
Miguel Carcaño, en una imagen de 2014
Pillan a Miguel Carcaño en la cárcel con una tablet, conexión wifi y un teléfono: «Tenía algo especial con la funcionaria»
El asesino de Marta del Castillo se había convertido en un líder dentro de la cárcel y trabajaba en la panadería, donde le encontraron el móvil
Muchos se preguntan: ¿Qué está pasando en las prisiones españolas? ¿Cuántos presos disfrutan de teléfonos móviles y conexión con el exterior? ¿Hay relaciones sexuales entre presos y funcionarios para conseguir beneficios en el día a día?
La primera en levantar la voz fue la madre del pequeño Gabriel. Patricia denunció que Ana Julia Quezada, la asesina de su hijo, estaba manteniendo relaciones sexuales con funcionarios y que estos a cambio le proporcionaban perfumes, chocolates, alcohol y hasta un teléfono móvil.
La propia Ana Julia se lo reconoció a su señoría. También Pepi, presa en la cárcel de Brieva (Ávila) y compañera de Ana Julia. Vivía en la celda de arriba, relata que escuchó sonidos propios de una relación sexual por las noches cuando las celdas deberían estar cerradas.
Ha disfrutado de todos esos aparatos por lo menos durante un año y medio
Ahora es el turno de Miguel Carcaño. Varias fuentes confirman que al asesino de Marta del Castillo le pillaron en prisión con un teclado de plástico que se enrollaba, una tablet y hasta un pen con wifi. Todo esto en su celda.Durante el registro de la panadería, que es su lugar de trabajo, pues se había ganado la confianza de los funcionarios, le encontraron un teléfono móvil. Uno de los compañeros de Miguel dentro de prisión asegura: «Todo era muy raro. Todo el mundo dice que se lo metió en la cárcel una funcionaria. Yo creo que con ella tenía algo especial. Ha disfrutado de todos esos aparatos por lo menos durante un año y medio».
El compañero de cárcel, que ya ha cumplido su pena, explica que «Miguel juega mucho al póker. Él esta siempre con el tema del juego. También trapichea con Viagra dentro de la cárcel. Me dicen otros presos que si quiero la pastilla azul tengo que pedírsela a Carcaño».