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Torre Pacheco

Calma tensa en Torre Pacheco

Torre Pacheco vive una calma tensa en su cuarta noche de protestas a la espera de un martes que se prevé de concentraciones masivas

La localidad murciana sigue en vilo por las movilizaciones de la comunidad musulmana tras cuatro días que se han saldado con palizas, detenidos y heridos

Que no llegara al final la sangre al río no quiere decir que no hubiera tensión en el municipio murciano de Torre Pacheco. La hubo y mucho. Desde aproximadamente las nueve de la noche, el barrio de San Antonio se convirtió, prácticamente, en epicentro de nacional de la actualidad. Después de tres noches de disturbios, el gran enigma era saber si iba a ver una cuarta y, en tal caso, hasta qué punto.

Afortunadamente, la cosa no fue a mayores. Policía Local y Guardia Civil flanqueaban la entra a la zona. Las protestas estaban convocadas en una rotonda, a escasos tres minutos a pie del Ayuntamiento. Los efectivos policiales no entraron en ningún momento al meollo en sí. Unos cientos de magrebís se concentraron en mitad de la recta del barrio con no pocos periodistas a los que, en más de una ocasión, amenazaban si se les grababa.

Quienes proferían esos vituperios no se caracterizaban por un particular entusiasmo demócrata. Todo lo contrario: pese al calor sofocante no faltaban las sudaderas, los chándales, las capuchas, los pañuelos palestinos o de otro motivo y, para acompañar de cara a no poder ser identificados, una mascarilla.

Un grupo de magrebíes pide «la paz» en Torre Pacheco

Un grupo de magrebíes pide «la paz» en Torre PachecoCarlos Latorre

Durante no pocos minutos la tensión se cortó con un cuchillo. Especialmente, cuando los responsables de las mezquitas de la zona abandonaron el lugar. Fue entonces cuando el rebaño corrió a cargo de los más jóvenes, es decir, de los más radicales. Petardos, algún pequeño amago de carga contra la prensa y griterío fue lo máximo a lo que llegó la noche. Es más, el cántico que con más claridad se escuchó fue el de «Abascal, hijo de puta».

En cuanto a las declaraciones, la noche no fue sino una sucesión de argumentaros para criticar la violencia y decir que se está contra ella pero sin condenarla explícitamente ni a los que la propugnan. Está mal que se haya apalizado a un señor mayor, pero para los portavoces que salieron siempre había un causante o provocador para ello.

Como si de un barrio o una ciudad tomada por ellos se tratara, los magrebíes que allí se concentraban intentaban dominar la calle, con los efectivos policiales a unos cien metros aproximadamente. Al mismo tiempo, el argumento de los promotores de la protesta era «no soy racista, pero no grabes».

«Esperemos que todo se calme. Queremos calma, por favor. Que todo se solucione. Va a haber consecuencias y la autoridad va a hacer su trabajo», dijo uno de los portavoces de los marroquís, al mismo tiempo que redujo el problema a un comportamiento de «los niños» y sin querer responder a una pregunta de El Debate sobre si el actual contexto es algo social, político, social o una mezcla de algunos o todos de esos componentes: «Los marroquís están actuando porque se están sintiendo amenazados, por eso se ponen agresivos».

Fue alrededor de la medianoche cuando, y tras una carga, tanto la Policía Local como los agentes de la Benemérita abandonaron el lugar y dieron por terminado el dispositivo a la espera de que este mismo martes quién sabe si la calma tensa que se ha vivido el lunes haya sido, utilizando la jerga de la Guerra Fría, el principio de la distensión o una destrucción mutua asegurada.

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