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Pedro Sánchez, durante su discurso de investiduraEFE

Sánchez hace un discurso complaciente con el separatismo y agresivo contra el PP y Vox

El candidato a la investidura tardó una hora y 25 minutos en mencionar la amnistía, que afirmó conceder «en nombre de España». Demonizó los pactos del PP y Vox e intentó desviar el foco a lo social

La siguió Pedro Sánchez y la ha conseguido. El Congreso asistió este miércoles a una escena del renacido, del presidente del Gobierno al que las encuestas daban políticamente por muerto tras las elecciones municipales y autonómicas de mayo y Carles Puigdemont ha resucitado. Aunque no habló de la amnistía hasta transcurrida una hora y 25 minutos.

Que nadie se lleve a engaño. En los rostros de los diputados y senadores socialistas asistentes al discurso de investidura de Sánchez no había un solo rastro de preocupación por la enorme contestación social provoca por la amnistía. Tampoco de remordimiento. Solo alegría y alivio por haber amarrado una investidura que hace meses parecía imposible, por antinatura.

A Sánchez le esperaba en el hemiciclo un ambiente muy distinto al que había fuera, en la Carrera de San Jerónimo, con 1.600 agentes protegiendo la Cámara Baja y un enjambre de vallas separando al pueblo de sus gobernantes. En cuanto el candidato del PSOE puso un pie en la moqueta, su bancada y la de Sumar estallaron en una larga ovación.

Desde la tribuna no perdían detalle la mujer de Sánchez, Begoña Gómez, su madre, el presidente del Senado, Pedro Rollán, y la líder de Más Madrid, que tiene muchas papeletas para convertirse en la próxima ministra de Sanidad. También estaban dos de los tres presidentes autonómicos del PSOE, el asturiano Adrián Barbón y la navarra María Chivite. No así Emiliano García-Page pero sí un presidente regional del PP, el popular Alfonso Rueda. Tampoco faltó el líder de Comisiones Obreras, Unai Sordo, ni el vocal del CGPJ Álvaro Cuesta, el brazo del Gobierno en el órgano de gobierno de los jueces.

Sánchez empezó su intervención mostrando su «respeto y reconocimiento» a los españoles que se han manifestado «pacíficamente» -recalcó- estas semanas. Continuó reivindicando la Constitución y su primer compromiso fue que España buscará que Europa reconozca el Estado palestino. El segundo fue prometer un nuevo pacto de Estado por las personas LGTBI. El tercero, muy solemne: «Mientras yo sea presidente del Gobierno toda la fuerza del Estado se dedicará a defender los valores democráticos. Ni un paso atrás».

El ambiente se fue caldeando cuando el presidente en funciones acusó a Alberto Núñez Feijóo de «unir su destino» a la ultraderecha, y de haber puesto en marcha una «agenda reaccionaria» en las comunidades donde gobiernan el PP y Vox. Hasta les recriminó que hayan reducido carriles bici. No parecía el discurso de un candidato a la investidura, sino más bien el que Sánchez no hizo cuando el candidato a la investidura era Feijóo.

Tardó 77 minutos en entrar en la harina catalana, mientras el elefante seguía dando vueltas por el hemiciclo. «Pido cuatro años más de estabilidad, convivencia y progreso», señaló. «Nos hemos vuelto una democracia más robusta e influyente. Hemos mejorado nuestra posición en todos los rankings de calidad democrática», presumió.

Sánchez hizo lo indecible por desviar la atención de sus cesiones al independentismo. Prometió reforzar el ingreso mínimo vital, reducir la jornada laboral, buscar el pleno empleo, el crecimiento del poder adquisitivo de los españoles, prorrogar la bajada del IVA a los alimentos hasta junio, transporte público gratuito para jóvenes y parados, aumentar el bono para el alquiler joven, simplificar trámites administrativos, aprobar una ley de agricultura familiar, ampliar el permiso de paternidad y universalizar la educación de 0 a 3 años.

A las 13.17 horas, en el último tramo de su discurso, Sánchez por fin habló de Cataluña, fijando como una de sus prioridades -la séptima- la «agenda de reencuentro». «Hemos apostado por la vía del diálogo, el entendimiento y el perdón», afirmó. «La Constitución se cumple en todos y cada uno de nuestros territorios», presumió. «Esta vía está funcionando, porque la convivencia ha vuelto a las calles», añadió. Momento en el que los diputados del PP y Vox estallaron en murmullos.

«¿Qué prefiere la gran mayoría de los ciudadanos, la Cataluña de 2017 o la de 2023?», preguntó al hemiciclo. «Diálogo, concordia», sostuvo.

El momento culmen llegó al cabo de una hora y 25 minutos, cuando señaló: «En nombre de España y en nombre del interés de España, en defensa de la concordia entre españoles, vamos a conceder una amnistía a las personas encausadas por el procés catalán», arrogándose una representatividad que no tiene, puesto que 172 de los 350 diputados de la Cámara Baja se oponen a esa amnistía. «Toca hacer de la necesidad virtud», siguió, y aseguró que esa amnistía es «legal y acorde con la Constitución».

Sánchez recriminó a Feijóo que Aznar indultó a 16 miembros del grupo terrorista Terra Lliure en 1996, pero es una verdad a medias: los trámites los inició el Gobierno de Felipe González, con Alberto Belloch como ministro del Interior. «Yo creo en España, creo en nuestros ciudadanos», señaló al final.