la calidad humana y aquí lo que me he encontrado es eso en todos los sentidos.
–De Ávila a Bruselas, vaya cambio.
–Nunca es incompatible tener las raíces muy firmes y tener alas. Y este es el clarísimo ejemplo de que, con unas raíces muy profundas de las que estoy orgullosísima, tengo alas y lo puedo compaginar.
–Usted tiene hijos, ¿cómo van a llevar su experiencia en Bruselas? No lo va a tener fácil para conciliar.
–Conciliar es una palabrota, es mentira, es algo no existe. Nunca estás al 100 % en ninguna de las dos facetas y lo que hay que hacer es convivir con esa situación. ¿Cómo lo voy a hacer? Como antiguamente. Los hijos no son solo míos, tienen un padre y, además, tenemos una familia extendida: abuelos, amigos, vecinos, mi hermano... Entre todos me van a apoyar para que cumpla uno de mis sueños. Siempre lo han hecho y estoy agradecidísima por ello.
También tengo la bendición de tener abuelos jóvenes. Mis hijos han tenido cuatro bisabuelos, que es algo excepcional hoy en día y es una maravilla. Si tener abuelos es un tesoro, tener bisabuelos es magia, así que con esa magia es como voy a sobrevivir este año. Ha sido todo tan precipitado que no he podido plantearme traer a los niños, pero en mi cabeza está que puedan vivir una experiencia internacional conmigo.
–Llega para ocupar el asiento de Esteban González Pons, que conoce muy bien lo que es Europa. ¿Le dio algún consejo antes de irse?
–Cada uno tenemos un rol, una manera de ser y Esteban es, desde luego, irreemplazable. Nada más lejos de mi intención ocupar su lugar, que se lo ha ganado con mucho trabajo. Yo lo que pretendo es seguir esa estela, terminar las cosas que él empezó, no cometer errores y poder además aportar todo lo que yo añado al equipo, a este equipo tan diverso en todos los sentidos: por la experiencia vital, por su procedencia territorial, por su background... Para mí es un sueño estar sentada cenando con exministros del Gobierno para el que trabajaba hace unos años.
–Quedan solo nueve meses de legislatura, ¿qué le gustaría hacer en este tiempo?
–Lo primero, volver mañana a casa y encontrarme que todo sigue en orden, porque esta semana era la primera de cole de mis hijos (risas). Y segundo, quiero formar parte de los debates interesantísimos que tenemos por delante en las comisiones en las que voy a trabajar. Voy a estar en la de Presupuesto, que es uno de los grandes pilares de la Unión Europea, porque que para España es fundamental el apoyo económico que recibimos de aquí. Ahora estamos en fase de revisar lo que hemos hecho, porque los ciudadanos tienen que saber en qué empleamos sus impuestos. Después vendrá la fase de negociación del siguiente presupuesto, que es clave.
–¿Estará en las listas de junio?
–Estaba en las anteriores y estaré donde mi partido considere que mejor puedo aportar a los intereses de mi país.
–Ya ha vivido su primer pleno en Estrasburgo, ¿qué hay de diferente con la política nacional?
–Vengo de un parlamento regional en Madrid donde tenemos 70 diputados y donde lo tenemos fácil a la hora de votar, porque todos votamos lo mismo. Aquí es diferente. Aquí estoy con el grupo mayoritario de la Cámara, pero aquí no vale mirar al de delante o al de la izquierda a ver qué vota, porque a mi izquierda tengo a una italiana, a mi derecha una francesa y sus intereses nacionales no siempre coinciden con los del grupo político. Aquí se conjugan no solo los ejes ideológicos clásicos de izquierda y derecha, sino también esos matices nacionales que nos hacen responder, antes que a nada, a los intereses de los españoles. Esa es una diferencia clarísima.
–¿Hay similitudes?
–Pues mientras hablamos, se está debatiendo sobre el lobo. Y, una vez más, los socialistas no ponen el foco sobre el interés de las personas en uno de los grandísimos problemas que tenemos en Europa, que es la despoblación, sino que lo ponen en la protección de lo verde y lo etéreo. Para ellos, tiene más importancia el lobo que la vida y los intereses económicos de los ganaderos y de esa España rural que vive de la agricultura extensiva, que, por otro lado, es lo que nos pide Europa. Esas incoherencias que vemos aquí se replican día tras día en el Parlamento Nacional español.
–En su primer pleno se ha debatido sobre el uso del catalán, el euskera y el gallego, ¿cree que es necesario?
–Es una cortina de humo para que no hablemos de la realidad, que es la negociación para conseguir esa investidura. Es un insoportable atropello al Estado de derecho que se está negociando con el único interés de Pedro Sánchez, ni siquiera del Partido Socialista. ¿Qué dice el sentido común? Que si tenemos una lengua común, hablamos en la lengua común. En España la hay, el castellano. Yo en mi equipo tengo aquí a un catalán y a un gallego. ¿Qué hago, me pongo un traductor? ¿Por qué hemos de hacer del sentido común algo excepcional? Además, es poco inteligente siendo el castellano la lengua común no solo de los españoles, sino de más de 500 millones de habitantes. No tiene ninguna lógica.
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