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03 de mayo de 2024

Archivo - Imagen de un taxi en el centro de Madrid.

Archivo - Imagen de un taxi en el centro de Madrid.Eduardo Parra - Europa Press - Archivo

Vomita en el taxi, no paga la carrera y cuando el taxista reclama le da una paliza

Un taxista denuncia que un joven le agredió por quejarse de que su novia le había llenado el coche de vómito: ya están ambos detenidos

El hombre no sabía por dónde le llovían los golpes. Vio el primer puño venir hacia su cara, pero después la sangre le cegó. Notaba cada impacto: los nudillos de su agresor no paraban de taladrarle la cara. Antonio, 61 años, de profesión taxista, conoce los riesgos al volante: robos, violencia, insultos, pero hasta ese día su perspicacia le había hecho torear las situaciones críticas.
Un día de finales de septiembre cometió el error de no detectar que la pareja de jóvenes que le había levantado la mano para que se arrimase estaba borracha. Los dos: chica y chico. Se percató una vez se habían subido en el coche: el olor y el deje de la voz le encendieron las alarmas. «A la plaza de las Canteras (Zaragoza)», le dijeron, y parecía más una orden que una petición.
Aunque tenía ganas de librarse de ellos, condujo despacio, tomando las curvas con mucha suavidad. Buscaba evitar lo que ocurrió: «A la altura del número 38 del Paseo Sagasta», le contó el taxista a la Policía, «la chica comenzó a vomitar». El hombre puso inmediatamente el intermitente y orilló el coche contra la acera. Si tenía que vomitar más que lo hiciera en la calle.
Cuando la situación estuvo controlada, Antonio le reprochó a la pasajera: «Mujer, si me hubieras avisado de que tenías ganas de vomitar habría parado antes». Con toda la lógica, el taxi de Antonio es el sustento de su familia y la limpieza de un vómito, además de desagradable, le resta un tiempo precioso para seguir ejerciendo su profesión.
En vez de pedir perdón y ofrecerse a pagar la limpieza, que hubiera sido lo suyo, la pareja se bajó del vehículo: «Ahí te quedas con esa plasta». A Antonio le mosqueó su actitud, pero no se movió del volante. El joven le tiró un billete de diez euros por la ventana, como si ese gesto displicente zanjase la deuda e incluso le estuviese haciendo un favor al pobre taxista. Se enzarzaron verbalmente hasta que el joven le gritó: «¡¡¡¿Tú qué quieres?!!!». No le dio tiempo a contestar.
Abrió la puerta del copiloto, le chilló y después a Antonio le cayó una lluvia de golpes. La suerte es que el joven apenas podía cargar el puño de fuerza por la falta de espacio. Antonio, a sus 61 años, sólo podía gritar. El borracho salió del coche cuando se cansó, cerró de un portazo y después se colgó de la ventanilla hasta romperla. Luego él y su chica salieron corriendo. Dos cobardes huyendo del lugar del delito sabedores que lo que habían hecho estaba mal.
La fortuna hizo que por allí pasara un coche patrulla. Antonio salió a su paso: les contó lo ocurrido y señaló la calle por la que habían huido. Los agentes se desplegaron por la zona y localizaron a la chica. Su novio la había dejado tirada. Iba tan borracha que era incapaz de huir. Al tipo lo identificaron poco después. Fueron a por él y lo engrilletaron. Antonio, por su parte, tuvo que ir al hospital Miguel Servet a que le arreglaran la cara.
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